lunes, 18 de julio de 2016

El plumero de Erdogan



El 'golpe' militar en Turquía tiene un perfil cada vez más claro. Apesta a autogolpe erdoganí. El gobierno turco lo tiene cada vez más complicado, ante una sociedad inquieta, que duda entre islamizarse discretamente en progresión geométrica, en plan 'que nos quedemos como estamos, que podría ser peor' o/y occidentalizarse por completo en plan  democracia laica,  como trató de hacer y casi consiguió Atatürk al comienzo del siglo XX llevando a su país hacia la apertura y al fin del imperio Otomano para convertirse en república, (o sea, lo contrario de lo nuestro, ains!), hasta acabar integrada en Europa y luego en la OTAN que es como Eurovisión pero en plan destroyer; una tesitura difícil en una zona estratégica siempre en vilo, amenazada por todas partes y rota por dentro con el asunto kurdo sin resolver, más la vecina Siria en guerra civil, el peligroso Israel a un tiro de piedra, el vecino Irak por los suelos y destrozado por los "amigos" de la democracia universal más el Isis, criatura frankesteiniana nacida por fecundación in vitro entre la OTAN y el  fanatismo de un califato on line, tan rarito y desproprocionado como lo de Bin Laden y la criptonita del Pentágono y ahora para más inri, añadiendo a Turquía como marciana zona cero en el tema refugiados-UE.

Es completamente lógico que en la sociedad turca desestabilizada y dividida, aumenten las exigencias democráticas y en paralelo el miedo a la democracia con el natural desajuste y subsiguiente descontento por ambas partes. Solución: un golpe de estado de diseño, para estabilizar ambos sectores. Un remedo turco del 23F español. Pongamos al límite a una sociedad dividida entre el cambio y el miedo al cambio. Llevémosla al extremo exagerado de la inestabilidad sacando a la calle los tanques y al mismo tiempo hagamos que con el intento levantisco se auto-desenmascaren los militares revoltosos e  inconformistas, al mismo tiempo que aseguramos la confianza en el líder o en el trono, y el poder del presidente, o del rey, que tanto monta cualquier cosa que mande en plan supremo, simbólico o real, que  a estas alturas ya no se distinguen ambos matices. Sólo así se comprende y tiene sentido que Erdogan agradeciese públicamente a Allah el magnífico milagro del oportunísimo 'golpe', aunque haya costado la vida, -según cuentan los medios que no investigan porque no da tiempo con las prisas y solo copian noticias-, a tantísimos ciudadanos, cuyas vidas deben ser simples peccata minuta comparadas con el heroísmo de liquidar de un plumazo una traición a la patria de tal envergadura. Es alucinante.

Así encajan las piezas: el golpe no ha sido un golpe, sino un desfile de marionetas desorganizado y caótico, aposta. Da la impresión de que hubo muchos más preparativos de boquilla que de estrategia y táctica. O sea, que se animó a hacerlo con mucho empuje y promesas, contando con muchos más recursos de los que en realidad había disponibles, así es natural que todo de repente se desinflase en pocas horas como un globo sin atar. No salieron  a calle ni la mitad de efectivos que estaban programados. Solo la gente, se supone que arengada por los medios de comunicación transmitiendo mensajes confusos pero tajantes en el tono. No da la sensación de que haya habido tantos muertos como cuentan las autoridades, en las imágenes la gente sonríe y se carcajea en medio del ataque...y hasta puede que a lo mejor no haya muerto nadie y esas cifras terribles sean un farol para cubrir expediente internacional y amedrentar a los turcos y turcas con ganas de cambio.  También cabe la repugnante posibilidad de que hasta los muertos sean verdad y estuviesen calculados. De esas polvaredas solo pueden salir ciertos fangos. Sólo así se explica que la policía acorrale al ejército y el "pueblo" se ponga a jugar al truco delante de los tanques. Como si se tratase de la revolución portuguesa de los claveles. 

Seguramente Turquía también cuenta con la habilidad rocambolesca de algún general Armada que ha sacado las castañas del fuego al poder erdoganí y con la capacidad taurina para embestir de un Tejero crédulo y furibundo que ha mordido el anzuelo de la revolución y que al cabo de un rato, y una vez colocadas las banderillas, se ha tenido que rendir sin más al estoque del maestro terminator. Más que un golpe militar ha resultado una especie de chirigota grotesca que ha servido retorcidamente para arrimar el ascua totalitaria a la sardina pseudo democrática del gobierno actual y de paso recuperar "por clamor popular" ese comodín de las tiranías que es imprescindible para todo dictador comme il faut: la pena de muerte, que según dice Erdogan, ya  se la está pidiendo el cuerpo político y social. Y además el tufo a chamusquina se nota mogollón hasta en la sincronicidad de un "acojoning" que parece programado entre Niza y Estambul. Demasiados cabos nada sueltos.

Lo chungo que tiene el terror como arma de guerra sucia es que la humanidad y su resiliencia se adaptan, más pronto que tarde, a todo lo que no pueden eliminar y acaban por aprender a vivir con las mejores condiciones posibles en las peores circunstancias y que a base de prodigar tanto canguelo por todas partes se acaba asumiendo y confraternizando hasta con el pánico y a salir de copas o a irse de vacaciones con él, con el convencimiento de que nadie tiene un certificado de inmortalidad asegurado, ni siquiera el club Bilderberg ni  Donald Trump, y que en vez de irse  consumiendo poco a poco, envenenados por medicamentos que deben pagar a precio de oro o descuartizados por médicos que más que curarles solo investigan en sus cuerpos maltrechos, con las pensiones ya en extinción y el futuro viejoven en idénticas tesituras, pues, que tal vez no sea tan malo pasar al otro barrio de sopetón como  soportar años y años en un infierno sin pies ni cabeza y sobre todo sin alma ni conciencia, gobernados y exprimidos por  merluzos crueles e insaciables de poder, capaces de lo peor convencidos de que es lo mejor. Para sus negocios y chanchullos, claro. 

la verdad, no vale la pena tanto esfuerzo y tanto gasto de pasta y desgaste de los egos mandamases, para acabar en la indiferencia del trámite acojonador urbi et orbe, al que la gente se acaba acostumbrando sí o sí con el entrenamiento diario que les proporcionan gobiernos terroristas económicos de la mano del terror militar y paramilitar en cuenta gotas. En realidad nos vacunan constantemente con una profilaxis metódica super-eficaz y la prensa del sistema es la enfermera más profesional inyectando el tratamiento. Fotos horribles por aquí, reportajes espantosos por allá, noticias que alternan la vacuidad con la truculencia, estupideces discursivas por todas partes, feísmo a tutiplén combinado con emociones primarias deleznables y neuróticas que acaban por aburrir hasta al más sensible. Las energías oscuras se están luciendo como maestras de la evolución. Después del doctorado en ellas, la masa crítica de humanidad que lo sepa aprovechar  en positivo creciente y sano, va a estar irreconocible. Hecha un pincel. Serán los supervivientes de verdad, por méritos propios. Los limpios de corazón, libres del miedo, del  odio, de la violencia y de los peores instintos, los que poseerán la Tierra y harán de ella el reino de los cielos. Eso que nos explicaron tan claramente Jesús y Karl Marx. Por cierto, judíos ambos. Como Hannah Arendt, Jodorowsky o Daniel Barenboin. Qué cosas.

Caminante, son tus huellas
 el camino y nada más.
Caminante, no hay camino, 
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en el mar. 

                    Antonio Machado

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