por Viçens Navarro
No hay una plena conciencia del enorme impacto negativo que
la Guerra Fría ha tenido en el mundo occidental, empobreciendo
enormemente su vida intelectual y académica. La purga del pensamiento
crítico con las estructuras del poder occidental que ocurrió durante la
Guerra Fría a los dos lados del Atlántico Norte explica, en gran parte,
la enorme incompetencia que ha regido en los mayores centros de
decisión, incompetencia que ha tenido efectos desastrosos, contrarios
incluso a los intereses de los establishments de los países de ese
mundo. La historia de la política exterior de EEUU y de los países de lo
que pasó a llamarse la Unión Europea ha incluido, después de la Segunda
Guerra Mundial, una serie de desastres que han afectado negativamente a
sus intereses. Es cierto que la política exterior de estos países
intenta conseguir la expansión de los intereses económicos y financieros
que dominan su política exterior. Pero también es cierta su enorme
incompetencia, acompañada de una gran arrogancia y prepotencia, que ha
llevado al desarrollo de políticas que han afectado negativamente a sus
intereses.
Un ejemplo claro de ello es lo ocurrido en Libia. El general Gadafi
era un dictador, uno más de los muchos que hay en el continente
africano. No era, ni con mucho, de los peores que hay en aquella parte
del mundo, donde las instituciones democráticas brillan por su ausencia.
Pero lo que lo hacía desagradable para las estructuras del poder
occidental (bien EEUU, bien Europa Occidental) era que no seguía las
órdenes establecidas por los responsables políticos de dicha estructura
de poder. De ahí que los establishments político-mediáticos dominantes
en EEUU y en la UE quisieran deshacerse de él.
Y utilizando el argumentario ideológico que sirve como cobertura para
su intervencionismo militar, tales establishments se presentaron como
los defensores de la democracia y de la libertad. Y los Henri Lévy de
turno sacaron pecho para alentar a las tropas europeas a que atacaran
militarmente al gobierno de Gadafi. Y los mayores medios de información y
persuasión occidentales, sirvientes del poder, hicieron su parte
demonizando al dictador. El hecho de que el continente africano
estuviera lleno de dictaduras, muchas peores, por cierto, que la de
Gadafi, no se citó. Estos detalles en un proyecto bélico de tal
envergadura no tenían gran importancia. ¡Por fin lo consiguieron! Y
derrotaron al dictador.
Como resultado de aquella intervención militar, hoy Libia es un país
que se ha convertido en una auténtica amenaza para Europa, habiéndose
convertido en un centro del terrorismo musulmán, lo que ha creado una de
las peores situaciones existentes en el norte de África, sin un
gobierno digno de su nombre, y con una gran inestabilidad y terror en su
territorio que se expanden por todo el Mediterráneo. Se mire como se
mire, dicha aventura militar ha sido un desastre monumental. Resultado
de ello es que miles de personas han muerto en naufragios en las costas
de Libia, intentando huir del país. Es más, Libia se ha convertido en el
país base para que fugitivos de Sudán, Nigeria, Somalia, Senegal y
Ghana lleguen a las costas de los países del sur de Europa, y muy en
especial Italia, Malta y Grecia, convirtiéndose en un problema masivo
que la misma Europa que bombardeó y destruyó a Gadafi es incapaz de
resolver. Lo único que se les ha ocurrido hacer es recurrir a las armas
de nuevo, de manera que los barcos de guerra de varios países europeos,
en lugar de bombardear las ciudades libias, como hicieron para derrocar a
Gadafi, bombardean y hacen naufragar ahora las barcazas llenas de
fugitivos que salen de las costas libias. Documentos revelados por
WikiLeaks muestran planes desarrollados para destruir en los mares de
Libia incluso las naves que transporten refugiados de este país. Estos
planes militares, según tales documentos, fueron aprobados por los 28
Estados miembros de la UE (incluyendo, por lo tanto, España) el día 18
de mayo de este año. La revelación de dichos documentos ha generado una
protesta – ignorada por los mayores medios –, apoyada por más de 300
académicos, expertos en temas de inmigración, que han denunciado este
plan. Ni que decir tiene que los mayores medios de información y
persuasión españoles no ha dicho ni pío.
Los naufragios en el Mediterráneo
A la luz de estos hechos, uno esperaría que aquellos medios pidieran
disculpas por haber apoyado la intervención militar en Libia para
derrocar a Gadafi, y que ahora lideraran la protesta frente a la
salvajada (y no hay otra manera de decirlo) de bombardear los botes
llenos de refugiados que quieren escapar del infierno creado por los
gobiernos europeos (lo que tuvo lugar con el beneplácito y apoyo del
gobierno de EEUU). Pero señor lector, no espero nada de ello. Su
hipocresía alcanza niveles exacerbantes, pues su función es cubrir las
desvergüenzas y la extraordinaria incompetencia de los gobernantes, que
con sus políticas han empeorado la situación en lugar de mejorarla.
Una lección de lo ocurrido en Libia (y en Irak, y en Siria, entre
otros lugares) para las personas progresistas, incluyendo las de
izquierdas, es que, siendo verdad que los Estados son serviles hacia los
grupos económicos y financieros que les influencian – siguiendo
políticas de claro signo imperial, expandiendo su influencia –, hay que
introducir en los análisis de lo que ocurre en el mundo también una
variable que raramente se considera en los estudios de política
económica internacional, y que es la extraordinaria incompetencia de los
profesionales, supuestamente expertos, que asesoran y guían las
políticas de carácter internacional, que se formaron en los grandes
centros académicos de donde se purgaron las mayores mentes críticas
durante la Guerra Fría, reproduciéndose en ellos la sabiduría
convencional que sustenta a las estructuras de poder, sin pleno
conocimiento de alternativas que hubieran podido prevenir tanto
desastre.
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