jueves, 13 de agosto de 2020

Celebrar lo bueno, lo haga quien lo haga, es parte de un cambio positivo e imprescindible para abrir y ventilar lo irrespirable, para curar heridas viejas y cuidar un presente que tenga un futuro mejor


Hoy quiero felicitar a Galicia por la decisión tan sabia del Presidente de la Comunidad, Núñez Feijoó. Ha sido responsable y valiente, se ha atrevido con un tabú nacional: eliminar el humo del tabaco de las calles y lugares públicos para no agravar más aun la pandemia, potenciando el bien común al cortar por lo sano un vicio tan egoísta como peligroso: fumar por la calle en presencia de otros que no son fumadores, haciéndoles tragar a la fuerza el humo que produce su adicción  y corrompiendo el aire que los demás respiran solo para dar rienda suelta a su incontinencia. 

Gracias, Presidente Núñez F. por esa decisión tan necesaria, y el que además esa iniciativa  proceda del pp da mucha esperanza en un posible cambio a mejor de ese ppartido, que hasta ahora solo ha sabido disfuncionar  como china en zapato fashion. El hecho de que un ppeppero pueda tener solución, con sentimientos de humanidad  e inteligencia disponible que no sea solo para sacar tajada financiera o política, es una estupenda noticia. O sea, que sí se pueden subir escalones en la escala de la conciencia, hasta siendo del pp ¡Fíjate! Qué reconfortante resulta comprobar una vez más que el ser humano puede tener arreglo cuando quiere salir de las barbaridades aprendidas e inoculadas por la inercia de una educación deficiente que nos recorta las posibilidades de evolucionar cualitativamente, al modo en que nos han ido orientando los grandes maestros de la humanidad. Más con sus conductas que con los sermones de sus devotos predicadores teóricos.

Es como si Feijoó hubiese leído mis pensamientos diarios, cada vez que salgo a la calle en esta pandemia me quedo impresionadísma y hecha polvo al comprobar la cantidad de colillas que hay tiradas por las aceras y alcorques. Por los jardines y las terrazas de barilandia. Ayer mismo, por la tarde, regresando a casa, sólo en el tramo de acera que es la cuarta parte de la manzana donde vivo, conté nada menos que ¡173 colillas!, es decir que como mínimo se han consumido en ese espacio 8'5 paquetes de cigarrillos, casi un cartón entero de tabaco. Se han gastado más de 40€ en veneno puro y duro, para sí mismos y para sus conciudadanos no fumadores. Con cuarenta euros se pueden comprar legumbres, aceite, pasta, arroz, leche, verduras, fruta, pan, jabón, miel, papel higiénico, compresas y pañales. Y darlo a un banco de alimentos del barrio. Y si se saca estadística de esa cantidad despilfarrada en destrozar la salud pública y se multiplican esos 40€ por todas las manzanas de cada ciudad o pueblo, con ese presupuesto que al parecer no significa nada importante para sus gastadores, desparecería el hambre y la necesidad de todos sus habitantes más perjudicados. 

Llevo todos los meses de confinamiento convocando ondas de conciencia en el silencio de mi mascarilla, enviando reiki por el aire y el pensamiento para que roce la conciencia de algún gobernante que haga algo al respecto y mira por donde hoy me encuentro la respuesta a mis envíos postales del alma, el pensamiento y el deseo del bien común.

Me parece que esta alegría se debe compartir en el blogg, que los empeños por mejorar este mundo tienen muchos cauces de salida y que además de con el mazo dando hay que trabajar en paralelo con la inteligencia colectiva y la voluntad de la esperanza, no de la ilusión que se esfuma, exactamente como el humo del tabaco. La buena realidad necesita la levadura cooperante de nuestro "pedacito mortal" como lo llama Silvio Rodríguez en una de sus canciones dedicada al Ché Guevara.  

Y ahora, mi querida familia humana, permite que te abrace y te diga que si quieres, podremos con todo, para mejorarlo. Por supuesto. Hemos llegado a un punto en que es más fácil empezar a mejorar que seguir empeorando sin extinguirnos a base de colillas y miseria adjunta.Y te juro, family, que sé de lo que hablo. Hasta hace 35 años, fui fumadora y cafetera a lo bestia. Hubiera dado en aquel tiempo cualquier cosa porque un gobierno hubiese prohibido el tabaco. Yo era incapaz. Hasta que pedí ayuda a lo invisible y la ayuda llegó y me dejó como nueva, como si nunca hubiese fumado. Es más, el humo del tabaco desde entonces me produce malestar, picor de ojos y estornudos. 

Y recuerda: si ves que no puedes dejarlo, por lo menos, fuma en tu casa y no obligues a fumar contigo a tus hermanos de especie. Sobre todo en mitad de una pandemia global que con el humo se acrecienta y empeora. 




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