domingo, 8 de abril de 2018

Sí, señor, más evidente imposible. Gracias, por estas reflexiones tan justas como oportunas. Gracias por esa conciencia, Profesor

¿Error Puigdemont o error Junqueras?

Javier Pérez Royo
8-4-2018- eldiario.es

Oriol Junqueras decidió no huir de la justicia y someterse a la jurisdicción del Tribunal Supremo. Lleva más de cinco meses en la cárcel por un delito que no ha cometido, que solo existe en la imaginación del Juez Pablo Llarena.
Carles Puigdemont decidió exiliarse y no someterse a la justicia española. Ello le ha permitido defenderse primero ante la justicia belga y después ante la justicia alemana y ante ambas con éxito. Al juez belga no se le dio la oportunidad de que se pronunciara acerca de la euroorden emitida por la Jueza Carmen Lamela, porque el Juez Pablo Llarena decidió retirarla, pero el juez alemán sí ha tenido la oportunidad de pronunciarse sobre la euroorden dictada por el Juez Instructor del Tribunal Supremo con el resultado que los lectores ya conocen.



La estrategia de Oriol Junqueras ha sido completamente estéril. Esta maniatado y sometido a la humillación de un Juez que está vulnerando sus derechos fundamentales con la seguridad que tiene de que sus compañeros del Tribunal Supremo van a cerrar filas con él y de que el Tribunal Constitucional, cuando le llegue un recurso, mirará para otro lado.
La estrategia de Puigdemont, por el contrario, ha servido para poner en evidencia al Gobierno y a los Tribunales españoles. La decisión del Presidente del Gobierno de no abordar políticamente el problema de la integración de Catalunya en el Estado y delegar en los Tribunales la respuesta al mismo, se ha traducido en que la Justicia europea vea a los Tribunales españoles no como órganos de administración de justicia, sino como instrumentos de la acción política del Gobierno, que hace uso de los mismos para la persecución penal de los adversarios políticos.
Y la justicia europea, la belga primero, la alemana después y después vendrá la escocesa y la suiza, están considerando que los Tribunales españoles están haciendo política y no administrando justicia, porque exactamente eso es lo que está ocurriendo. La Audiencia Nacional se está comportando, en lo que a la represión del nacionalismo catalán se refiere, como si fuera el Tribunal de Orden Público del Régimen del General Franco. Y el Tribunal Supremo, exactamente igual. El Tribunal Constitucional entonces no existía. Ahora, como si no existiese.
El Gobierno de Mariano Rajoy se ha retratado con la utilización de la Fiscalía General del Estado para perseguir penalmente por delito de rebelión a los exmiembros del Govern y de la Mesa del Parlament y a los expresidentes de dos entidades cívicas con una larguísima trayectoria de activismo pacífico, como son ANC y ÓMNIUM. La Audiencia Nacional primero y el Tribunal Supremo después también lo han hecho al hacer suya la calificación jurídica de la conducta de los políticos nacionalistas catalanes por parte del Fiscal General.
La sincronización de la acción del Gobierno activando el 155 CE, del Fiscal General del Estado activando al día siguiente la querella por rebelión ante la Audiencia Nacional contra los ex miembros del Govern y ante el Tribunal Supremo contra los exmiembos de la Mesa del Parlament y la admisión a trámite de dicha querella con la adopción de las más graves medidas cautelares contra los querellados tiene toda la apariencia de una operación política disfrazada como operación judicial. Y la justicia no solo tiene que hacerse, sino también que parecer que se hace. La apariencia de administración de justicia es constitutiva del derecho a la tutela judicial efectiva.
La Fiscalía General del Estado, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo han aceptado actuar como instrumentos del Gobierno para perseguir penalmente una opción política. Esto es lo que significa la querella por el delito de rebelión, que carece de explicación jurídica en cualquier democracia europea a estas alturas del siglo XXI. Por eso ha sido rechazada la euroorden.
La Fiscalía General del Estado, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo se están comportando no como los órganos de Administración de Justicia de un Estado social y democrático de Derecho, sino como lo que eran en el Régimen de las Leyes Fundamentales. Entonces no había derechos fundamentales. Ahora parece que tampoco los hay.
¿Con qué interpretación de los artículos 25, 24, 17 y 23 de la Constitución se puede justificar la instrucción de la conducta de los nacionalistas catalanes como constitutiva del delito de rebelión, se los puede mantener en prisión y se puede impedir la celebración de la sesión de investidura?
Contra toda esta cadena de vulneración de derechos fundamentales Puigdemont está pudiendo defenderse, mientras que Oriol Junqueras no. Es Carles Puigdemont con su conducta “rebelde” frente a la “Justicia Política” española el que está haciendo un servicio a la democracia. En Catalunya y en España.
Que huir de la justicia sea la mejor estrategia para defender la democracia. A este nivel de degradación nos ha llevado la negativa de Mariano Rajoy a enfrentarse con sus responsabilidades políticas para dar respuesta a la integración de Catalunya en el Estado.

