martes, 18 de agosto de 2015

¡Apaga el horno! Haz pan


Pita y bolo do caco, dos masas estupendas, sencillas y sabrosas que se pueden preparar en la sartén en un pispás. Y de regalo, una mantequilla tuneada.


Lo reconozco: en verano no apetece encender el horno. Apetece más estar tumbado a la bartola que ponerse elaborar las más sofisticadas criaturas panarias. De hecho, en un buen verano barcelonés, sevillano o cacereño, hacer pan se convierte en ocasiones en una tarea titánica. La mera idea de ponerse amasar, fermentar y hornear cuando hay más de 30º asusta al más pintado. Por si esto fuera poco, cuando hace mucho calor la fermentación va tan rápido que es difícil controlarla, y hacer pan requiere una mayor pericia.
Para acabar de liarla, puede incluso darse el caso de que en el piso de la playa o en la autocaravana no haya horno (¡horror!). Tranquilidad: por suerte el horno no es la única manera de cocer pan (de hecho no fue ni la primera). En casa puedes hervirlo en agua, cocerlo al vapor, al baño maría, freírlo, hacerlo en la barbacoa… o bien usar una de las técnicas más viejas y universales: hacerlo a la plancha. Tan sólo necesitas una fuente de calor y algo tan sencillo como una sartén (special bonus points si tienes una de esas gruesas sartenes de hierro colado que pesan dos toneladas, y que yo no tengo).
Hacer el pan a la plancha tiene varias implicaciones. Por un lado, nos obliga a hacer panes más o menos planos: a una hogaza de 2 kg y 15 cm de alto le costaría acabar de cocerse en una plancha (!). Por otro lado, hay algo primigenio en hacer panes planos; ver elaborar una tortita a la plancha es viajar en el tiempo, nos hace repetir gestos atávicos que no han variado desde la noche de los tiempos panarios. Lo más sencillo es hacer una masa (de harina de trigo, de maíz o lo que se tenga), estirarla bien fino y pasarla unos instantes por una chapa caliente: satisfactorio y rico, sin duda. No obstante, las dos propuestas de hoy recurren a la fermentación, lo que hace que, siendo en ambos casos panes rápidos, requieran de una pequeña espera. El resultado merece la pena, y siempre te puedes dar un chapuzón mientras tanto.
Pita en sartén
"Piiitas, pitas, pitas, pitas". IBÁN YARZA
La pita pertenece a la inmensa familia de los discos de masa. Como la mayoría de los miembros de esa familia, tiene la curiosa costumbre de hincharse cuando se le somete al calor. Lo cual es maravilloso, porque crea un pan que puedes usar para empujar la comida, como cuchara con la que comer o como bolsa en la que encerrar los más sabrosos manjares. Con un horno, es fácil conseguir que las pitas se hinchen: lo único que necesitas es mucho calor. Por suerte, hacerlas en una sartén no es más difícil.
Ingredientes
Para unas 10 unidades
  • 200 g de harina panificable (mitad fuerza, mitad floja)
  • 250 g de agua
  • 6 g de levadura de panadero, de pastilla (o 2 g de la seca, 2/3 de cucharada de postre)
  • 4 g de sal (una media cucharada de postre rasa)
Preparación
Mezclar todo y amasar hasta que la masa quede fina (unos 5 minutos). La masa se pegará muy ligeramente al principio, pero si se deja reposar tranquila un par de minutos antes de ponerse a amasar, ya no se pegará apenas.
Fermentar una hora en un recipiente tapado (puede untarse con un poco de aceite para que no se le pegue la masa). Dividir en piezas de unos 60 g y darles forma redonda. Dejar reposar las bolas de masa unos 5 minutos y estirarlas a rodillo hasta que formen discos de unos 20 cm de diámetro, algo más de un milímetro de grosor. Es importante intentar que el grosor de la masa sea homogéneo, sin hendiduras ni bultos; si no, es más difícil que se hinchen bien.
Calentar bien la sartén y hacerlas a fuego fuerte. Una buena idea es tapar la sartén con una tapa metálica para retener el calor y la humedad. Se pone la tortita en la sartén (sin aceite ni nada), se tapa, y en unos 45 – 60 segundos se habrá hinchado (atención al fuego, no queremos quemarlas).
Se le da la vuelta con cuidado y se tiene otro medio minuto. Ya está. Es importante que, según se saquen las pitas, se guarden en un paño para que conserven su humedad y no se sequen.
Bolo do caco
Intenta mirarlo 5 segundos sin salivar. IBÁN YARZA
El bolo do caco es una especialidad de Madeira que recibe su nombre del trozo de teja caliente donde se cocía tradicionalmente. Es un bollito de trigo a cuya masa a menudo se añade patata o boniato. Es tierno y jugoso; tiene todo lo necesario para convertirse en una súpervedette de los bollos. Por si fuera poco, se suele untar con la adictiva mantequilla de ajo y perejil (qué bien hacen estas cosas los portugueses), lo cual lo hace irresistible en cualquier merendola.
Se suele encontrar en formato grande, del tamaño de una tortilla de patatas, o bien como los que propongo, que tienen un asombroso parecido a unos muffins ingleses (los panecillos planos con forma de disco, no las madalenas de sabores que han popularizado últimamente ese nombre, que vienen del otro lado del océano).
Ingredientes
  • 350 g de harina panificable (mitad floja, mitad fuerte)
  • 80 g de patata cocida y pelada
  • 180 g de agua
  • 6 g de levadura de panadero, de pastilla (o 2 g de la seca, 2/3 de cucharada de postre)
  • 7 g de sal (algo menos de una cucharada de postre rasa)
Preparación
Hacer puré la patata o boniato. Mezclar y amasar bien todo hasta que la masa esté fina y no queden trozos grandes de patata; unos 5 minutos. Es importante intentar que la masa no sea muy pegajosa al principio, ya que la patata irá la ablandando según se amase (y, a las malas, siempre se puede añadir más agua).
Fermentar una hora u hora y media (también se puede poner a fermentar y al cabo de media hora meterlo en la nevera y continuar al día siguiente, por ejemplo si se van a tomar como desayuno). Dividir en bolas de unos 65 g (o bien hacer uno de 250 g para toda una sartén de 24 cm de diámetro).
Fermentar las bolas unos 25 minutos; con ayuda de un poco de harina aplastarlas hasta que tengan 1 cm de grosor y ponerlas a fuego medio en la sartén (sin aceite ni nada). Unos 4 minutos por cada lado y los bolos estarán listos. Ha de formarse una fina costra tostada.
Para la mantequilla de ajo se mezclan 125 g mantequilla reblandecida, un puñado de perejil picado, un diente de ajo pequeño picado fino y una pizca de sal (a gusto). Se mezcla y se deja un día en la nevera: la locura.
¿Has tenido problemas preparando esta receta o cualquier otra de El Comidista? Escribe a la Defensora del Cocinero: defensoracomidista@gmail.com

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