lunes, 20 de noviembre de 2017

El bola (Pelicula Completa en Español)




Con el clima educativo que relata esta película, tan frecuente como las violaciones, e incluso, en sí mismo una violación constante, la consecuencia  más lógica y trágica, es que la sociedad sea en sí misma una manada de seres proto-humanos, dañinos y crueles, que simplemente sobremueren intentando sobrevivir contra sí mismos y mismas. Si ya la educación viene marcada como las reses, a hierro y sangre por una hipocresía que sólo supera la brutalidad.
Las denuncias desesperadas de las mujeres en este clima son como la quimioterapia para agonizantes si no se toma conciencia de en qué estado vegetamos desde siempre, todos y todas. Todo machista ha tenido una madre que le ha podido educar de un modo o de otro, pero lo hizo con el peor: el patriarcado no hubiera sido posible sin la cooperación, obediencia y mímesis femenina por los siglos de los siglos. Ninguno de los dos géneros está al margen de la misma evolución. La inteligencia es la misma para ambos, aunque con matices distintos. Y ya no estamos en el contexto de ignorancia e incultura de la primera mitad del siglo XX. Y mucho menos a la altura de siglos pasados. Toda mujer y todo hombre tienen la responsabilidad de no resignarse jamás a la humillación, ni al desprecio, ni a ser marionetas en las manos del bestiajo de turno, sea cual sea su género. La educación en la libertad no puede reducirse en la escuela y en casa a cuatro explicaciones sobre mecánica sexual reproductiva y a colocar condones como prevención higiénica o anti-reproductora.
Sobre este tema recomiendo ver otra película muy ilustrativa: La fuente de las mujeres de

 La fuente de las mujeres

La educación de nuestro sistema tiene un fallo estrepitoso al separar la esencia humana en compartimentos estancos, que para esa escuela de cretinez y moralina, no interactúan ni tienen nada que ver entre sí. De modo que la educación es sólo una domesticación formal para controlar conductas, pero nunca para crear conciencia y toma de tierra en la realidad que convive socialmente. 

Falta una vía que desde niñas y niños nos enseñe a conocer en la praxis quienes somos y de qué cualidades y herramientas podemos disponer para no ser objetos alienables y manipulables en vez de individuos sociales e inteligentes emocionales. Nadie nos habla claro y lúcido, sino entre líneas y de refilón. Nadie nos enseña a reconocer y a distinguir las emociones, los instintos, los deseos, los sentimientos y las ideas, ni a ver el sexo en los seres humanos como una expresión del ser -más allá de la mecánica natural de los animales de cualquier especie-, de humanidad, de bondad, de ternura y de amor, que se distancia muchísimo de una simple fuerza placentera y divertida, con la posible consecuencia de un embarazo improcedente que hay que evitar mientras no se es autónomo ni se tiene un  medio de vida propio. No se puede educar con acierto por intereses y por tabúes, por miedo y por prejuicios tanto por abundancia de represión como por falta de conciencia. Ser criaturas sexuadas, con unas hormonas y unas cualidades determinadas, ser atractivas/os para el otro sexo no puede convertirse en el motor de nuestras vidas ni en el único camino de nuestra felicidad. Somos mucho más que muñecos/as de feria sexual, expuestos en las barras de los bares como señuelo de los instintos y la superficialidad de una líbido borderline reflejada en el convencionalismo sexista que exige "estar buenos y buenas" para seducir o/y ser seducidas, como los perros  se seducen mutuamente oliéndose por la calle; si no sabemos que somos las y los dueños y dueñas de nuestra dignidad, de  nuestra integridad y de nuestra libertad. 

No es posible ni compatible la pérdida de una misma/o en las garras de otro/a, con el mantenimiento de nuestra integridad psicoemotiva. Los tíos tienen asegurado el repugnante éxito de la seducción por barbarie sobre las mujeres en general. Pero las mujeres en registro primario, cuando encuentran a un hombre más débil podemos llegar a ser terribles y verdaderas mantis religiosas (conozco algunas y no pocas, que dan miedo), eso sí, sin ejercer la fuerza física que no suele ser su especialidad, pero que en cambio sí es la fuerza racional emotiva no menos grave que la fuerza bruta, aunque más camuflada a primera vista. Creo que ejercer eternamente de víctimas a mogollón es resignarse a una dinámica patológica y no hacer un ejercicio autocrítico no nos ayuda en absoluto a romper la maldición de la desigualdad y del machismo patriarcal que nos mata. 

Hay una realidad palmaria: no podemos cambiar la testosterona masculina en bálsamo bebé. Sólo la educación desde la infancia y la juventud puede ayudar a que esa hormona acabe sometida por la inteligencia del corazón o sea por los sentimientos humanos de verdad y no a medias con la brutalidad y una falta absoluta de madurez a la hora de pedirse uno y una misma responsabilidad propia. Y eso se aprende en casa y en la escuela, sobre todo a través de las conductas de quienes nos rodean, mucho más que por las normas teóricas que se nos imponen y exigen. No es posible educar de verdad sin ver ejemplos y modelos vivos de esa educación que se desea impartir, tanto en hombres como en mujeres. ¿Qué educación nos remite la publicidad, las series de tv de mensajes demoledores, el concepto de diversión siempre unido al de ligar simplemente para pasar el rato jugando al sexo y creer que esas dinámicas no pasan factura y que todo es una peli de Hollywood...donde el príncipe y la cenicienta de turno o la bella y la bestia se enamoran y todos felices comen perdices. Y todo es Pretty Woman. Un putón verbenero que la generosidad del chico guapo y millonario, of course, convierte en una mujer maravillosa. Mientras esos paradigmas se veneren, se premien y se admiren, está claro que  seguirá habiendo atentados terroristas de los machirulos contra las mujeres que  se les pongan a tiro, a  los que llamarán "amor", "pasión", "atracción fatal","rollo consentido" por la víctima, o cualquier eufemismo similar que  justifique atrocidades cometidas contra el miembro más débil del entuerto parejil. 

Mientras la sociedad se despereza, despierta y espabila, y cambia los métodos educativos y las legislaciones ad hoc, nosotras no podemos ni debemos estar al alcance ni al nivel de tanto Jack el destripador en serie. Tenemos que ponernos a salvo de tanta patanería. Preguntémonos ¿qué les atrae de nosotras a esas bestias pardas capaces de lo peor en un arranque hormonal incontrolado? Y una vez descubierto el panorama no arriesguemos nuestra integridad física y psíquica haciéndoles el juego como barbies gilipollescas. 
A ver, ¿alguien con dos dedos de frente y aue valga la pena se pone a correr como loco delante de los toros por muy Sanfermín que sea? La verdad es que para hacer estupideces  y fanfarronadas de ese tipo hay que estar fatal y lo mismo vale para quienes se sienten atraídos por semejante destarife deshumanizado; ¿qué se puede esperar de un borrachuzo que se pone hasta arriba de cualquier sustancia y animado de ese modo se nos insinúa fogosamente sin tener ni puñetera idea de quién eres ni de cómo eres mientras te propone que vayas a su casa como lo más normal para daros un repaso mutuo en intimidades de las que se ignora todo  y estando el patio como está? ¿De verdad, de verdad, te apetece encamarte con lo primero que te encuentres por ahí o en un bareto tomando algo? Sólo se apuntan a semejante estropicio asegurado quienes tienen la autoestima underground absolutely y eso no lo cura un ligue ni una pareja estable, hace falta una terapia que ayude a descubrir que una no se merece medios días habiendo días enteros. Tanto ellas como ellos. Ya no se trata solo de la machirulez endémica, sino del contagio de ese estado lamentable a las mujeres, que seguramente abducidas por los mensajes de una sociedad totalmente trastornada, llegan a  desear que la igualdad les permita ser tan cretinas como ese tipo de hombre, que cree ser libre para machacar y machacarse mientras machaca y bate el récord de una  estupidez chulesca y miserable. Si te enamoras o le tiras los tejos al monstruo de Frankenstein o a un Arturo Fernández cualquiera y tu ideal de relación parejil es "Aquí no hay quien viva", no pretenderás que te correspondan el Apolo de Belvedere o Erasmo de Rotterdam, bonica meua.


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