Limpiar con agua sucia | Hoy por Hoy | Iñaki Gabilondo
Iñaki Gabilondo
Por muchas evidencias que se acumulen solemos resistirnos a aceptar que en la política se puedan practicar los juegos sucios propios de la mafia. Seguramente porque necesitamos preservar algo de respetable, incluso sagrado, en algunos conceptos, como por ejemplo el concepto democracia. Pero el Partido Popular nos demostró ayer que sí se puede, y además con un ejemplo tan redondo como miserable. La verdad es que desde el año 2003, desde el tamayazo, el Partido Popular no ha parado de ofrecernos en Madrid una intriga turbia tras otra.
Cifuentes debió dimitir o ser cesada hace tiempo por indignidad, por acumulación de mentiras descaradas en el caso del máster. Esos 35 días han sido para ella y para su partido degradantes. Sin embargo, se ve que el Partido Popular es incapaz de afrontar sus problemas con claridad y por derecho. Y después de las aclamaciones de Sevilla, después de los besos en el Premio Cervantes, ha elegido el formato bajos fondos y cuchillada trapera. O sea, la indignidad resuelta con indignidad. Para limpiar, agua sucia.
Sé que es muy emocionante averiguar ahora en qué cajón se escondía el vídeo de la chorizada, o qué mano la filtró, de qué bando del partido procede, es decir, de cuál de los cárteles del PP de Madrid, del de Granados o del de Ignacio González. También es muy ameno imaginar a Esperanza Aguirre sonreír con ese tipo de sonrisa con muela de oro que vemos en las películas de gánsteres, pero me es igual porque, en cualquiera de los casos, procede del PP, cuyas peripecias en los últimos años parecen cosa de la Cosa Nostra. Y que no sé si habrán acabado hoy porque Cifuentes no da el tipo de los que se van de puntillas o en silencio. Por eso, aunque dentro de 15 días los populares presenten a la investidura a San Luis Gonzaga vestido de primera comunión, va a tener dificultades para ocultar la fetidez que trae de fábrica, y no podremos evitar escuchar de fondo la música de 'El Padrino'. A ver cómo se las arregla Ciudadanos para no oler y para no oír.
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