Patricia Godes
La moda de los festivales en España data de
1995 cuando unos madrileños convencieron al alcalde de un pueblo. La
emisora musical del régimen y la mayor corporación mediática del país lo
jalearon con entusiasmo.
Dos décadas después, cada
localidad tiene su festival en sustitución de las antiguas romerías:
conocer a las mozas forasteras, beber hasta el amanecer y poner en un
impasse momentáneo el imperio de la ley. Los artistas internacionales
aumentan su caché a capricho y, como estábamos en socialdemocracia, las
instituciones entraron a saco con dinero público y ningún
discernimiento. En la provincia de Castellón, la Diputación de Carlos Fabra llegó a regalar 356.000 € a
empresarios festivaleros cuando se necesitaba una cantidad parecida
para evitar el cierre de un centro de Alzheimer. El festival se sigue
celebrando y el centro de Alzheimer cerró meses después.
Con variaciones estilísticas en sus carteles, todos los
festivales veraniegos son intercambiables tanto en el Estado Español
como en Europa. Los dos macro festivales urbanos barceloneses serían una
excepción y, a punto de celebrarse su tercera edición en Riaza,
provincia de Segovia, es preciso ocuparse de Huercasa Country Festival.
“Huercasa organiza y patrocina el festival a pelo: no hay ningún tipo
de subvención publica ni ayuda de ningún tipo”, dice Ana San Romualdo,
portavoz del Huercasa Country Festival. “El presupuesto lo aporta la
empresa tal cual. El ayuntamiento de Riaza nos cede el campo de fútbol,
nos deja contenedores de basura, vallas, etc. pero lo las aportaciones
económicas en cash son de Huercasa al 100 %. Lo que se recupere será por
venta de entradas o en las barras, pero no hay un solo euro de
aportación pública”.
Este atípico festival se celebrará los próximos días 8 y
9 de julio con actuaciones de The Turnpike Troubadours, quinteto de
Oklahoma, ecléctico y estimulante, y The Mavericks, que no necesitan
presentación para los aficionados a la música norteamericana de raíz. La
marca Huercasa empezó a sonar en el mundo musical hace tres veranos,
con la primera edición del festival y el concierto de The Jayhawks.
Huerto orgánico entre la música
“Huercasa es una empresa de Sanchonuño, un pueblo de Segovia aún más
pequeño que Riaza”, explica Ana. “Se dedica a los productos vegetales.
Remolachas, patatas y mazorcas de maíz cocidas y envasadas al vacío para
ensaladas. Tienen un tratamiento térmico pero sin aditivos ni
colorantes, totalmente natural”. “¿Cómo nos da por montar un festival de
música?” continúa la portavoz. “Nuestra empresa da bastante importancia
a valores como la vitalidad del mundo rural, la alimentación saludable,
el respeto al entorno y al medio ambiente, a los otros, a los animales,
etc.
¿Cómo hacer visibles estos conceptos? ¿Cómo
entrar en contacto y formar comunidad con el montón de gente convencida
de estos valores? Nos pareció que la música es algo amable que gusta a
todo el mundo y podría ser una buena vía. En vez de patrocinar un
festival que ya estuviera hecho, decidimos montar uno a nuestra medida”.
“Estamos muy contentos porque este año los cabezas de cartel son muy
animados y es muy importante que el público termine bailando”, dice la
portavoz, que tiene a su cargo la comunicación de tanto de la empresa
como del festival. “Mi favorito”, continúa, “es Sam Outlaw que toca el
sábado antes de los Mavericks. Sam actuó en acústico hace un par de
meses en Madrid, me encantó y tengo muchas ganas de verle con su grupo.
El disco que va a presentar, que se titula Angelino, tiene unas canciones fabulosas”.
El cartel lo completan la cantautora canadiense Whitney Rose, HCF All
Stars Band, grupo creado exclusivamente para el festival, y Ryan Bingham
ganador de un Oscar, un Globo de Oro y un Grammy en 2010 por The Weary Kind, tema central de la película Corazón Rebelde de
Jeff Bridges. “Crecí escuchando country del viejo y rock & roll”,
se presenta el cantante. “Aún me gustan Bob Wills y Marty Robbins lo
mismo que Jerry Lee Lewis y Chuck Berry. Probablemente mi lado
tradicional es más fuerte que el contemporáneo“.
Folklore segoviano
Riaza, en la provincia de
Segovia, tiene unos 2.200 habitantes y se encuentra a 73 km. de Segovia
capital y a 117 de Madrid. “El público de Riaza y de Segovia es
minoritario. La mayor parte de los asistentes son de Madrid. Son
aficionados al country o al line dance: muchos sombreros, muchas botas
trabajadísimas, muchas camisas bordadas. No solo les atrae la música
sino toda la parafernalia. Para muchos es toda una filosofía de vida,
son entusiastas de la americana, del country y del line dance”,
continúa Ana.
¿Americana y country en la vieja
Castilla? Como mínimo puede resultar chocante incluso surrealista.
Imposible pensar en un festival de romances, fandangos, jotas y
seguidillas castellanas en el corazón de Texas. Aunque Ryan piensa que
sus paisanos iban a disfrutarlo mucho: “Hay mucha gente en mi pueblo
natal en Nuevo México que hablan español a los que les encantaría.
Conozco a mucha gente a quienes gusta la música española incluyéndome a
mí”. Por su parte, Ana San Romualdo tiene una sabrosa anécdota: “En
1964, mi abuelo que era dulzainero y mi padre, que era un chaval y
tocaba el tambor, estuvieron con un grupo de danzas de la Sección
Femenina en la Expo Mundial de Nueva York, actuando en el pabellón de
España y en el Radio City Music Hall. Tuvieron una gran acogida y gustó
mucho el folklore español, así que si se hiciera algo así, igual en el
corazón de Texas gustaría, aunque, por ahora, la verdad es que no lo
veo”.
¿Por qué la música country? “Se trata de una
música muy apegada al mundo rural norteamericano” responde la portavoz.
Además es reconocible en todo el mundo. Nosotros vendemos productos a
los franceses, suecos e israelíes, etc. El folklore segoviano puede
dejarles fríos pero el country lo conoce todo el mundo”.
Terminemos con unos consejos para los que se decidan a viajar el día 8
hasta la meseta castellana. “Hay que traer chaqueta”, dice Ana. “El año
llegamos a 38º, pero a las 2 de la mañana me tuve que abrigar. Y no
olvidarse la gorra o el sombrero y la protección solar”.
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