Atrapados, hacinados y sin higiene: la situación extrema de los migrantes en Melilla
- En el CETI de Melilla conviven
más de 1.400 personas, cuando el espacio está preparado para acoger a
782, en plena pandemia. El miércoles se produjo un motín
- Varias
organizaciones denuncian hacinamiento, falta de espacio y malas
condiciones tanto en el CETI como en la Plaza de Toros y otros centros
de acogida de Melilla
- El Defensor del Pueblo ha pedido dos veces
a Interior, la última a finales de julio, el traslado de los residentes
del CETI de Melilla y solicitantes de protección internacional
Se trata de una bomba de relojería. En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla conviven más de 1.400 personas, cuando el espacio está preparado para acoger a 782. Los cuatro casos diagnosticados de covid-19
dentro del centro sembraron el miedo en un lugar donde conviven
hombres, mujeres y niños, donde el hacinamiento hace imposible guardar
la distancia de seguridad o mantener la higiene necesaria para frenar al
virus. El miércoles la protesta de decenas de residentes para demandar
su traslado a la península se convirtió en un motín que se saldó con 26 personas detenidas y nueve agentes heridos, según la Delegación del Gobierno de Melilla.
Varias personas que protestaban arrojaron piedras y objetos contra los agentes, provocando algunos destrozos. Al otro lado del teléfono Ali, un residente tunecino, cuenta que su manifestación era “pacífica” y que el enfrentamiento se originó porque “un Guardia Civil golpeó en la cabeza a una mujer siria” y los agentes “lanzaron gas y usaron cartuchos de fogueo”, según su versión. También denuncia que “un 20% de los residentes resultaron heridos” en el enfrentamiento con las autoridades. Asimismo asegura que hay “muchos casos de coronavirus” y “todos quieren salir”, aunque los agentes se lo impiden.
Las organizaciones que trabajan sobre el terreno denuncia la falta de garantías sanitarias que sufren las personas que se encuentran en centros de acogida como el CETI de Melilla, a diferencia del resto de ciudadanos. “No se están haciendo las pruebas necesarias, no se sabe quién está enfermo y quién no. No hay espacios donde mantener las distancias de seguridad, a veces falta el hidrogel para desinfectarse”, advierte María Guillamet, de la organización Solidary Wheels.
Se hace imposible pensar en distancia de seguridad por las condiciones que se viven en el CETI. “Duermen ocho o nueve personas por habitación”, asegura José Palazón, presidente de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (PRODEIN) en Melilla. “Muchas duchas están rotas y se forman colas enormes. Siempre hay muchos problemas con la calidad de la comida, pero después del altercado no hubo cena para nadie. Muchas mujeres y niños que no participaron en la protesta se quedaron sin cenar”, narra.
La situación no mejora en la Plaza de Toros de Melilla, un espacio habilitado que acoge a 500 personas migrantes y refugiadas y a las que, según denunció CEAR, no se les permitía salir a la calle ni en la fase 1 de la desescalada. En este lugar se encuentran sobre todo marroquíes cuyo pasaporte les permite trabajar en Melilla y regresan a su país por la noche, pero que quedaron atrapados en la ciudad con el cierre de fronteras. Sin embargo, según Guillamet, ante la saturación del CETI, se ha acabado trasladando también a este lugar a solicitantes de asilo y protección internacional, y a las últimas personas que han saltado la valla.
La Plaza de Toros “acumula numerosas denuncias por el hacinamiento, la insalubridad y la falta de medidas de protección y distanciamiento social ante la pandemia”, han denunciado esta semana las organizaciones Solidary Wheels y No Name Kitchen. También hay condiciones similares en los centros de menores de Melilla, como la Purísima o Rostrogordo, que “triplican su capacidad de alojamiento, aumentando el riesgo de contagio entre los menores”, han añadido. La misma crítica hacia la gestión de la acogida en estos múltiples centros durante la pandemia llevan haciendo semanas organizaciones como Médicos del Mundo, Save The Children, CEAR y el Servicio Jesuita de Migrantes, que alertaron de la situación al Defensor del Pueblo.
Desde que comenzó el estado de alarma, se han realizado dos traslados del CETI de Melilla a la península. Uno en abril de 51 personas y otro en mayo de 136. Sin embargo, para el Defensor del Pueblo, estos traslados son insuficientes. “La situación de hacinamiento del CETI no ha mejorado por lo que me veo obligado a reiterarte mi preocupación. He tenido conocimiento de que continúan allí más de 1.300 personas, de las cuales aproximadamente 150 son mujeres y 143 son menores. De ese total, más de 250 son solicitantes de protección internacional, con su petición admitida a trámite”, comunicó en julio el Defensor al ministro del Interior.
Hace poco menos de un mes el Tribunal Supremo avalaba la libertad de circulación de los solicitantes de asilo de Ceuta y Melilla en todo el territorio español. El alto tribunal, a través de un caso concreto en Ceuta, consideraba que no es conforme a derecho limitar sus desplazamientos dentro de España tal y como viene avalando Interior, denuncian las organizaciones de la zona, con el objetivo de evitar “el efecto llamada” de ser la puerta de entrada a España y Europa para otros posibles refugiados.
Varias personas que protestaban arrojaron piedras y objetos contra los agentes, provocando algunos destrozos. Al otro lado del teléfono Ali, un residente tunecino, cuenta que su manifestación era “pacífica” y que el enfrentamiento se originó porque “un Guardia Civil golpeó en la cabeza a una mujer siria” y los agentes “lanzaron gas y usaron cartuchos de fogueo”, según su versión. También denuncia que “un 20% de los residentes resultaron heridos” en el enfrentamiento con las autoridades. Asimismo asegura que hay “muchos casos de coronavirus” y “todos quieren salir”, aunque los agentes se lo impiden.
Las organizaciones que trabajan sobre el terreno denuncia la falta de garantías sanitarias que sufren las personas que se encuentran en centros de acogida como el CETI de Melilla, a diferencia del resto de ciudadanos. “No se están haciendo las pruebas necesarias, no se sabe quién está enfermo y quién no. No hay espacios donde mantener las distancias de seguridad, a veces falta el hidrogel para desinfectarse”, advierte María Guillamet, de la organización Solidary Wheels.
Se hace imposible pensar en distancia de seguridad por las condiciones que se viven en el CETI. “Duermen ocho o nueve personas por habitación”, asegura José Palazón, presidente de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (PRODEIN) en Melilla. “Muchas duchas están rotas y se forman colas enormes. Siempre hay muchos problemas con la calidad de la comida, pero después del altercado no hubo cena para nadie. Muchas mujeres y niños que no participaron en la protesta se quedaron sin cenar”, narra.
La situación no mejora en la Plaza de Toros de Melilla, un espacio habilitado que acoge a 500 personas migrantes y refugiadas y a las que, según denunció CEAR, no se les permitía salir a la calle ni en la fase 1 de la desescalada. En este lugar se encuentran sobre todo marroquíes cuyo pasaporte les permite trabajar en Melilla y regresan a su país por la noche, pero que quedaron atrapados en la ciudad con el cierre de fronteras. Sin embargo, según Guillamet, ante la saturación del CETI, se ha acabado trasladando también a este lugar a solicitantes de asilo y protección internacional, y a las últimas personas que han saltado la valla.
La Plaza de Toros “acumula numerosas denuncias por el hacinamiento, la insalubridad y la falta de medidas de protección y distanciamiento social ante la pandemia”, han denunciado esta semana las organizaciones Solidary Wheels y No Name Kitchen. También hay condiciones similares en los centros de menores de Melilla, como la Purísima o Rostrogordo, que “triplican su capacidad de alojamiento, aumentando el riesgo de contagio entre los menores”, han añadido. La misma crítica hacia la gestión de la acogida en estos múltiples centros durante la pandemia llevan haciendo semanas organizaciones como Médicos del Mundo, Save The Children, CEAR y el Servicio Jesuita de Migrantes, que alertaron de la situación al Defensor del Pueblo.
Traslado a la península, la demanda del Defensor del Pueblo
El Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, ya solicitó en mayo al Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska el traslado a la península de “los residentes del CETI de Melilla, solicitantes de protección internacional y en situación de especial vulnerabilidad, tales como personas enfermas y de riesgo frente a la covid-19”. En una última carta, fechada a finales de julio, el Defensor le volvió a rogar al ministro que valorara de nuevo la recomendación de traslado que había realizado en mayo.Desde que comenzó el estado de alarma, se han realizado dos traslados del CETI de Melilla a la península. Uno en abril de 51 personas y otro en mayo de 136. Sin embargo, para el Defensor del Pueblo, estos traslados son insuficientes. “La situación de hacinamiento del CETI no ha mejorado por lo que me veo obligado a reiterarte mi preocupación. He tenido conocimiento de que continúan allí más de 1.300 personas, de las cuales aproximadamente 150 son mujeres y 143 son menores. De ese total, más de 250 son solicitantes de protección internacional, con su petición admitida a trámite”, comunicó en julio el Defensor al ministro del Interior.
“Me preocupan especialmente las mujeres solas,
a las que la situación de sobreocupación de las instalaciones no les
puede garantizar un entorno seguro libre de violencia sexual y de
género. De otra parte, los niños y las niñas a los que no se les puede garantizar unas condiciones mínimas, tras las traumáticas situaciones que han atravesado antes de llegar a nuestro país”, se explica Marugán-
De momento, Interior y la Secretaría de Estado de Migraciones preparan un traslado a otros recursos de la península a unas 80 personas, según ha confirmado este jueves la delegada del Gobierno de la ciudad autónoma, Sabrina Moh. Sin embargo, en este caso, se tratará de personas ubicadas en la Plaza de Toros, no en el CETI.Hace poco menos de un mes el Tribunal Supremo avalaba la libertad de circulación de los solicitantes de asilo de Ceuta y Melilla en todo el territorio español. El alto tribunal, a través de un caso concreto en Ceuta, consideraba que no es conforme a derecho limitar sus desplazamientos dentro de España tal y como viene avalando Interior, denuncian las organizaciones de la zona, con el objetivo de evitar “el efecto llamada” de ser la puerta de entrada a España y Europa para otros posibles refugiados.
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