viernes, 21 de agosto de 2015

Es el colmo. ¿Y no hay multas millonarias a un ppartido que ha robado a saco en las arcas del Estado y que más que un partido parece la Cosa Suya?

El Gobierno amenaza con "multas millonarias" por devolver la sanidad a los inmigrantes

Sanidad consulta a la Abogacía del Estado y considera que puede ser inconstitucional. (eldiario.es).

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¿Cuántos miles de millones de euros han derrochado desde el 24M las autonomías por atender la salud primaria de seres humanos arruinados por el sistema ppeppero? ¿Cómo puede ser posible semejante cinismo? ¿Cómo se puede exigir que se multen los derechos humanos mientras que con una jeta de cemento armado  ante el estupor de las ciudadanas que no se lo acaban de creer, se salva de la Ley a los chorizos pprofesionales que han asaltado el Estado como si fuesen una banda de forajidos con el único objetivo de dar un golpe completo a ese mismo Estado convirtiéndolo en "su" empresa particular? Es monstruoso que Rajoy, Sáenz de Stª María, Cospedal, Aguirre, Aznar y tantos etcéteras pperos hayan estudiado Derecho y funcionen con ese retorcimiento cruel que consiste en convertir la infamia de lo inhumano en legalidad por derecho de pernada. 

Se lee y no se cree. No parece real. Es como una pesadilla de la que debemos despertar cuanto antes. Ya no es posible esperar alguna reacción humana normal, de esta estructura infame. Porque el monstruo que se ha creado a sí mismo está devorando a sus creadores. O la Europa sana y medianamente lúcida se planta y desobedece en masa o de ésta no sale nadie vivo. Ni siquiera los impulsores y mantenedores de la monstruosidad, aunque tarden más que los inmigrantes, acabarán cayendo en la misma fosa que están cavando y autosepultándose en ella. Se han perdido por el camino de la avaricia y del miedo a no poseer el control del mundo. Han abandonado su condición humana para derivar, primero, en animales depredadores y después, en máquinas destroyers sin vida propia, sin capacidad de reacción, sin salud mental ni emocional, sin conciencia ni inteligencia, superior a la que tiene una víscera, y por ello, sin ética posible. Autómatas de la destrucción masiva. Imbéciles a sueldo de la imbecilidad. Usureros de la muerte. Testaferros de la nada. 

España y Europa tienen que reaccionar urgentemente ante esta debacle moral. Ante esta aberración convertida en el traje invisible del emperador combinado con el flautista de Hamelin. Rien ne va plus. Ya no se puede ir más lejos por la vía del disparate en este destarife universal. La España del astrakán, del sainete, de la  charanga , la bufonada, los toros y los caudillismos de opereta, parece que ha elegido el paradigma de Lina Morgan para seguir tapando su espléndida cutrez con risotadas y zafiedades varias, traducidas al lumpen como "ingenio" y modelo social -ayer mismo la vicepresidenta del Gobierno hacía un patético homenaje a quienes medran desde la miseria hasta convertirse en empresarios triunfadores, sin reparar en el coste ni en consideraciones más hondas que el dinero y el poderío para adquirir un teatro-  dalle stalle alle stelle per finire dalle stelle alle stalle, como dicen en Italia. De las estrellas a los establos. Sí, la Morgan salió de lo barriobajero y pasando las de sanquintín, y nunca sabremos a qué precio, trepó por la España franquista hasta llegar a la democrática y allí se subió al podio del dinero y la chapuza escénica de unas películas que dan vergüenza, como hicieron Landa, López-Vázquez y hasta el ínclito y antipático Fernán Gómez, sometidos, a cambio de pasta, coentor y glamour de suburra, al estilazo del momento cultural(¡?). Sólo hay que observar la clase de los arquetipos admirables, de los totems y modelos que tiene un país para saber a qué nivel de evolución andan su conciencia, su cultura, su verdadera inteligencia y su nivel de desarrollo real. Todos, como siempre, alabando el solemne cadáver del muerto famoso y relatando en los medios sus muchísimas virtudes, tan potentes como para darle la vuelta a los mismos defectos y sublimarlos a la categoría de la ejemplaridad. Recordar el caso "duquesa Alba" puede completar muy bien ese  cuadro surrealista que llamamos "patria".

En este país, por lo que se ve y se entiende, lo más acertado que hace la gente famosa es morirse, porque es el único momento en que revisten al difunto con la más rimbombante, artificial e hipócrita de las mortajas. O sea, con el olvido alevoso de sus debilidades, defectos y socavones íntimos. Nadie parecía ayer capaz de reparar en el significado dramático que tiene el hecho de haber vivido una existencia triunfadora en el mundillo de la farándula para acabar, por propia decisión,  olvidada de todos durante dos largos años, encerrada en un hospital, sin querer recibir a nadie ni admitir ni una sola visita de amigos, compañeros y conocidos. ¿Hasta que punto es un triunfo alcanzar un tipo de vida tan inhumano y tan antinatural, mientras durante años se rebosaba éxito, fama y dinero? Desconfiando de todos porque el ladrón cree que todos son de su misma condición y no supone en nadie algo mejor de lo que él mismo sabe que es...
La paradoja de una millonaria pobre mujer. Filón familiar. Chollo del entorno para parientes cercanos. Pero con la contradicción de que  cuando las dimensiones de ese rol se convierten en sistema de vida, en la mente de la protagonista ya no cabe la gratuidad a cambio de los favores, sino la insidiosa sospecha de que sin favores, ayudas y empleos, las cosas no funcionarán jamás. Y más vale prevenir heridas y desengaños antes de tener que curarlos, se dicen por dentro, ante cualquier tentación de debilidad o flojera sentimental. Por eso la coraza es lo más útil y la mascarada de hacer reir, desde la propia aridez, es el refugio más cómodo en esos casos. Nadie hubiera sospechado jamás un final suicida en el encantador y comiquísimo Robin Williams, ni un adiós tan frío, distante y patético en Lina Morgan. Y sin embargo es lo que ha sucedido. Aunque está claro que la manía hispana de tapar con oropeles los harapos mortuorios, las "buenas maneras" sociales de cumplir protocolos ante el tipex de la muerte, no dan lugar a ninguna reflexión que permita comprender la realidad  humana de los ídolos populares, con sus trapos sucios y sus pies de barro, con su fragilidad y sus meteduras de pata naturales, como todo el mundo, algo que les haría más humanos, creíbles, entrañables y verdaderos. Pero a la barahúnda le gusta canonizar, solemnizar y mitificar a los ricos, sobre todo, a los ricos...y si además son famosos por alguna particularidad, miel sobre hojuelas.

Qué Dios nos libre de la admiración popular, de la veneración perruna, del  negocio "sálvame" y de los retratistas panegíricos de eventos y famosidades. Amén. 
Sólo en una sociedad de tan obtuso calibre se entiende perfectamente que un Gobierno terminator, elegido por mayoría absoluta, persiga con amenazas el cumplimiento de los derechos humanos, mientras roba a calzón quitado hasta la camisa de las ciudadanas y comparte por completo al alma pater del toro embolao y el alucinógeno delirio necrófilo por Lina Morgan y demás elementos similares.
Deplorable y bochornoso espectáculo, voto a Bríos!

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