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¿Quién cumple la Ley y los principios de la Democracia: quien obedece y perpetra una 'legalidad' ilegítima y opresora anti bien común o quien la desobedece y la pone en evidencia sacándola del pozo de la impunidad del estado, que no es patente de corso sino el recurso más alto que ampara los derechos, sin violencia ni efectos secundarios destructivos del acuerdo y del pacto social para la convivencia democrática y, por ende, plural?

Ni Puigdemont ni Junqueras se han equivocado; ambos han obrado según su conciencia, en perjuicio de sus intereses personales y jugándose su libertad, su seguridad y su prestigio, aunque no estemos de acuerdo con el independentismo, que es terreno político y no judicial. 

Ellos, tanto los presos políticos como los huídos, igual que  conciencias como las  de Sócrates o Jesús de Nazaret, han preferido ser perseguidos antes que vender el compromiso ético que les motiva a trabajar por la comunidad de la que forman parte. Lo  que sucede en paralelo es que esta sociedad pesetera y miserable sólo valora el éxito según el poder, el tener y el ganar a corto plazo y si puede ser a base de pelotazos de toda laya, mejor: no sabe  invertir la vida en futuro a través de un presente sano y convivible. A base de su  obsesión por acumular y amontonar, se ha olvidado de ser y ha llegado al extremo de considerar ilusos y perdedores a quienes no se venden a los resultados cortoplacistas impuestos desde "arriba" si el fin justifica la barbarie de cualquier medio que convenga a los poderosos, que hacen de su capa un sayo con el consentimiento crédulo y analfabeto de un pueblo empachado de instintos manipulables desde las tripas y a años luz de la inteligencia colectiva (e individual en tantos casos) y del discernimiento. 

¿Cuántos miembros del pp que gobierna y del gremio Judicial que lo apoya, empotrados en el mismo escenario, harían algo semejante a lo de los catalanes insumisos? El error no es tener unas ideas políticas y tratar de hacerlas realidad, sino aplicar las leyes a la carta desde un poder absolutista que se niega a dialogar como si pensar distinto y querer una república en un régimen monárquico y llevar esa idea a las urnas fuera terrorismo y no un derecho conculcado, sin discernir ni por un momento si está presente el primer requisito para la legitimidad de cualquier ley: ser justa, equitativa, igualitaria, democrática e independiente del poder político. Al contrario, en este caso es un fraude utilitario a favor de intereses determinados; no La Ley, como si fuera la de Moisés y sus dogmas intocables, procedente de una cultura milenaria y urgentemente revisable sobre todo en los métodos de aplicación. ¿Qué autoridad democráticamente legítima puede tener un Gobierno sobre los criterios políticos del pueblo, si ese gobierno, además, es demostradamente un lobby corrompido que está arruinando el estado entero a base de delinquir doblemente: cometiendo por todas partes el delito de robar y prevaricar cínicamente, y en paralelo mentir, ocultar, destruir y deshacer pruebas, para obstruir los procesos de investigación, comprando magistrados con destinos de lujo, apartándolos de las causas si no cooperan con el pp o la corona, o castigándolos con la prohibición de ejercer sus carreras, cuando se niegan a venderse, como en el caso del Juez Garzón en la trama Gürtel, que se ha confirmado con los años como una verdad aplastante? Pero nadie de ese partido ni de ese Poder Judicial comprado ha hecho el menor gesto de arrepentimiento ni de rehabilitar en su cargo al juez maltratado y defenestrado, calumniado y pisoteado hasta en su dignidad personal, con el único objetivo de amparar la corrupción entre todos, unos por activa y otros por pasiva. Está claro que esta supuesta "justicia" es la fonda del Postigo. Un saco de aberraciones y de malversaciones éticas al por mayor, y su auctoritas un vodevil. La Justicia no la hacen la leyes per se, como máquinas expendedoras, sino las personas que gestionan esas leyes, cuya herramienta básica, más importante aún que el propio Derecho, es la conciencia lúcida y ética. Sin ella, hasta las mejores leyes se reducen a  papel mojado.

El error en este caso, es el delito de prevaricación y obstrucción a la verdadera Justicia: los erráticos son los poderes Ejecutivo y Judicial, con todos sus nombres propios e implicados. Como en el master de Cifuentes. Los gestores/as, consentidores/as pasivas y cómplices de la banalidad del mal que fundamentada en la propia ley es demoledora y fatal. Y tanto delito hay en quienes proponen la injusticia y tientan con ella o incluso la imponen, como en quienes la obedecen ya sea por miedo, por intereses, por dejarse llevar sin criterio por lo más cómodo y menos claro. La responsabilidad es compartida. 

En cuanto a la utilidad de las dos estrategias, la de Puigdemont y la de Junqueras, creo que ambas se complementan en el logro de la misma finalidad y es posible,conociendo la agudeza y el pensamiento catalán, que haya sido un plan de emergencia que seguramente ya estuviera previsto por ellos en caso de que su plan parlamentario se frustase en la cámara, en cuyo caso la estrategia  sería la que ha sido: hacer manifiesta la calaña de Rajoy & company ante Europa y ante el mundo y la falacia de esta democracia. Poner de manifiesto cómo funciona el reino de España en su salsa, pilotado aun por las reminiscencias de un franquismo irregenerable como sociedad democrática, mientras se le siga aceptando y aguantando como si fuera un partido limpio y normal, en un país donde a la hora de pisotear los derechos, tanto monta el pp neofranquista como la jefatura de un estado de genética, refundación y esencia franquista y dictatorial. 

Sin el encarcelamiento previo de los diputados catalanes a cargo de Rajoy y sus incapacidades, no habrían tenido que huir el President ni los demás cargos y diputadas, como Rovira, Gabriel y Ponsatí. Y si hubiesen huído sin que hubiera presos políticos previos a su huída ésta se habría considerado como un viaje de índole particular, sin transcendencia institucional. Precisamente el sacrificio de los presos políticos, aceptando someterse a una ley chapucera y fuera de tiesto, acudiendo docilmente al trubunal de la Inquisición, pudiendo largarse antes de comparecer, ha sido la gran pillada de la chapuza estatal con las manos en la masa, al implicar el Gobierno al Poder Judicial sin que éste renunciase a hacerse cargo e una competencia que no le corresponde, como lo más natural en una dictadura, en un problema de ídole política. Ya lo irán comprobando los magistrados implicados y la corte rajoyana en pleno. El pozo sin fondo de su hundimiento no ha hecho más que empezar a vista de Europa y del resto del panorama global. 

A veces para resolver estos casos de delirium tremens en plena narcosis impolítica y desquiciada pueden ser de más ayuda el comisario Hercules Poirot o Miss Marple, de Agatha Christie, que L'esprit des Lois de Montesquieu.  Aunque tal vez el comisario  Pepe Carvalho, también hubiera dado en el clavo. Por algo se lo inventó un catalán.

Contra el vicio de oprimir y corromperse está la virtud de desobedecer lo injusto y obrar desde la conciencia. Pero, la cuestión es: ¿saben todos y todas los y las implicados/as en política y en leyes, en qué consiste tener conciencia? Según lo que estamos padeciendo desde el mondongo gurteliano a las mil y una tramas mafiosas, hasta en la mismísima universidad, pasando por el Congreso, el Senado, La Casa Real y los restos del P.J. en la UVI, es evidente que un mogollón de peña intermedia  no lo tiene nada claro. Donde se les ponga un buen enredo del que sacar tajada haciéndose los locos para no complicarse o para medrar, o quedar por encima de todos a patadas y partir el bacalao como la cara de las abuelas el 1 de Octubre en Catalunya -y si puede ser con un  porcentaje ad hoc  con sobrecogimiento de por medio, mejor-, que se quite esa mariconada de la conciencia buenista, equidistante y tiquismiquis, xd!

Y ahí está el problema, tan sencillo de detectar como difícil de resolver, pues quienes tienen las herramientas para detectarlo no suelen tener acceso a las competencias para gestionarlo, no entran en el juego de un statu quo que les repugna y quienes tienen el poder para gestionarlo no disponen de los fundamentos éticos ni de la inteligencia ni de la conciencia lúcida que requieren las soluciones delicadas y fundamentales. Sabiduría, lucidez y política instrumentalizada al servicio de los partidos no son compatibles entre sí, hasta el momento, en el actual estado evolutivo de la especie y concretamente en nuestra figureofilia a la española. Si no fuese  así, serían imposibles gobiernos en manos de Trump, Putin, Rajoy, Cifuentes, Erdogan, Berlusconi, Sarkozy, Aznares, Felipes, Susanas, Aguirres, Pujoles, Mases, Riveras o Macrones...Y lo de Portugal y Valencia sería la normalidad por esos mundos de dios, que por ahora sólo es una rareza  pintada de anomalía sociopolítica en medio de la jungla capitalista y genocida.

Ahí estamos atascadas, porque la solución justa no requiere palos ni cárceles ni leyes del Talión a su bola, sino  escucha, humildad, intuición, lucidez, creatividad, generosidad, ética y empatía, una red de cualidades que solo puede coexistir en una pluralidad de miradas y voluntades buscando el acuerdo del bien común. El Maestro del Corazón, dirían los budistas y taoístas y un Pentecostés, dirían los primeros cristianos antes de derivar en católicos felpudos imperiales.

En este caso concreto, los Comunes, Inicativa per Catalunya, y ERC tienen mucho que aportar y juntos podrían dar pasos importantes. Las CUPs, también, pero necesitan salir del nudo del NO a todo lo que no son ellas. Los tres partidos estatales (pp, PsoePSC, C's) lo tienen bastante crudo para salir del embrollo particular de sus organizaciones competitivas, presionadoras y egocéntricas, y PDeCAT necesita una buena limpieza de tuberías y fosa séptica, una reforma protestante a fondo, para no ser tan corrupto y marrullero como el pp. No es fácil, pero tampoco imposible. Si se quiere, se puede. Pero, ¿se quiere de verdad? Ahí está la madre del cordero.







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