viernes, 1 de julio de 2016

El pucherazo


Desde el inesperado resultado del 26J, circula por Internet una teoría de la conspiración que está teniendo una enorme difusión: que el Gobierno organizó un pucherazo electoral para manipular el resultado en detrimento de Unidos Podemos y en beneficio de Mariano Rajoy.
Como casi todas las conspiraciones, la teoría del pucherazo se alimenta de una frustración: la de tantos votantes de Unidos Podemos. Fallaron las encuestas y el sorpasso también, y la decepción de estos votantes ha sido tan grande como antes fueron sus expectativas. De la decepción de estos votantes nace esta explicación irracional.
Al igual que en otras conspiraciones, el castillo en el aire del pucherazo también se levanta sobre algunos datos reales. En este caso, principalmente son estos cuatro.
1. En los primeros datos de la web oficial del recuento, el número de votantes no cuadraba con la participación.
2.  La empresa Indra recuperó para el 26J el contrato para centralizar los datos del recuento después de haberlo perdido en las elecciones del 20D. Indra, que está participado por el Estado, ofreció una rebaja del 40% para recuperar esta adjudicación.
3. Es un hecho probado que el ministro del Interior es alguien capaz de utilizar los aparatos del Estado a favor del Gobierno. Las conversaciones entre Jorge Fernández Díaz y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya así lo certifican. Si alguien es capaz de a una jugada tan sucia como usar a la policía contra sus rivales políticos, ¿cómo confiar en que no vaya más allá?
4. Algunos ejemplos y testimonios de chapuzas o pequeñas trampas en distintas mesas circularon masivamente por redes sociales. Ésta fue una de las más populares. Hay alguna más.
Con estos cuatro focos del fuego, y con la decepción como combustible, la conspiración del pucherazo ha prendido como un incendio sobre hierba seca. Sin embargo, la conspiración del pucherazo no tiene fundamento. No hay por dónde cogerla y es fácil desmontar estos cuatro puntos uno por uno. 

1. La participación

Los datos de participación no cuadraban con el voto en la web de resultados provisionales del Ministerio del Interior por el voto en el extranjero. Pasa en todas las elecciones y está bastante bien explicado aquí.
Es un escándalo, eso sí, el pésimo funcionamiento del voto rogado desde el extranjero, pero es algo que estaba igual de mal el 20D y que, por tanto, no ha afectado en absoluto al resultado del 26J. No sirve para explicar en ningún caso la caída de más de un millón de votos de Unidos Podemos en esta ocasión.

2. Indra

Esta empresa centraliza los datos pero no cuenta las papeletas, por lo que su capacidad de manipulación es casi nula. Los votos se cuentan en cada mesa, en presencia de los ciudadanos a los que, por sorteo, les toca participar en el proceso y de los interventores y apoderados de los distintos partidos.
Cada partido, por medio de sus interventores, apunta por separado los resultados de cada mesa y los centraliza después, por lo que lo que es muy fácil chequear más tarde si no coinciden con los oficiales que ofrece Indra. Basta con comparar.
Unidos Podemos tenía repartidos por toda España alrededor de 26.000 interventores y apoderados para 22.953 colegios electorales. Descartados los pueblos pequeños, cuyo peso en votos es menor, no había un colegio electoral de importancia donde la coalición (o el PP, o el PSOE) no tuviese gente vigilando el recuento. Si Indra hubiese manipulado los datos, los partidos lo sabrían ya. Y si los dirigentes de Unidos Podemos no se han sumado a esta descabellada conspiración es porque saben que el recuento no se amañó: porque los datos que transmitieron sus interventores coinciden con el resultado oficial.
En cuanto a la rebaja de Indra, es bastante fácil de entender. Esta empresa española lleva décadas ocupándose de centralizar los datos electorales y vende ese servicio a otros países. Para Indra, perder el contrato del 20D en España era un problema serio de imagen: si no consigues convencer en tu propio país de que eres la mejor opción para el proceso electoral, ¿quién te va a contratar en el extranjero?

3. El ministro

Que alguien como Jorge Fernández Díaz esté al frente del Ministerio del Interior daña la credibilidad de nuestra democracia y pasa factura con asuntos así: es sencillo dudar de la limpieza de las instituciones cuando se demuestra que hay un ministro que utiliza a la Policía contra la oposición. Sin embargo, el papel del Ministerio del Interior en el proceso electoral es mínimo y el margen de maniobra del ministro, aún menor.
El recuento no lo hace el Ministerio del Interior. Lo hace cada mesa, formada por ciudadanos elegidos por sorteo. Ese sorteo, además, no está centralizado en el Ministerio, sino que lo realiza cada Ayuntamiento de forma pública. Son estos ciudadanos  seleccionados al azar –172.458 personas en total– quienes cuentan los votos en presencia de los interventores de los partidos.

4. Las irregularidades

En estas elecciones, se ha votado en 57.526 mesas repartidas entre 22.953 colegios electorales; el pucherazo global es difícil pero el error y las pequeñas trampas no necesariamente lo son. Y sí, es también fácil dudar de la limpieza de una parte del PP porque hay varios casos donde militantes de este partido han sido pillados  haciendo trampas con el voto por correo o acarreando ancianos.
Estas trampas lamentablemente existen desde hace años –no solo en el PP– y deberían perseguirse con más contundencia, pero con ellas no haces desaparecer más de un millón de votos, como creen quienes dudan del resultado del 26J. Las razones que explican el descalabro de Unidos Podemos son otras y creo que están analizadas aquí.
En cuanto al famoso caso del pequeño pueblo de  Sariego (Asturias, 1295 habitantes), más bien parece un simple error o, en el peor de los casos, una pequeña manipulación. La casilla del PCPE en el acta electoral está justo encima de la de Unidos Podemos, probablemente por eso desde la mesa atribuyen al PCPE 113 votos que en realidad tuvo Unidos Podemos. ¿Fue por incompentecia o por maldad? Pueden ser ambas cosas, pero para escamotear un millón de votos con este sistema, necesitas 9.000 mesas más. Y si se hubiese usado esa técnica de forma intensiva, la trampa no habría cuadrado con el dato de la abstención.

Del 11M al 26J

Sin duda es de agradecer que ni uno solo entre los dirigentes de Unidos Podemos se haya sumado a la conspiración del pucherazo porque el daño para la democracia que provocan estas teorías es gravísimo. En las últimas horas he hablado con varios de ellos. Ninguno da al pucherazo la más mínima credibilidad. "No debemos encubrir nuestros posibles errores políticos, y está claro que los hay, con conspiraciones hipotéticas", me asegura uno de ellos. No he encontrado a uno solo que crea en la posibilidad del pucherazo.
La coalición Unidos Podemos ha sido en esta ocasión mucho más responsable de lo que lo fue el PP en 1993, cuando Javier Arenas y Alberto Ruiz Gallardón  insinuaron un pucherazo en la noche electoral, tras la inesperada derrota de Aznar. O que el PP de Mariano Rajoy en 2004, cuando la frustración entre el votante conservador por el inesperado resultado electoral dio alas a la conspiración del 11M, que el PP alimentó. O que esa prensa que, a partir de 2004, azuzó esta teoría alocada que tanto daño hizo a la convivencia sobre los cadáveres del peor atentado terrorista de la historia española. O que esa prensa que hoy, en 2016, está haciendo exactamente lo mismo con este falso pucherazo que antes hizo Pedro J. con el 11M: alentar mentiras porque salen muy rentables en audiencia. 
Afortunadamente, Unidos Podemos no ha azuzado a sus "peones morados" como antes lo hizo el PP con los peones negros del 11M. Acusaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, y no las hay. 

