domingo, 12 de febrero de 2017

Cosas como ésta, deberían dar mucho que pensar

La Policía deja en libertad con cargos al ladrón de las joyas de los Goya

El acusado, un hombre de 50 años, pensaba que las joyas eran "baratijas"(Público).
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

¿Se entiende en España qué es la ética? Da la impresión de que no mucho. La ética no tiene nada que ver con el número ni con las cantidades que se puedan sustraer. No se es más o menos ladrón, se es o no se es un ladrón, tanto si se roban baratijas como si se roban joyas carísimas. No se trata de "cuánto" se roba, se miente, se defrauda, se abusa, se viola, se acosa, se traicionan los DDHH o se mata. Es cosa mucho más de conciencia que de recuentos. Es eso que Kant define como imperativo categórico, y que puede describirse como la capacidad individual para pensar, sentir y obrar de tal modo, que lo que se piense, se sienta y se haga, sea una cooperación al bien universal, al bien común. Tal vez el error y la confusión radica en el hecho de que la ley no se aplica desde la ética sino desde el valor material de los objetos o de las situaciones, pero no desde el valor objetivo y subjetivo de la conciencia, como motor de las acciones humanas. La ley no se aplica desde ese nivel sino desde lo mucho o poco que se contabilice el valor contante de las fechorías. La ley debe trabajar también y sobre todo desde la valoración ética, la ley no debe ser simplemente una herramienta represiva del "mal" sino también una pedagogía sanadora social.

Una ley sin base ética y sólo de recuento, no es justa ni constructiva. 
En este caso hay un ciudadano que ha robado unas joyas pensando que eran baratijas. Y como las ha devuelto y ha robado por error(¿?) tan poca cosa, el delito se atenúa inexplicablemente, con lo que el hecho de la apropiación indebida se queda en nada si el ladrón al ver que se ha metido en un lío y que la policía ya le tiene en el punto de mira (si sólo un empleado podía tener acceso al cuarto de las joyas y el empleado en cuestión era él, no había más salida que devolver el botín cuanto antes para no ir a la cárcel, alegando el atenuante de pensar que lo que se estaba llevando eran baratijas sin valor; está claro que de haber creído tal cosa no se las hubiera llevado y no creo que el juez sea tan simplón como para creerse algo así y si lo es, estamos frescos).

La ley debería ser más ética que estética y maquilladora. Las leyes sin ética son chapuzas represoras y de paripé y la Justicia así aplicada se convierte en un mamotreto ritual muy poco hábil en recursos humanos y útiles a la sociedad, que encima mantenemos entre todos para que la cosa que ya es un clásico, siga igual que en la época de Cicerón y el Derecho Romano, que, por cierto, sigue vigente porque tan entretenidos con las anécdotas de acumular, poseer, pelear y mangonear, no nos ha dado tiempo a inventar algo mejor y más adecuado a nuestro estado actual como especie.

La función de la ley no debería ser la compraventa entre cantidades de acciones que no se pueden medir, contar ni pesar, porque entran en el terreno de la conciencia individual y social y de la calidad de vida moral cognitiva con que se rige un país. Su función no es el castigo o el premio, debería ser la regeneración de las voluntades humanas por medio de otros recursos menos zafios y primitivos. Por ejemplo, la reparación de los daños y la reeducación del delincuente. Vale mucho más a efectos prácticos de la convivencia y la justicia  real, rehabilitar socialmente a ese ladrón mentiroso, que los 30.000 € que valen las joyas.
Una buena solución, por ejemplo, sería que los psicólogos forenses estudiasen los casos para ver el origen del delito, si es patológico o simplemente una carencia educacional, y aplicar en un caso o en otro, la terapia adecuada y que el "reo" pueda asistir a clases de ética durante un par de años, haciendo un examen de control,  por ejemplo, trimestral, para ver la dinámica y la evolución del sujeto, asumiendo responsablemente por su  parte que es una condena por robo para acabar con su tendencia patológica y teniendo que presentar cada mes el certificado de asistencia a esas clases. 

Hay que llegar a comprender que la delincuencia es una enfermedad social y no solo el  arranque perverso de un ser malvado por naturaleza, que las enfermedades no se curan en la cárcel sino en el hospital, en la consulta personalizada y con un tratamiento adecuado mucho más al enfermo que a la enfermedad. Y que considerar que si la sociedad admite como normal y como negocio el drogarse con alcohol, nicotina, azúcar blanco, exceso de cafeína o de hachís y fármacos innumerables que alteran la conciencia, los impulsos más básicos y el comportamiento (datos escalofriantes que constan en los prospectos), también es co-responsable de las enfermedades que causa su avidez y su estupidez descomunal, en nombre del mercado libre y capitalista enfermizo, creando un espacio de consumo inhumanamente alienado y por ello vulnerable y frágil para muchas víctimas que acaban siendo verdugos porque no conocen otra cosa mejor para salir de su miseria, que no es sólo material, sino sobre todo de recursos verdaderamente humanos. 

A pesar del veredicto chapucero, el delito está ahí en potencia y acto fallido, sin solucionar, aunque se haya devuelto el botín y la "justicia" considere inocente al ladrón porque alega no ser capaz de ver la diferencia entre unas baratijas que no valen nada y las joyas que cuestan un pastón, sin que cuenten ni de lejos el por qué y el motivo de ese impulso de rapiña que no le preocupa ni a los legisladores ni a los juristas profesionales, si lo robado vuelve a casa. Y el ladrón sigue como estaba, aunque con el añadido de una posible pillería de la misma justicia, como tantas veces: si devuelves lo que vale tanto, te dejamos libre, no te condenamos, pero no reincidas que entonces no te salva ni la paz ni la caridad, y no se hable más, que lo que importa sobre todas las cosas es el valor de los objetos recuperados y no el hecho degradante de que se robe y haya personas que roben, porque, total, siempre las ha habido y las habrá, las cosas son así, sobre todo porque en este mundo maravilloso de libertades y democracias de pago, queremos que así sean. Que conste en acta, señoría.


No hay comentarios: