martes, 11 de agosto de 2020

El laberinto español

 

España quiero quererte 

y sin embargo no puedo,

tú no te dejas querer. 

Eres como una madrastra

creadora de Cenicientas 

y de heladas Blancasnieves 

al abrigo pavoroso 

de un patético estropicio

con tripas en la cabeza, 

con calambres en el ego,

parálisis de conciencia, 

con la mirada en las nubes

 y la cabeza en los pies.


Tantos siglos de basura 

confundida con imperio,

rezando por las iglesias, 

ermitas y monasterios,

catedrales, procesiones 

y cruces por todas partes

entre tirios y troyanos

esperando que un milagro 

haga lo que tú no haces

ni crees que puedes hacer:

que las cosas crezcan solas 

y sin ahorrar paripés,

igual que esta democracia, 

que lo mismo se retrata

como GAL o como rey,

pintando las dictaduras 

con un arte magistral

que convierte en trampantojo 

 el truño que más convenga

al bochinche apalabrado 

por los tapujos del miedo

y el glamour de las mordazas, 

que ahora con las mascarillas

han cuajado en la patente 

de los silencios ad hoc

igual que  cuaja un bizcocho 

como guarnición perfecta

del chocolate del loro.

 

Eterno ponendo tollens

de vuelta en tollens ponendo, 

como una Bernarda Alba 

entre Pinto y Valdemoro

en su riguroso luto 

por un pasado terrible 

al que se niega el sepelio, 

la memoria y la verdad,

martirio para el presente 

y para los herederos 

es la tumba del futuro

pero con cuentas corrientes 

en todas las direcciones

que llevan al paraíso 

de fiscalidad adjunta

desde Oriente hasta Occidente

sin que importen las distancias 

ni los viajes necesarios

para que quede bien claro 

el rol de una democracia

con majestad añadida

que no tiene precedentes

en esa historia macabra 

pero con tanta nobleza

y pedigrises adjuntos 

que al mundo deja pasmado

con su curriculum vitae  

y sus héroes de vitrina,

amojamados y tiesos, 

comprados de cargo en cargo,

vendidos al por mayor 

al que más pague por ellos,

mientras juegan Parlamento, 

Gobierno e instituciones

de todo color y laya,

a la gallinita ciega 

entre dimes y diretes

esperando a ver qué pasa

con los reyes de baraja

que entre los oros y copas

esconden bastos y espadas

como han hecho desde siempre 

todos sus predecesores.


España, si ahora te callas 

y te tragas el marrón

creyéndote nuevamente 

el mismo cuento falaz

que llevan contando siglos 

los agentes del marrón,

que aseguran sin pudor 

la obligación de elegir 

entre guerra y monarquía

si la cosa sigue así

en una crisis total 

del imperio dineril,

lo vas a pagar tan caro 

como lo llevas pagando

a costa del disparate 

de anticipar consecuencias

sin aclarar los tinglados

que han causado los estragos

y que así van a seguir

si no se sabe el por qué

 y nunca se atan los cabos

que unen poder y parné

y atan señores y esclavos, 

una manipulación 

que lleva siglos trotando

por el teatro español

y su trágico legado,

ese paisaje de sombras

que Valle Inclán aclaró 

proyectando el esperpento

como una lupa de aumento 

sobre una historia feroz.


España, si no despiertas 

con este infame destrozo,

y dejas que una vez más 

el chiste fácil del miedo

y el enredo de  intereses 

donde el pueblo nada importa

decidan 'lo más sensato', 

no te quejes ni protestes 

cuando ya no quede nada, 

ni trabajo, ni salud,

ni pensiones ni enseñanza, 

ni techo para dormir

ni suelo donde pisar 

ni estado donde acudir

cuando ya no quede voz 

ni nada a lo que votar,

si ya da igual lo que votes 

donde nada va a cambiar

porque el nudo bien atado 

de una trampa entronizada

protegida por las leyes 

en su circuito cerrado

no te deja respirar 

mientras te explota y te mata

sin remordimiento alguno

que el delito protegido 

por un estado/cloaca

goza derecho divino 

en esta patria tan maja,

que sus delitos no asume

y sus cuentas nunca paga.

 

¿De verdad, confusa España,

que no te dejas querer,

has sabido alguna vez

qué puñetas significa

la palabra democracia?

 


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