domingo, 31 de julio de 2016

La coherencia jurídica

 

31/07/2016 (eldiario.es)
     

El asombro es el estado de ánimo más lógico del ciudadano democrático español. Mariano Rajoy, candidato del PP y presidente en funciones del Gobierno de España, aceptó el encargo del rey de formar Gobierno y, al mismo tiempo, dejó abierta la posibilidad de no presentarse a una sesión de investidura. Al día siguiente, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría confirmó esa posibilidad y, por si fuese poco el disparate, esgrimió el siguiente argumento: “Antes que la coherencia jurídica están la política y la personal”.

El ciudadano democrático se queda perplejo al oír esta justificación en boca de la vicepresidenta. Recuerda, entre otras muchas cosas, que es la misma idea utilizada por Oriol Junqueras, Neus Munté y otros políticos independentistas catalanes para justificar una posible declaración unilateral de independencia que se salte a la torera la convivencia constitucional.

Sobre la desfachatez y la falta de educación democrática del PP no hay que insistir. Pero estas torpezas de Rajoy y Sáenz de Santamaría aluden a un problema mucho más serio: la sustitución de la política y la ley en las sociedades actuales por la manipulación mediática de los instintos de la gente. Se trata de convertir el Estado en un programa de telebasura. El jurista italiano Luigi Ferrajoli denunció en un libro memorable, Poderes salvajes (Trotta, 2013), la sustitución de la democracia constitucional por una muy manipulable democracia plebiscitaria.

Las leyes pertenecen a la ciudadanía. Son las leyes, frente a las fuerzas naturales o militares, las que nos otorgan la condición de ciudadanos y ciudadanas. Y de la ciudadanía depende cambiar las leyes cuando se consideran injustas o no adecuadas a la realidad cambiante de una sociedad. La idea de Constitución como libro abierto, adaptado a las realidades en movimiento de una nación, supone una buena perspectiva democrática. Pero saltarse sin más las leyes a la torera, sin molestarse en cambiarlas, es volver a la ley de la selva, hoy en manos de la especulación mediática y la civilización del espectáculo.

Hemos visto al digno pueblo turco pedir que se reestablezca la pena de muerte. ¿Atraso de los turcos? Pensemos lo que hemos visto también en la Italia de Berlusconi, en la Europa que viola el derecho de asilo en sus fronteras, en la España que aprueba leyes mordaza en nombre de la seguridad y pide mano dura, endurecimiento del código penal, cada vez que un medio se recrea con los detalles de un crimen. El trabajo de los juristas, los sociólogos, los políticos, es decir, la utilidad del saber que da soluciones, queda fuera de juego ante la santa indignación que clama venganza o pide la comunión bajo una idea.

El ciudadano democrático está acostumbrado a explicar estas cosas en la barra de un bar, el asiento de un taxi o, incluso, en los domicilios particulares a la hora de la sobremesa. Pero tener que explicárselo a un presidente de Gobierno o a una vicepresidenta es un triste síntoma de la degradación a la que puede llegar la democracia.

La tristeza es otro estado de ánimo frecuente en el ciudadano democrático. Supongo que muchas ciudadanas democráticas se sentirán tristes al ver que hace falta un rey para encargar la formación de Gobierno. Supongo que muchos ciudadanos se sentirán tristes al ver que no se negocian procedimientos democráticos para que se pueda votar en las urnas la articulación territorial de un país. Supongo que muchos ciudadanos y ciudadanas…

Se puede ser republicano, como yo. Se puede incluso no ser independentista y respetar con convencimiento el derecho democrático a la autodeterminación, como yo. Pero el camino para conseguir una República o la libertad de decisión no es cancelar la democracia constitucional, sino hacer política para cambiar las leyes que ya no nos parecen legítimas. Uno puede obedecer a sus sentimientos en el ámbito privado y vivir de acuerdo con ellos. Pero invadir con sentimientos personales el ámbito público deteriora la democracia y sólo sirve para añadir confusión, paralizar posibles soluciones y provocar malas salidas. Se suele pasar de lo malo a lo peor.

Y una última cosa: permitir que el PP de Rajoy gobierne de nuevo supone una renuncia a la política del Parlamento español. Un pueblo que admite convivir con la corrupción en grado tan espectacular es un magnífico ejemplo de sociedad en la que los instintos bajos han invadido el ámbito público. 


::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::  

Grazie mila, caro Luis por estas reflexiones imprescindibles; rememorando al también querido Luigi Ferrajioli y su magnífico análisis de los poderes salvajes que nos aplastan la conciencia, la dignidad, los derechos y la vergüenza, por los cuatro puntos cardinales, haciendo tabula rasa de cualquier manifestación de decencia, legalidad legitimada por el buen sentido de la ciudadanía supuestamente democrática y por la licitud moral del bien común que debería ser el eje de ese totum revolutum incoherente a tope salvo en la indecencia como programa, en unas políticas que hasta ahora han repartido más disgustos que equilibrio y felicidad civil; no hay que olvidar los mantras premonitorios de Gallardón, (para quien "gobernar es repartir dolor") y de Fabra Andrea, directamente y sin remilgos: "que se jodan", refiriéndose a los millones de desempleados. 
No sé de qué nos extrañamos si después de semejante declaración de intenciones previas al desguace, las cosas van como van. Es decir, cómo van para el pp&company  y no van para nadie más.

Al parecer en nuestro caso, como en el de Italia, poseemos un humus básico freático, en lo más hondo del inconsciente colectivo, impregnado de un compost católico-imperial-mussoliniano-franquista-berlusconesco-ppeppero-mafioso legalizado, que tumba. Y una se acaba preguntando si lo que una ve sólo es cosa de una, que a lo mejor está viendo visiones, ya que el resto en general, no parece coscarse, con la suficiente nitidez, de lo que hay y de lo que no puede haber mientras esto ande como va hasta ahora y desde siempre que es lo peor. 

Si escarbamos y miramos bien en lo escarbado por el tiempo, los olvidos consensuados de cacique saliente a cacique entrante, estupendamente avenidos, se comprende muy bien de qué va la cosa y del poquísimo arreglo que tiene. La dictadura corrupta se ha convertido en un paradigma, en un arquetipo instalado en la memoria psicoemocional colectiva  de los europeos del sur, que lo mismo acoge bajo palio y da la comunión diaria a un genocida, como Franco, antes firmar penas de muerte, o que como los mafiosos italianos, dan las órdenes de exterminar enemigos cifradas en pasajes de la Biblia, mientras rezan el santo rosario y le encienden velas a San Serenín del Monte para que les proteja y ayude en el noble empeño que llevan entre manos.  


Todo ese espectáculo que debería ponernos los pelos como escarpias es gestionado, mareado, adobado, triturado y cocinado en plan thermomix por unos medios impúdicos, pero que no saben que lo son por falta de referentes pedagógicos y  tangibles, y que hasta se consideran 'normales' mientras consiguen que su normalidad sea la misma que la de sus audiencias, lectoras y espectadoras, en un feed-back de lo más rentable en todos los aspectos, menos en los de la coherencia, la ética, el pudor, la democracia real, la justicia en limpio y la política decente y eficaz. Como esa inercia toma y daca nunca se rompe, -al menos en España no se ha roto jamás de un modo decisivo, aunque tímidamente lo ha iniciado el 15M y se ha intentado "reciclar" por el sorpassazo de podemos- es prácticamente imposible salir del bucle de la indecencia. Por ejemplo, los casos de Echenique, Monedero o Errejón, aunque sin ser delincuentes como el pp, indican el grado de grosor e insensibilidad ética de los que pretenden apoderarse del patrimonio de la decencia política per medio de la simplificación de las castas, que no es una regeneración democrática y social, sino una nueva cultura basada en algo que nunca hemos tenido de verdad en nuestra sociedad: ética personal y moral cívica. Algo superfluo y hasta surrealista para quienes han heredado una programación  emocional ideológico-religiosa, -aunque ahora sean ateos-, en que todo se arregla con el perdón de los pecados en privado, de tapadillo y bajo secreto de confesión. Todo es tinieblas, oscuridad, susurros en voz baja, chismorreo, dobles caras y fariseísmo a tutiplén. No es extraño que Cañamero o Sánchez-Gordillo asusten tanto a los miembros de la cacicracia como a los mismísimos miembros del estrato social más ignorante, desasistido y empobrecido. No es extraño tampoco, que el peculiar Kichi, se cuelgue el medallón de alcalde hasta para ir al baño y que suelte en los plenos municipales sentencias humillantes como: "yo tengo una carrera y usted no", a las mismas bajuras de Ana Rosa Quintana

Es muy triste, pero lo que lleva sembrándose siglos en el alma de un pueblo no se erradica en cuarenta años de democracia acomodada al concepto caciquil de le democracia misma, que ya nació con taras importantísimas, como que el franquismo nunca haya sido juzgado ni condenado a la reparación histórica, porque, precisamente estaba y sigue estando representado en la misma parodia democrática que padecemos, primero por el lavado de cara de Alianza Popular y ahora por el pp y c's. En España no hay ningún partido señalado de extrema derecha como lo fue Fuerza Nueva, precisamente, porque no hace falta: el pp ha sido durante cuatro décadas el maquillaje perfecto para ese menester, en el que ahora tiene un aprendiz de brujo: Albert Rivera y sus huestes. La máscara ideal, el bótox, la liposucción, los rayos UVA, el lifting y el peeling, de la vieja guardia que dio el golpe militar y arrastró a los españoles a tres años de guerra fratricida hasta conseguir que España se convirtiese en una infinita necrópolis de cunetas, cementerios y paredones en los que además de los cadáveres se fue enterrando el alma, la conciencia, la memoria y la inteligencia colectiva. Que se ha sustituido por la comodidad superviviente, por la planicie cognitiva y neuronal, solo disponible para lo inmediato, lo que se compra y se vende, lo que se acumula o se pierde. Lo que genera una apariencia aceptable, auque sea regulada por una inaceptable inmoralidad "legal", de la que Rajoy, Aznar, Botella, Rato, Aguirre o Soraya son verdaderos modelos ejemplares. 

