Solo cuatro incendios forestales durante el confinamiento en territorio valenciano, un 94% menos: la pandemia evidencia el "brutal" impacto humano
"No se trata de aplicar medidas tan duras como las del
confinamiento, pero los datos demuestran que con actuaciones destinadas a
mitigar el impacto de la mano humana podríamos reducir de una manera
exponencial el número de incendios", sentencia Carles Arnal, doctor en
Biología, miembro de Ecologistas en Acción y exasesor en la Conselleria
de Agricultura y Medio Ambiente. Y es que los datos publicados por Espurna,
el boletín mensual que edita la Generalitat Valenciana con los fuegos y
sus causas, confirman una caída de los incendios muy acusada durante el
decreto del estado de alarma y hasta el inicio de la desescalada. Entre
el 14 de marzo y el 5 de mayo, en territorio valenciano solo se
produjeron cuatro incendios que arrasaron dos hectáreas -el equivalente a
dos campos de fútbol-, un 94% menos de fuegos en comparación con la
media de los últimos diez años en las mismas fechas. En total, casi 500
hectáreas de monte se habrían salvado de las llamas, si se permite la
comparación con la media de los últimos años.desescalada.
La tesis de Carles Arnal la ha plasmado en un artículo de
opinión en elDiario.es que tendrá su versión extendida en la revista Mètode
de la Universitat de València. "La temperatura y las lluvias de la
primavera tienen poco que ver para explicar lo que ha pasado. Primero,
porque no han sido una estación de temperaturas más bajas. Y respecto a
los rayos, abril fue el mes que más rayos cayeron y de los tres
incendios solo uno fue provocado por este fenómeno", argumenta. Arnal
señala directamente a la mano del hombre como causante principal de los
fuegos y lo certifica con la caída de incendios cuando el campo y el
monte dejaron de tener humanos. "Cuando más duro fue el estado de alarma
menos incendios se produjeron. Además, esa caída del número de
incendios permitió a los medios de extinción focalizarse y ser más
efectivos", añade.
Del día en que se decretó el estado de alarma al 31 de marzo,
con la prohibición de movilidad total, solo se produjo un incendio
forestal en toda la Comunitat Valenciana. En la primera quincena de ese
mes, sin ninguna restricción de movimiento, los incendios declarados
fueron 15. La media mensual de los últimos diez años en el mes de marzo
fue de 33 incendios forestales. El mes de abril rompió todos los
registros históricos de siniestros forestales desde que se recaba este
tipo de información.
En ese mes de estado de alarma, aunque ya con movimientos
laborales, solo se produjeron tres incendios en todo el territorio
valenciano. En 30 días se quemaron 0,06 hectáreas. Los últimos cinco
días hasta el inicio del desconfinamiento con la fase 0 -del 1 al 4 de
mayo- no hubo ni un solo siniestro.
Con la desescalada a la nueva normalidad los incendios se fueron
incrementando de manera paulatina conforme el Gobierno permitía más
movimientos. En mayo, sin contar los cinco primeros días, se produjeron
27 incendios que arrasaron unas 23 hectáreas. Un número mayor que el mes
anterior, pero muy menor a los 157 fuegos de media en los diez años
anteriores. Junio fue un mejor mes, con 15 fuegos y 4,5 hectáreas
quemadas y en julio se llegó a 32 siniestros, muy cerca de los 49 de
media entre 2010 y 2019.
Para Arnal, estos datos ofrecen una "poderosa conclusión": "Las
restricciones a determinadas actividades agrícolas, las que implican
encender fuego o de riesgo relacionadas con los incendios y la
penetración forestal podrían tener como consecuencia una caída muy
importante de los incendios por causa humana". Y añade: "No solo
teóricamente es posible, esto ya ha pasado aunque los motivos de esta
regulación respondían a otros objetivos". La mano del hombre, activa o
por imprudencia, está detrás de entre el 70% y el 80% de los siniestros
forestales en la Comunitat Valenciana.
Respecto a la quema agrícola, Arnal propone que desde la
administración se inicie un plan para ayudar a que los agricultores no
tengan que quemar y puedan triturar los restos de poda o malas hierbas.
"Con muy poca inversión, podríamos reducir de manera exponencial los
incendios y el correspondiente gasto en extinción", apunta.
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