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La reflexión es perfecta. Impecable. Muchos votantes de UnidasPodemos lo fuimos más para echar al pp que por desear un gobierno del aparato podemita por ello no es extraño que un millón de votantes se haya abstenido; esa circunstancia nada tiene que ver con lo que luego pasó. Tampoco fue cosa de que se trucaran votos sueltos en las mesas electorales, que es prácticamente imposible por el control de apoderados e interventores de los cuatro partidos más visibles. De hecho,en los distritos electorales es muy normal que se conozcan, se saluden como amigos y compañeros de jornada los mismos de siempre de todo el espectro político, entre ellos, yo misma, que he cooperado como apoderada e interventora en defecto de interventor, en tres ocasiones. Y que la presencia del agente del ministerio de Justicia, como notario, garantiza la limpieza de los recuentos. 
Puede ser que la contundencia desagradable de la palabra "pucherazo" resulte demasiado agresiva. ¿Qué tal si lo dejamos en "irregularidad del sistema que permite la alteración de los resultados electorales en favor del gobierno que controla el poder en el momento de las elecciones"? 

¿Cómo es posible y cómo se explica con una lógica aceptable que si los recuentos no acaban de hacerse hasta pasadas las 23'00 y sin que las actas estén en poder de los delegados del Ministerio de Justicia, que son los encargados estatales de recogerlas, custodiarlas y transmitir su contenido al Ministerio de Interior, a las 21'00 se dé la noticia del resultado y que ese mismo resultado no cambie para bien ni para mal tras la llegada de las cifras del recuento final, que debería modificar la primera cifra dada, puesto que es imposible que a las 21 se conozcan los resultados que ni siquiera han salido o de los colegios? Si a eso se añade la nula credibilidad y confianza, más  que justificada que ostenta el actual ministro de Interior, ya es suficiente alarma con motivos reales y no imaginarios ni conspiranoicos para dudar y seguir dudando mientras no se aclare el tema. Lo justo ahora es que la empresa contratada explique en qué se basó para hacer lo que hizo; nada tiene que ver esa circunstancia con que un millón doscientos mil ciudadanos hayan decidido no votar a la coalición de izquierdas, que deberá hacer un análisis y un repaso a fondo, no solo de su "poder de ilusionar y seducir" sino de  la consistencia de sus propuestas y de la solvencia realizadora de su proyecto y de los medios y los voceros que utiliza para validar sus fines en la ciudadanía. No es nada ideológico, es la perversión aceptada de una trampa del propio sistema, que lo mismo puede beneficiar al pp que al Psoe, o a cualquier otro partido cuando son los que manejan el poder Ejecutivo y declinan la responsabilidad en empresas privadas para manejar algo tan delicado e insustituible como los datos electorales. Tal vez en otras ocasiones la empresa gestora del asunto haya sido más lista y ha procurado hacer su trabajo con más precisión, sumando o restando votos a lo largo del recuento según se van conociendo las cifras, siempre a partir del final de los recuentos, no al principio, que no tiene sentido alguno ni base real. Pero que a las 23 ya se diera por zanjada y como definitiva la cifra inicial de 137 escaños 'posibles' y no comprobados in situ, no es precisamente una evidencia tranquilizadora. 

Y sí, Nacho Escolar, claro que están en juego muchas cosas en este momento, no la democracia, que de eso ya se encarga la ciudadanía reclamando transparencia como ahora, sino el juego turbio de un bipartidismo decimonónico y apolillado, que se reparte el pastel en el pack toma y daca de dos legislaturas en riguroso turno. Un juego al que le viene muy bien la opacidad de dejar en manos mercenarias y  privadas el control, nada menos, que de los votos, algo que deben hacer  funcionarios del Estado en presencia de un comité supervisor ciudadano de los diversos partidos y "laicos" también, en el Ministerio de Interior, comprobando y dando el visto bueno a la información, ya que los votos son la única llave  de la que disponen los partidos para entrar a saco en el poder del Estado y esa llave es propiedad de la ciudadanía, no de ningún ministro o empresa contratada, que  deben ser, en ambos casos, simples técnicos en-cargados, y servidores de quienes les pagan y no los caciques que organizan la vida de sus contratadores dándoles gato por liebre cada dos por tres, para sacar tajada partidista e institucional o por  contrato. 

