Los dueños de los datos
Lo primero, una disculpa. Este número 27 de la revista llega un mes más tarde de lo que debería. No hemos podido mandarlo antes por la crisis del coronavirus, que ha detenido durante semanas el reparto de prensa por correo postal. Espero que disculpes el retraso.
No es un especial sobre el virus, como ya habrás podido comprobar. En estos monográficos de eldiario.es intentamos aprovechar el formato en papel para escapar de la actualidad y abordar con reposo aquellos grandes temas que no van a cambiar de un día para otro; ya habrá tiempo más adelante para reflexionar sobre el impacto del coronavirus sobre nuestra realidad.
Esta revista está dedicada a las tecnológicas: al poder que las grandes empresas de Internet han conseguido gracias al control de los datos, a su enorme influencia sobre la sociedad.
Son compañías tan poderosas que están transformando el mundo en el que vivimos, volando por encima de las fronteras de los países. Sortean las leyes fiscales, con su capacidad para pagar pocos impuestos por medio de complejas arquitecturas financieras que los estados donde se generan esos ingresos no son capaces de perseguir. Las leyes laborales, con esas plataformas digitales que están redefiniendo el concepto de precariedad. Las leyes sobre la libertad de expresión, con esta total falta de responsabilidad que permite a las redes sociales difundir mentiras y calumnias sin pagar el precio que hundiría a cualquier otro medio de comunicación. Las leyes antimonopolio, que burlan porque son regulaciones pensadas para un mundo que ya no existe, muy diferente al de hoy.
Saben más de nosotros que nosotros mismos. Es un nivel de información masivo, millones de veces superior a lo que ningún servicio secreto jamás soñó. Es muy complejo y muy rentable para algo muy banal: vendernos publicidad. Saben, casi antes que nosotros, cuándo hay algo que queremos comprar.
Los problemas más graves empiezan cuando los dueños de los datos también saben a quién vas a votar. Y cómo intentan que cambies ese voto, o que no votes. No se entiende la victoria de Trump, o el Brexit, o el auge de la extrema derecha en todo el mundo, sin la influencia de las estrategias de manipulación en redes sociales y las campañas de desinformación y de fake news.
El suyo es un negocio peculiar, porque gran parte de sus productos más conocidos –Facebook, Google, Gmail, Whatsapp, Youtube, Waze, Instagram...– son gratuitos. Y en ellos se cumple un axioma que también aplica a la prensa cuando se dedica a la propaganda: "Si no pagas no eres el cliente, eres la mercancía".
¿Es un trato justo? Depende de cómo lo mires. Tus datos, a cambio de un servicio de mensajería instantáneo y eficaz, de un correo electrónico gratuito, de un navegador GPS, de tus recuerdos de la infancia, de ponerte en contacto con tu pandilla del colegio, de no tener que pensar mucho qué serie nueva quieres ver, o qué canción quieres escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario