La invasión de los ultracuerpos
No puede sorprendernos que haya extrema derecha en la policía
porque también la hay en la justicia, la gran empresa, el ejército, la
prensa, la radio y la televisión mayoritarias, las tertulias de máxima
audiencia, la élite política, las cloacas del Estado y, por supuesto, el
gobierno
Después de la manada
sexual, otro grupo de whatsapp nos ha descubierto a una manada de
policías municipales de Madrid que, en un chat de trabajo, desean la
muerte violenta de políticos y periodistas de izquierdas, fantasean con
asesinar a inmigrantes y alaban a Hitler. El agente que puso los hechos
en conocimiento de un juez y gracias al cual eldiario.es tuvo acceso a estas conversaciones, ha tenido que solicitar escolta y darse de baja ante los insultos y amenazas de sus compañeros.
Sin embargo, la mayoría de sindicatos policiales no han salido en su
defensa por el acoso sufrido, ni mucho menos han alabado su valentía por
enfrentarse y denunciar a los fascistas. Al contrario, han apoyado casi
con unanimidad a los violentos. Se escandalizan más con la revelación
de las conversaciones que con su contenido. Obvian que pertenecen a un
foro laboral compartido por más de un centenar de agentes. Está
plenamente justificada su publicación. En una democracia, no son
tolerables esas actitudes en quienes portan armas y tienen el monopolio
de la violencia.
Como en cualquier mafia, se protegen entre sí frente a
quien delata. Lo que se deduce de ello es que no sólo tenemos a unos
cuantos fachos sueltos en el cuerpo sino que hay una invasión de los
ultracuerpos en la policía. Si no es cierto, no sé a qué espera el resto
de municipales a salir a desmentirlo, a reprobar a los mafiosos y
solidarizarse con su compañero perseguido. Por ahora se comportan como
manada: mientras los lobos aúllan y salen de cacería, el rebaño calla.
No es extraño. Vivimos en un país en el que se autorizan homenajes al
franquismo junto a fosas del genocidio y no se invierte un euro en la
exhumación de víctimas pero hay una fundación Francisco Franco que se
beneficia de exenciones fiscales. Todavía hay símbolos franquistas y
manifestaciones xenófobas en las calles. Aquí se encarcela antes a
activistas pacíficos que a fascistas violentos y se llama a declarar
antes a un tuitero o un titiritero que a un neonazi. Aquí se expulsa
ilegalmente a inmigrantes, se les recibe con cuchillas, se les dispara
cuando están en el agua y se condecora a quien da la orden de hacerlo…
En un país así, no puede sorprendernos que haya extrema derecha en la
policía porque también la hay en la justicia, la gran empresa, el
ejército, la prensa, la radio y la televisión mayoritarias, las
tertulias de máxima audiencia, la élite política, las cloacas del Estado
y, por supuesto, el gobierno. La crisis catalana ha sido sólo la excusa
que necesitaba la manada ultra para salir de su madriguera. Pero nunca
se ha ido. A España le huele el sobaco a franquismo.
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