eldiario.es · Hace 12 horas
-
La estafa de la homeopatía: en crisis
Esther Samper (eldiario.es) *****************************************************Hay un libro escrito a cuatro manos en 1983 por un psicólogo y un médico psicoterapeuta ambos alemanes Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, ambos de Munich, que es ya un clásico entre quienes se decantan por una visión inteligente -no sólo mecánica y mucho menos crematística- de los trastornos de la salud humana, que se titula La enfermedad como camino, y que da unas pautas prácticas muy interesantes para utilizar las patologías como herramientas introspectivas que al mismo tiempo que nos permiten conocer el origen íntimo de nuestras fragilidades, nos facilitan la sanación en el mismo proceso introspectivo.En España, siempre experta en la habilidad del rábano por las hojas, ese título se toma en sentido contrario: La enfermedad como camino... lucrativo. La enfermedad como negocio infinitamente rentable. Siempre habrá enfermedades en una sociedad enferma, así que a por ellas, oé. Semejante chollo no se puede desperdiciar. Así que, hále, p'alante y que no decaiga el forring office. ¿Qué las autonomías se ponen chulas con el tema de los presupuestos y exigen que lo de Euskadi se generalice y se acaben las bulas ppeppericias para comprar seguridad antilevantisca?, pues venga, saquemos la enfermedad y los medicamentos de paseo y a sus remedios de quicio financiero, que ante el panorama, seguro que hasta Compromís se arrodilla y deja de desafiar al poder legal, legal, legal...lo de democrática y cívicamente legítimo y éticamente lícito sólo son monsergas shin shentido común a estas altura de la movida del capital, ese mago infalible y omnipotente de verdad, -mucho más que diosh dónde va a parar- que doblega casi todas las voluntades, menosh lash de losh populishtash, bolivaristash, rashtafarish, terrorishtash y morralla shin clase, shin cashta, o shea descashtados, shin alcurnia, shin blashones, shin pedigrí y shin normash de urbanidad, que encima han eshtudiado inexplicablemente y she lash saben todash. Estos son los riesgos de tanta democracia malentendida, con becas y Erasmus a tutiplén, sin seleccionar la raza ni la alcurnia a la hora de conceder lash coshas. Estamos al borde del colapso y hay que actuar ya para que llegue cuanto antes y lo pillemos en un buen momento para invertir en él y no nos quedemos fuera de juego, que luego Mme Lagarde, el FMI, el BM, el BCE y Wall Street nos echan la bronca. Así que mejor, adelantarse que ser adelantados por la gentuza de coleta, melenash, barbash raras y chicash de barrio bajo con muy malas pulgas que se lo saben todo, en vez de estar calladitas en el escaño dejando la palabra a los hombretones que saben de lo que hablan, no como ellas, que deben obedecer al jefe aunque ocupen ministerios y presidencias para cubrir expediente de igualdad y que nadie nos tenga que llamar al orden establecido, muy a pesar nuestro, pero es lo que hay en estas moderneces populacheras y vulgaresh. Así que vamos al tajo antes de que sea tarde y se descubra el pastel de los porcentajes, se amplíe el cómputo de las cloacas emergentes y empiecen a salir en Salvados nuestros testaferros arrepentidos y los fiscales y jueces afines que se vayan muriendo en serie -agotados por el zarandeo constante- sean sustituidos por misántropos jurídicos que no se casan con nadie y no se mueren nunca hasta que se jubilan. Esto es Numancia y hay que resistir dinamitando antes de ser dinamitados por nuestra propia dinamita acumulada en cantidades ingentes a lo largo de los años de peperishmo deshatado y bienatado al mishmo tiempo. Shomosh una pparadoja total y hay que sacar tajada de ese mismo fenómeno. ¿Que hay mucha gente que se cura con la homeopatía que es baratísima, no produce secuelas maléficas ni efectos secundarios desastrosos y la puede preparar cualquier medicucho o farmacéutico de tres al cuarto que la hayan estudiado, sin permiso de Moncloa y recetándola en perjuicio de nuestros laboratorios patrocinadores de porcentajes y shobres-sueldosh? Pues a por ella, oé. Porque, a ver, ¿Cómo pueden curar unas bolitas blancas de agua y azúcar que vistas al microscopio se quedan en ná? Dicen que se hace con diluciones de un principio químico orgánico en proporción infinitesimal, o sea invisible al palpo, cuya eficacia e intensidad aumentan con agitar el preparado mientras se fabrica...y que desaparece en él y es más potente en su acción sanadora en la medida en que se agita más veces y desaparece más...que es una síntesis entre la mínima química y la máxima física, pero a ver, ¿quién va a estudiar esa tontería y creerse algo así, si como dice mi primo el boticario de la Universidad de Huston, no se puede saber qué tiempo va a hacer mañana ni qué nombre le van a poner a la nueva cepa gripal de la temporada ni qué efectos secundarios tendrá la nueva vacuna de moda ad hoc? Otra cosa muy distinta es ir a Lourdes en peregrinación a curarse de todo y en serio, no de chufla homeopática, sino en un viaje organizado por el Ejército y la Guardia Civil de Cospedal, -la Matahari y matatodo lo que pilla, como buena profesional de la defensa y de los anti/procuerpos armados-. Eso sí que es legal, legal, legal, curarse por la fe en la Virgen, que tampoco se ve, pero que ahí está el resultado: más de 800.000 euros del dinero público (que apoquinan los ateos y miembros de todos los credos con sus impuestos directos e indirectos, y que vosotros también pagáis, Carmen Montón, Esther Samper,(*) Guayopinto y personal que os publicita, activistas antihomeos y prohalópatas) invertidos en la sanísima, devota y patriótica terapia colectiva para agentes uniformados comodioshmanda. ¿Invertiría alguna vez el estado un presupuesto semejante en una investigación tontísima para que se sepa de verdad y con casuística real, comprobando su resultado en los enfermos, en qué consiste la homeopatía y en analizar por qué alivia y cura sin forzar el organismo, a tanta gente sin dejarle el cuerpo hecho unos zorros, y por qué al mismo tiempo que cura lo físico supuestamente arregla también lo psico-emocional? ¿qué tendrá que ver una cosa con otra, verdad? A vosotros lo de la física cuántica no os mola, ya se ve. Y tenéis todo el derecho a ello, lo mismo que la Iglesia lo tenía y lo tiene a creer que el sol giraba alrededor de la Tierra porque lo decía La Biblia escrita hacía mil años, aunque al mismo tiempo se equivocaba criminalmente al intentar quemar a Galileo porque había descubierto lo contrario en el tiempo presente, de entonces, claro. Eso mismo piensan los laboratorios farmacéuticos aferrados a la pasta fácil y a lo que les han contado e investigado con ratones y luego con cobayas humanos que pagan por ser carne de cañón en la segunda fase del método: ¿cómo va a ser seria una medicación que no produce reacciones fisiológicas como debe ser? Quien bien te quiere te hará papilla con sus desvelos terapéuticos y si la letra con sangre entra, imagínate cómo tiene que entrar la salud, ¿no?. En cambio, una puede y debe creer con fe ciega en la radioterapia y en la quimioterapia, porque se ve su acción sin impedimento alguno, sus quemaduras, sus alopecias, sus vómitos y cagaleras, sus reacciones cutáneas, neurológicas, musculares, óseas, circulatorias, fibromiálgicas, es evidente que esos preparados hacen efecto sin duda alguna. Lo matan todo, la enfermedad y al enfermo, que a veces supera las maldades clínicas, pero no para siempre. Tarde o temprano resurge el monstruo, pero esa vez el cuerpo que ha estado viviendo a base de medicaciones, ya no puede soportar otro episodio de espanto y el enfermo se larga casi voluntariamente ante el panorama de repetir curso y tal vez no contarlo después del palizón a muerte. Pero a pesar de todo ese suplicio "oficial" y subvencionado por la seguridad social, si es que no se recorta para gastarlo en lo de Lourdes o en medallas para la virgen, esa homeopatía sin currículum desastris adecuado a todo tratamiento legal no puede ser tomada en serio, xd! Su lugar es la hoguera y como ahora con el cambio climático la hoguera ha perdido mucho glamour y está en entredicho: vamos a presionar para que se imponga una buena ley que la prohíba y aplique el 155 sanitario a los enfermos que la usen, a los médicos que la receten y a los farmacéuticos que la fabriquen. Por ahí van vuestros dreams, ¿a que sí, premios Nobel de la clarividencia medicinal? La cara y casta miserable, dogmática y fervorosa de España es terreno abonado y caldo de cultivo de toda campaña feroz e ignorante, oé, oé. Sobre todo si se paga bien en dinero, regalitos u oportunidades profesionales o para cualquier cosa que dé beneficios al más corto plazo posible sin preguntarse por los efectos secundarios de sus actividades, tantas veces fechorías camufladas de actividad aparente e incluso inofensiva. A esa España de suburra moral los escrúpulos de conciencia no sólo le dan risa, es que le parecen tontunas y tiquismiquis perfectamente prescindibles; la única condición para cometer bellaquerías es que nunca se haga público ni se sepa lo que sea turbio y sucio y empañe el caché. En plan Pordiós que no se entere nadie, como escribió Jardiel Poncela, que conocía el percal patrio de primera mano. Y además en su incultura lanar y porcina (perdón a los hermanos animales sanos) esa especie incalificable no tiene práctica en algo diferente a lo que imponen los regímenes legales, así que traga con todo lo que simplemente le dé ventajas y comodidad. No tiene curiosidad, ni le importa nada en especial sino simplemente pillar algo que mole, rente y no complique. Pero que le valoren como propio y auténtico. Y sobre todo le mola mazo trepar chafando a otros, copiando a otros, destacando sobre otros, es decir, que sin robar ideas ni sacar provecho de los demás no puede hacer nada que no sea repetir las mismas muestras de la pizarra, day by day. Por eso es genial para ella que le paguen por enredar lo que hacen los otros. Ella sólo es el eco que repite la voz de su amo. Un terreno abonadísimo para experimentos opacos. Los franceses, alemanes, belgas, holandeses, suecos, checos, ingleses, austriacos llevan tantos años usando la homeopatía que cubre hasta las recetas de la seguridad social que los médicos dan a los pacientes y experimentando su capacidad curativa sin efectos negativos, jamás harían caso a semejantes infundios que sólo pretenden hacer la cama a los Bayer, Matrixx, Merck&Co, Novartis, Roche, Sandoz o Vertex.etc, etc...que viven y prosperan gracias a los efectos secundarios que provocan sus preparados. En el mejor de los casos, la química tóxica alivia síntomas, pero es incapaz de curar. Porque para ello es necesario que el organismo enfermo sobre todo cambie hábitos, alimentación, cuide su descanso, la gestión de sus emociones y de su trabajo, de su vida relacional y hasta cambie las condiciones de su casa. La ventilación, el ruido, la higiene...y su relación regeneradora con la naturaleza, el aprender a respirar conscientemente es la mejor vacuna. No es tan fácil ser médico. Está clarísimo que no es oro todo lo que reluce y que muchos son los titulados y pocos los eficaces. Para curar, además de ser un ciborg de bata blanca con estetoscopio y talonario de recetas incorporado, hay que amar al ser humano por encima de las propias ideas fijas, de las máscaras de carnaval Instagram y de los paripés sociales. Y lo mismo debería valer para quienes trabajan en la preparación de remedios farmacológicos. Por desgracia España es uno de los países donde se ignora desde la escuela la importancia de la deontología personal y profesional, que en Medicina se reduce a una asignatura de trámite, a un juramento más hipócrita y ritual que hipocrático y verdadero, que para nada garantiza una vocación, un estudio humanista de la salud en el ser humano, ni una conciencia responsable. Es cierto que tenemos una de las mejores coberturas sanitarias del mundo, como trámite, pero sin alma. Y es posible que en tal caldo de cultivo España una vez más, pueda estar siendo el conejo de Indias experimental de los laboratorios farmacéuticos en su campaña mundial para eliminar la homeopatía como medicina y remedio. Y desde luego no es porque sea un timo la homeopatía. Quienes fuimos curados y sanadas por esos medicamentos de humilde y simple preparación, cuando todas las "maravillas" al uso fallaban una detrás detrás de otra y nos empeoraban, intuimos la verdad de lo que pasa. La homeopatía es la denuncia materializada del negocio de los laboratorios. Que no viven de proporcionar salud sino de provocar enfermedades crónicas a base de remedios que alivian un resfriado pasajero pero pueden provocar una alergia crónica, o una hipersensibilidad que nunca se tuvo antes o lesiones gástricas, migrañas, hepatopatías yatrogénicas, esterilidad, inmunodepresión e incluso enfermedad de Crohn etc, etc y al vacunase contra la gripe cada año se garantiza que esa gripe no será aparatosa pero se manifestará en un rosario de trastornos y resfriados y neuralgias de poca monta que transformarán a los vacunados en clientes seguros de las farmacias durante todo el año...Sólo hay que leer los prospectos de los específicos para que a cualquier persona con dos dedos de frente se le pongan los pelos como escarpias. La homeopatía es inofensiva, no invade "para matar", al contrario hace que estimulado por la energía física del preparado ya más que inifinitesimal, el organismo se familiarice con el "peligro" y elabore su respuesta biológica, tanto en lo bioquímico como en lo anímico que también estimula los neurotransmisores, cuyo trabajo favorece la curación. Es una forma de vacunación pero mucho más intensa, eficaz y sin secuelas. La sutileza de la homeopatía no consiste en quitar achaques, un grano o un dolor, sino en armonizar todos los planos del ser: físico, emocional y mental. Es otra categoría antropológica. El médico homeópata es un galeno humanista, no un robot mecánico, como Charlot ironizaba en Tiempos Modernos, que diagnostica y aplica lo que otros le dicen desde una multinacional y que debe endosar no a las personas enfermas sino a los síntomas de la enfermedad como abstracción sintomática rentable para el negocio. La persona para ese sistema es un simple maniquí que lleva el traje de enfermo. La homeopatía marca una gran diferencia que cambia conceptos y experiencias, que libera no sólo al enfermo, sino, y sobre todo, al médico. Por eso son una élite de la honestidad sanitaria, al estilo del Doctor Peset Aleixandre, que funcionaba así. Seguramente por eso le mataron después de la guerra civil, y por la denuncia de un antiguo alumno que se apoderó de su cátedra en plan Caín total... y pensar que hasta le pusieron los fachas una calle a su nombre en Valencia, Dr. Marco Merenciano. Menuda pieza. Y hubo que esperar a la muerte de Franco para dedicarle al Dr. Peset una avenida y un hospital. No es extraño que en un mundo absurdo, dinerizado y sin alma ni corazón inteligente, la homeopatía sea un peligro para el sistema de los errores convertidos en horrores , donde la física y la química que pueden curar se emplean para enfermar y matar: guerras bacteriológicas, bombas atómicas, centrales nucleares mediante fisión del átomo que enferma y mata en vez de hacerlas con la fusión del átomo que es inocua. ¿Cómo ese mundo podría valorar algo que cura sus maldades convertidas en negocio? A saco con todo lo que no nos llene los bolsillos, a saco con la coherencia y con la humanidad, que de poco vale si no renta. Después de ver como se defiende a capa y espada la prohibición de la inocua, insignificante y modesta homeopatía, empiezo a preguntarme ¿por qué les molesta tanto que esté ahí, si lo peor que se puede decir de ella es que no hace nada y dan tanta importancia repentinamente a su inofensiva existencia, si en realidad ni pica ni muerde, ni contamina, y su efecto es mucho menos peligroso e inofensivo que las secuelas de las piruletas, las chuches, la cocacola, la cerveza, los