miércoles, 8 de febrero de 2017

El líder caudillo










Iglesias tuvo la mejor nota en las redes durante el debate y Sánchez, la peor
Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. EFE

El líder caudillo se impone como modelo en la política española. Albert Rivera amenazó a sus críticos con renunciar y luego con echarlos por traidores mientras los señalaba como topos socialistas. Pablo Iglesias avisa que o lo que él diga o que se va. Íñigo Errejón se presenta, pero haciendo fotocall con el líder para rehuir el combate. Ahora Pedro Sánchez también avisa que, si pierde, se marcha a su casa. O se está a muerte con el líder o el caudillo se va.
El líder caudillo no negocia, no se compromete, no transige, no llega a acuerdos porque siempre le asisten la verdad y la razón, y ni una ni otra son negociables. Hay que comprarle el paquete completo: o conmigo o contra mí, o lo tomas o lo dejas. Sin matices, sin complejidad; su visión es única y no tiene tiempo para andar explicando sus poderosas razones a todos los humildes mortales que no alcanzan ni a intuir aquello que él ve con diáfana claridad. Si Aníbal hubiera sometido a debate usar elefantes, los Alpes estarían aún sin cruzar. Para esto quemó sus naves Hernán Cortés, para poder avanzar hacia delante sin perder el tiempo en estériles debates.
En este modelo no sólo se vota o se elige al líder. Se le jura lealtad incondicional, amor eterno y compromiso hasta el fin. Lo que él diga, cuando él diga y como él diga. Todo lo demás  es sospechoso y amenaza traición. El líder no se equivoca jamás y nunca hace algo mal. Si hubiere algún error, la responsabilidad siempre recaerá sobre la camarilla que le aísla, que le engaña, que conspira y no le cuenta la verdad, porque el líder caudillo nunca yerra y siempre tiene razón; y si se equivoca o no tiene razón, la culpa no puede ser suya.
Sólo en el PP parecen estar libres del dominio de este modelo de líder caudillo; seguramente una reacción a los agotadores años de Aznar. Como bien sentencia el código mariano, la discreción libera y el protagonismo esclaviza. Mariano Rajoy se mantiene fiel a su estilo de mandar sin que parezca que manda, preferir la compostura y el compromiso al duelo en la plaza del pueblo a la vista de todos. Que parezca que mandan otros; era y continúa siendo su máxima.
El poder desgasta a quien no lo tiene y el control abrasa a quien lo ejerce. Que se quemen María Dolores de Cospedal, Sáenz de Santamaría, la Vicepresidenta Maravilla, o Martínez-Maillo intentando convencernos de lo mucho que mandan, que ya dirá al final Rajoy qué se hace. Mandar es estar, no aparecer. Mariano lo tiene claro. A lo mejor por eso le va tan bien y, según el CIS de enero, el PP saca ocho puntos de ventaja en intención directa de voto a PSOE y Podemos. 

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Querido Losada, qué razón tienes. Tal vez en la base de este destarife esté el síndrome franquista indeleble, que desde las más recónditas e inescrutables tragaderas, lo mismo afecta a tirios que a troyanos, sin que importe para nada la sigla, la bandera o el color de cada invento. Tres años liquidando a muerte la media España que le molestaba y cuarenta remachando los brotes inquietantes que pudiesen aparecer en el barbecho social, no son moco de pavo antropológico ni cartílago de gamba histórica. Franco, que controlaba el tema desde su propia esencia, lo dejó atadísimo. Muy mal atado para nosotras, ciudadanía de la gleba, pero divinamente amarrado y bien prietas las filas para el imperio haciadiós y arribaespaña; tiene su lógica, si total, según Hermes Trismegistus, como es arriba es abajo. De ahí se deduce el resultado: que en el intento de asaltar los cielos, en realidad se estén estrellando per omnia saecula contra los putos suelos. 
Lo chungo es que al final el negocio lo hace Rajoy con sus mesnadas corruptas y así no hay país que pueda cambiar por más que lo intente, si sigue confiando en la tendencia caudillista de la herencia recibida; sucede que hasta los presuntos portavoces que pregonan el fin de ese fiasco, cuando pueden cambiar el rumbo y los pésimos hábitos, va y resulta que están en la misma adinamia social que el águila imperial de Carlos V y el mochuelo de El Pardo que se nos esclafó en la chepa durante cuarenta y tres años de demolición absoluta de cualquier asomo de inteligencia social y política. Y ahí parece que la cosa se ha atascado sine die y sin posible remisión. Al menos de momento. Ya que las formaciones plurales y más civilizadas que pueden ir por el camino del desatasco no obtienen votos suficientes gracias a D'Hontd, y las que los consiguen no saben salir del corralón hegemónico de los ancestros, sin soltar el garrote de mando gañanil, ni quieren cambiar nada cuando el tiempo es propicio y pueden hacerlo, incapaces de ver que el ganado antiguo y sumiso ya no tiene futuro ni presente, que los rebaños no piensan ni organizan 15Ms ni asambleas de barrio sin pastor que las convoque, ni observatorios ciudadanos para parar los pies a las indecencias desde las conciencias, ni comisiones municipales por libre, ni se reúnen para cambiar de pasto y de pastor; en fin, que el miedo a perder el glamour de sus egos marimandones pero inseguros y confusos en el fondo, los tiene atados y bien atados, por el mismísimo fantasma de Paco 'el medallas', sí, aquel abuelito enano, tieso, tripudo y su bigote cejijunto tapándole el córtex cerebral con el luto permanente por la inteligencia, para que no se le agotase con la evolución, -igualico que los mozos del pueblo de Gila-, al que no soportaron en directo y ponen a parir y tanto maldicen, tal vez porque aún no se han desecho de su genética terminator.
Debe ser por el complejo de Edipo histórico sin superar.  O porque no tuvieron que soportar que aquel energúmeno tan rezador como adicto a firmar sentencias de muerte e inaugurar pantanos como a  despoblar el campo, a base de inundarlo, les acaudillase directamente, quieras o no y sin preguntar; tal vez así no reconocen que están reproduciendo los mismos aires de hegemonía anacrónica  y mediocre que nos tuvieron esclavizados casi medio siglo y cuyas secuelas nos siguen machacando, haciendo real un chiste profético de los años sesenta en el que el tirano, ya desde el otro barrio nos saludaba por la tele diciendo: "españoles, desde el más allá, muerto dios y asumidos los plenos poderes, un fin de año más entro en la intimidad de vuestros hogares". Los niños y jóvenes de entonces estamos con la carne de gallina, ante estos derivados del horror impolítico, que sin haber conocido el modelo original del  peor modo de entender a Maquiavelo, lo están reproduciendo con tan alta fidelidad. Ains!





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