Lo que sorprende y preocupa, es que la prensa libre a pesar de todo no haya caído aún en ese detalle fundamental y considere que la democracia es cosa de creer a pies juntillas y con la fe del carbonero, y aceptar absurdos y sapos de tamaño inmenso que  llevan años camuflados de "legalidad vigente". Por fortuna esta vez la empresa contratada ha sido tan torpe y chapuzas que ni siquiera ha previsto la posibilidad de que su método pudiese dejar al descubierto una trampa ilegítima y asumida con toda naturalidad. A lo mejor por eso su caché es tan barato.Chi lo sa!

Lo dicho, la prensa libre no debería ser tan frívola y tan proclive a creer que el sistema actual que nos maneja es el mejor de los posibles. No, por desgracia es bastante mejorable, por no decir, declaradamente impresentable. No se tambalea la democracia por exigir transparencia, coherencia y no traspapelar la legitimidad con 'legalidades' éticamente aberrantes, al contrario, ver esas ilegalidades sui generis, denunciarlas cuanto antes y exigir que desaparezcan, es síntoma de que una democracia está tan viva y sana, que se puede y debe corregir y mejorar el sistema que  se eligió para funcionar lo mejor posible y evitar que grupos de poder privado se hagan los amos del Estado, en comandita y con trámites opacos que nos han impuesto como lo más natural, rápido y eficaz para saber cuanto antes quién ha ganado las elecciones, en un juego indecente, del hoy por ti y mañana por mí. Lo fundamental no es la rapidez de la información sino que ésta se ajuste a la verdad de los hechos comprobables, ya que con esa realidad nos tocará convivir cuatro años y de ella dependerá la calidad de vida, los derechos y las libertades de todo el país.
La prensa libre debería ser la primera en respetar el lado de la verdad que aún no ha podido o no ha sabido investigar.  La humildad y la honestidad son  el principio indispensable para descubrir verdades e iluminar rincones oscuros que pasan desapercibidos y que es necesario sacar a la luz, limpiar y ventilar. Hay evidencias a pie de obra que si no se ven, impiden que se pueda descubrir el conjunto de una realidad manipulable por lo poco transparente. 

Una prensa libre, y de verdad independiente, no descarta nunca la observación de miles de ciudadanos y sabe tener la prudencia de no juzgar antes de desestimar qué cosas se denuncian, y antes que devaluar y despreciar a quienes denuncian cosas en las que esa prensa tal vez, como los mismos ciudadanos, no había reparado hasta ahora y en vez de investigar a la empresa en cuestión que es el posible verdugo antidemocrático, usado por el sistema de la alternancia biparty, que no permite la diversidad porque sería el fin de su chollo, acusa a las víctimas que lo denuncian. Eso mismo es lo que hace el pp: fijarse en las formas y en la supuesta mala intención de quienes denuncian sus abusos, sin dar importancia al abuso en sí. Siempre inflando la cáscara que se tira, para que no se vea la pulpa que nos tragamos. Y luego, a la hora del diagnóstico, culpar al enfermo en vez de exigir competencia al médico incapaz de curarlo.

Estoy segura que por mucho desencanto que se pueda experimentar, la realidad en limpio, que pone a la vista de todos la comprobación real de unos resultados evidentes, no la discute nadie en una democracia normal. Y así ha sido hasta ahora, cuando la precipitación y los nervios por ganar cuanto antes, han dejado al aire marrulleos, inexactitudes unilaterales, poquísima dentología profesional e irresponsabilidad más que sospechosa por parte del ministerio de Interior, que da por buena cualquier cosa con tal de seguir ocupando sillones.
Hay países, como Italia o como Francia, Bélgica o Alemania, por ejemplo, en los que los resultados electorales tardan días y hasta hay segundas vueltas hasta que la realidad se impone por sí misma más allá de  las encuestas y los cálculos teóricos, aquí es al revés, un cálculo teórico del poder hace que la realidad se  acople a sus intereses y después no pueda comprobarse en caso de reclamación, porque terminadas las votaciones, es obligatorio por ley, la destrucción de papeletas y sobres.
Nunca la ciudadanía había sido tan electoralmente explícita en la diversidad consensuada que prefiere para gobernarse como lo está siendo a partir del 20D. Este sistema no está hecho ni pensado para ser plural. La cosa va por ahí, no por un pucherazo puntual. Va mucho más lejos.
La ciudadanía es la encargada de romper esquemas prefijados y tomados como dogma, que los partidos nunca modificarían si no fuese por presiones multitudinarias que pueden dejar de votar sus propuestas. A lo mejor la prensa libre debería hacerle más caso a la ciudadanía que a los infiltrados y correveydiles interesados en que todo parezca renovarse para que todo siga igual y la ciudadanía acepte el marrón, se conforme y se calle, como hizo en otros tiempos de un pasado que ya no es más que un recuerdo penoso. La ciudadanía no cobra por la información, ella es la mejor información, porque no especula con intereses, soporta la realidad que le imponen, casi siempre sin preguntarle primero y cuando le preguntan, si pueden hacerlo con impunidad y mano izquierda, le cuelan goles que ni Messi los podría superar.

Este despropósito deslegi-timador, ya es en sí una impugnación moral a estas elecciones. Habrá terceras.


Los argumentos del director de eldiario.es son perfectos , pero no convencen ni logran desactivar razones y evidencias que se quedan sin respuesta por parte de los responsables, que es lo que importa en este caso. Si reclamar transparencia y justicia a la hora del recuento de votos, cuando se han observado anomalías importantes, de fondo y de forma, se llama 'conspiración', apaga y vámonos, Nacho Escolar. Está claro que en este país hasta la ética y la moral pública se quedan en el terreno de lo subjetivo y obvia la realidad que no mola, aunque esa realidad cante la Traviata. Con transparencia y sin enredos de por medio, por mucho que doliese, el resultado sería impecable y aceptado en democracia limpia, aunque tal vez, en limpia democracia, tampoco hubiera sido el mismo. No es por rabieta contra el hecho de perder una oportunidad de gobernar, sino porque la corrupción también consiste  en tolerar la mentira, la trampa y el chanchullo como herramientas del todo vale si es para sacar tajada de lo que sea. ¿Qué habría pasado si este atraco a la legitimidad y a la licitud lo hubiese hecho la izquierda, qué habría hecho el pp, que acusó a un ministro de prevaricación por ir de caza sin saber que debía pagar por ello? El ministro dimitió. Por fortuna si algo bueno tiene la izquierda es su decencia mayoritaria. Y tal vez en un ambiente tan podrido de la A a la Z, donde mola  más ser fan cerril de una idea que hacer de esa idea un servicio al bien común junto a los demás, perder sea un triunfo y no un fracaso.

Y ahora aquí quedan documentadas las razones por las que una parte de la ciudadanía se plantea la legitimidad de esta manipulación ppera; a cada uno le servirá conocerlas y valorarlas en conciencia, no en rabieta conspiradora:

Por qué es importante

1) El Ministro del Interior, encargado del recuento/escrutinio de los votos, ha sido sorprendido flagrantemente utilizando las instituciones y a la Policía para destruir a rivales políticos. 

2) El Gobierno se saltó el concurso público y ejecutó la adjudicación del contrato para el recuento de los votos del 26-J por "procedimiento negociado" - cosa totalmente inusual en este tipo de contratos - adjudicándose a Indra, una empresa diferente que la que hizo el recuento el 20D, que ganó a través de concurso. 

3) Pero lo peor de todo, es que Indra está de lleno envuelta en una trama de corrupción (la Púnica) con el mismo partido que supervisa el recuento/escrutinio de las elecciones y que otorgó dicho contrato "a dedo", el Partido Popular. 

4) Los resultados de las elecciones no se corresponden en absoluto con ninguna de todas las encuestas: nunca en la historia de la democracia se habían dado semejantes diferencias.

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