 España se ha convertido con los años en un callo impermeable en la piel de la sensibilidad verdadera y en una picajosa mesa de juego, en un casino sin futuro; como la metáfora de Las Vegas: una avaricia condensada entre máquinas tragaperras en medio de un desierto patético, en un secarral  educativo, un pedregal ideológico, un desecho cultural, social, económico e inhumano. Una mierda, con perdón de la mierda, una mierda como aquella en la que muere hundido el tirano en  El otoño del Patriarca de nuestro añorado  Gª Márquez y sobre la que, en versión española, flotan zombies dinásticos, institucionales, desconstituyentes, corruptos hasta no decir basta jamás. ¿Cómo no va a estar triste quien se dé cuenta de una realidad semejante? 

Una saca conclusiones y piensa que, tal vez, Ratzinger, el papa dimitido, estuvo lúcido cuando suprimió el purgatorio de la lista de los lugares punitivos en el más allá. Debió comprender que ese purgatorio es este plano de la existencia. Del más acá. Y hasta que no se aprendan las lecciones que escarmientan y dejemos de repetir mecánicamente los tics heredados, seguiremos en las mismas ad infinitum. Realmente la liberación está en manos de la conciencia, por eso mismo, si una capa de oscuridad programada por dictadores, poderosos y gerifaltes desde hace siglos, impide el despertar y la construcción del alma y de la conciencia, seguiremos en el purgatorio terrenal hasta que a base de contaminarlo y destrozarlo, lo dejemos hecho unos zorros y nuestra especie se extinga para siempre. A lo mejor no es tan malo como parece así, dicho de sopetón. Quizá la in-humanidad es una plaga antibiótica en la galaxia y lo mejor es que la propia plaga se extermine a sí misma por agotamiento de recursos y toxicidad endógena que se va convirtiendo peligrosamente en exógena. Una sabia medida  no-violenta y muy ecológica, del Universo inteligente. Pudiera ser que esa situación sea la causa de que todo vaya manga por hombro y a mayor velocidad cada día. No es un consuelo pero es una hipótesis. Y a veces una hipótesis da más pistas creíbles que una realidad sin pies ni cabeza que ha perdido hasta la razón de ser. Después de todo, eso es lo que hacen las ideologías y las religiones: especular con el potencial de la imaginación.

Así que,  he decidido que, puesta a tener que creerme las promesas cortoplacistas de quienes están demostrando en plan lechuguino fashion una incapacidad alucinante para representar a nadie que no sea su ego politólogo y polijeta, me mola más la esperanza según la gnosis de Juan de Patmos en su apocalipsis, o sea, revelación, en la que consiguió ver el final de la serie freeky de unos imperios devastadores, corrompidos en el burdel planetario del poder enfermo y letal. Algo que tiene las mismas posibilidades de salir bien como un gobierno del pp las tiene de volverla a pifiar. Y estando en tablas, me quedo con lo más gratificante. Le voto a Juan el Evangelista, que por lo menos, dio muestras de coherencia hasta el fin de su larga vida prisionero y objetor de conciencia del Imperio Romano en la mínima islita de Patmos.

Y aquí dejo una pista por si sirve de algo, tomada de ese libro que en la iglesia católica se explica muy poco y muy mal; tal vez por lo duro que resulta mirarse al espejo y reconocerse como la prostituta ensotanada que se corrompe aún más, borrachita perdía  con el vino de los imperios que esla sangre de los inocentes y encamada con lo peorcito de cada casa, que son los gobernantes del cotarro, del monstruo, al que se le corta una cabeza y le crece otra, por 10 veces;y todo para sacar tajada y supervivencia per omnia saecula saeculorum y en plan representante nada menos que de diosh; es el colmo...Escuchando la voz íntima que decía Gandhi se descubren mensajes que no pueden hallarse en otro lugar sino dentro del silencio interior, el nolugar.

Al mundo de hoy el espíritu universal le habla igual que siempre, porque su lenguaje no caduca jamás y no es una cuestión religiosa ni devota, sino una experiencia antropológica y de supervivencia como especie  que puede adoptar modos y herramientas imprevisibles y sorprendentes: 


Tú dices: "Soy rico, tengo reservas y nada me falta"
Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo.Te aconsejo que compres mi oro, fundido a fuego, así serás rico, y un vestido blanco para que cubras tu desnudez y un colirio para que tus ojos vean. A los que amo porque aman, los ayudo y les corrijo; sé constante, implícate y cambia. Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguien me oye y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.

Apocalipsis 3,17-21.


No hay comentarios: