Si Ada Colau ha caído del lado equivocado, ¿de qué lado ha caído Pedro Sánchez?
Si no estoy mal
informado, la posición de Ada Colau no ha cambiado respecto de la
independencia de Catalunya. Dicha posición se expresa en tres
exigencias: una primera, dirigida al nacionalismo catalán: no a la
declaración unilateral de independencia; una segunda, dirigida al
nacionalismo español: no al 155; y una tercera, dirigida a todo el
mundo: necesidad de un referéndum pactado.
Se trata
de una posición no equidistante de ambos nacionalismos, ya que el
rechazo de la DUI y el rechazo del 155 no quiere decir que se considere
igual de responsables de lo que está ocurriendo en las relaciones entre
Catalunya y el Estado a los partidarios de la primera o a los
partidarios del segundo. Ada Colau siempre ha dejado muy claro que el
presidente del gobierno de la nación tiene una responsabilidad muy
superior que la que pueda serle atribuida al president de la
Generalitat. Fue Mariano Rajoy quien puso en marcha la recogida de
firmas contra la reforma del Estatuto de Autonomía y el que interpuso el
recurso de inconstitucionalidad y orquestó la campaña de presión del
Tribunal Constitucional que condujo a la STC 31/2010. Ha sido asimismo
presidente del Gobierno desde 2011 y no ha hecho absolutamente nada en
estos años para intentar encontrar una solución negociada. Mucho antes
de que la inmensa mayoría de los españoles supiéramos siquiera quien era
Puigdemont, ya había puesto en marcha Mariano Rajoy la campaña contra
el Estatuto que nos ha acabado trayendo hasta aquí.
Ahora bien, esta responsabilidad muy superior de Mariano
Rajoy, no ha llevado en ningún momento a Ada Colau a justificar la
DUI. No ha habido ni un solo momento de ambigüedad en su posición en
este terreno. No sé de dónde se sacó Josep Borrell lo de “emperatriz de
la ambigüedad”, pero estaría bien que lo aclarara.
Ada Colau no ha caído de ningún lado, sino
que se ha mantenido en el mismo sitio. NO es NO, señor Pedro Sánchez.
De ese No es No es de donde la señora Ada Colau no se ha movido. Y
justamente porque no se ha movido, es por lo que su ejecutoria en estos
días tan difíciles la legitima para seguir defendiendo la convocatoria
de un referéndum pactado.
El único que se ha caído de
la posición en la que estaba es Pedro Sánchez. El 155 ha sido la opción
de Ciudadanos desde siempre y la opción por la que finalmente se
decidió el presidente del Gobierno presionado sin duda desde el interior
de su partido. Y por el Rey. No fue la posición de Pedro Sánchez,
aunque sí la de algunos dirigentes del PSOE, algunos de los cuales han
dejado de serlo y otros no.
Quien ha transitado del
No es No a Rajoy a subordinarse al presidente del Gobierno en la
aplicación del 155 ha sido Pedro Sánchez. Intentó disfrazar esa
subordinación con la constitución de una comisión parlamentaria para la
reforma de la Constitución, que había conseguido arrancarle a Mariano
Rajoy como contrapartida. Ya hemos podido ver lo que da de sí. ¿Hay
alguien que pueda confiar a estas alturas de la película en la palabra
de Mariano Rajoy?
Demonizar al nacionalismo catalán y
pretender establecer un cordón sanitario en torno al mismo, como si se
tratara de ETA, es un disparate en general, pero mucho más todavía para
el partido socialista. La expulsión del nacionalismo catalán del sistema
político, conduce inevitablemente a un escoramiento de éste hacia la
derecha. Es el mejor favor que se le puede hacer al PP.
El 155 ha sido un error. Y de ese error no es responsable Ada Colau,
que ha sabido mantenerse de donde no se debía de mover. Tras el 155 con
su secuela de querellas irregulares por delitos inexistentes ante
órganos que carecen de competencia, en todo caso, para conocer de dichos
delitos y con jueces que imponen medidas cautelares que resultan
incomprensibles, lo mejor que puede hacer el secretario general del PSOE
es no realizar imputaciones a una adversaria política que no se ha
movido de su sitio. Tras el 155, Pedro Sánchez carece de credibilidad
para hacer tales imputaciones. Está tirando piedras contra su propio
tejado.
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