calimochos, la carne, las frutas y las verduras tratadas con hormonas y glifosatos, el optalidón, la aspirina o el ibuprofeno? A lo mejor nos estamos pasando y deberíamos ir al psiquiatra por si estuviésemos sufriendo una epidemia de torquemaditis aguda, que puede hacerse crónica y endémica. Y eso sí que tiene gravísimos efectos secundarios, letales directamente, sobre la inteligencia colectiva. A ver si mi mosqueo va a resultar que tiene fundamentos científicos demostrables y hasta es verdad...Chi lo sa! (*) P.D. No quiero hacer de menos a nadie porque no tenga estudios universitarios. Jamás haría algo semejante. Pero me parece que sin ser médico, por mucha FP que se haya estudiado en la Escuela de Santa Teresa para ser técnico de laboratorio y que el único distintivo destacado sea estar premiada por una empresa farmacéutica como Roche, no ofrece ninguna garantía médica ni práctica para ir dando desde un periódico lecciones sobre la homeopatía ni sobre la halopatía. Otra cosa sería dar una opinión en un chat, o en un debate en las redes o tener un blogg personal, que es como escribir un diario puesto a disposición de una lectura libre. También es una responsabilidad para la prensa ofrecerse como tribuna para que entre sus comentaristas hagan publicidad contra o a favor de algo tan serio como la homeopatía que afecta a muchas personas a las que se puede confundir y engañar al servicio de intereses empresariales espurios en un sentido y en otro. Vale que el diario.es necesite suscriptores, pero es poco prudente colocarles de columnistas, así de entrada, sólo porque paguen para decir cualquier cosa. Bien están las cartas al director para dar una opinión sobre cualquier tema, pero mejor quedarse ahí cuando no se da para más y alguien tendría que hacer de stop, poniendo condiciones para publicar, como por ejemplo no hacer parroquia desprestigiando una forma de tratamiento que si en el resto de Europa goza de una merecida garantía desde mucho antes de que en España se conociese, se utilizase y se comercializase, y está reconocido y no se ha prohibido por la OMS por algo será. Aunque sea por respeto a los lectores se debería ser un poco exigentes al menos con las garantías de que quien escriba sobre un tema no lo conozca sólo de oídas o de contadas. Se puede ser una estupenda clasificadora de sustancias en el microscopio pero eso es una especialidad limitadídisima a la hora de abarcar el conocimiento de la medicina y de la biología. La señora de la limpieza limpia mejor que un médico, qué duda cabe, pero el médico diagnostica y puede curar enfermos y ella no. El que una empresa de detergentes convencionales haya premiado a la señora de la limpieza por su magnífico trabajo con el mocho, no significa que ella esté en condiciones de escribir una columna explicando lo malos que son los detergentes ecológicos dela competencia, que ni siquiera ha usado nunca. Si los hubiera usado no tendría motivos para descalificarlos porque en realidad son tan eficaces como los convencionales y encima son biodegradables e inocuos para el medio ambiente. Pues eso es lo que hay en este caso. No todo vale a la hora de recoger pasta y clientela, sobre todo cuando se va criticando la falta de coherencia y de ética de los demás y los males de esta sociedad. Es una pena que el dinero lo compre todo. Y muy triste no reconocer que nuestra libertad de información también tiene un precio. Está claro que la homeopatía no es ni será una estafa mientras existamos personas que hemos vencido enfermedades con ese tratamiento después de haber pasado un calvario de años con la halopatía que sólo nos hizo empeorar. Pero sí puede que lo sea colocar como columnista a quien no sabe lo que dice y en su ignorancia interesada está al servicio del engaño farmacéutico. Me pregunto por qué eldiario.es no invita a Teresa Forcades a escribir una columna sobre el tema y por qué firmas como Maruja Torres e Isaac Rosa han dejado de escribir ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario