viernes, 14 de agosto de 2015

Dos artículos de J. Antonio Palao, publicados en su blog "La suficiencia de lo obvio"

martes, 11 de agosto de 2015


Podemos y la invención de la izquierda identitaria (Apuntes sobre el Comunismo, 8)

Por algunos comentarios que se me han hecho veo que se me está entendiendo mal en un punto respecto a la entrada del blog que colgué ayer. En absoluto estoy defendiendo la pertinencia de la vieja distinción izquierda/derecha, tal como la consagró el bipartidismo y el parlamentarismo neoliberal, como un descripción adecuada del campo político. En absoluto. Precisamente, lo que digo es que la cúpula de Podemos es quien está reinventando continuamente a la izquierda, bajo el significante de "izquierda identitaria", para poder postularse y sostenerse contra ella. Es un falso enemigo que les viene muy bien para distraer toda la atención y subsumir en él a todo el que disiente de sus planteamientos y condenarlo al mutismo (a veces denominado "pitufismo"). Y lo sé porque a mí nunca me interesó la vieja política, su suciedad, su verticalismo, su burocracia. Y, sin embargo, desde que me acerqué a Podemos estoy siendo acusado, cada vez de discrepo del paleo-leninismo mediático de la cúpula es de pertenecer a ella, cuando lo que les critico es eso precisamente: que han hecho de Podemos una organización vetusta de izquierdas como las de toda la vida.


La cuestión es la siguiente. Ellos tienen una doctrina que manejan como dogma, el hegemono-populismo. Es un corpus de pensamiento basado en una lectura sesgada de Laclau y Gramsci que ellos implementan de forma excluyente y autoritaria. De hecho, convertir a un autor en dogma (es un viejo tic izquierdista de siempre: Marx ha sido su víctima por excelencia) es el peor favor que se le puede hacer, porque al dar su pensamiento por cerrado, por completo y finiquitado, se impide que pueda seguir expandiéndose tanto operativa como conceptual y teóricamente. No hay peor ofensa a un pensamiento que imputarle su completud, que encerrarlo en una doctrina, que negarle cualquier capacidad de expansión teórica en diálogo permantente con lo real. La cosa es que el procedimiento más fácil para dogmatizar (si se prefiere, axiomatizar, impedir que se pueda exigir su demostración o argumentación) es inventarse un Otro discursivo, también completo, al que el pensamiento propio se enfrenta. Ésa es la operación que está llevando a cabo el laboratorio de ideas de CQP al inventarse a una tosca e infamante "izquierda identitaria" a la que acusar de todos sus males y errores y en la que enclaustrar como un gulag enunciativo a todos los que discrepan de la línea oficial. De tal modo, si criticas la noción de significante vacío, o -cosa mucho más común- qué uso hace de ella el comando mediático de Podemos respecto a una determinada cadena equivalencial, es imposible entrar a discutir la cuestión porque automáticamenta van a imputarte que estás rechazando toda la lógica del significante y toda la racionalidad populista porque eres un paleomarxista y no entiendes más dinámica social que la lucha de clases, ni más sujeto político que la clase obrera. Es astuto, no te permitirán nunca discutir lealmente a Laclau desde Laclau. Laclau es suyo y la única lectura de Laclau (o de Gramsci, o de Maquiavelo) es la que hacen ellos. Sólo se puede disentir de ellos siendo paleomarxista. Y te lo repetirán hasta la muerte. Ellos son el núcleo irradiador y o te dejas seducir o eres el enemigo. No cualquier enemigo, además: el enemigo que ellos dicen que eres.


La mayoría de los que he visto discrepar dentro de Podemos, al contrario, lo que teníamos en mente no era una doctrina, sino la necesidad de darle una voz nueva, una voz que había que pensar y que inventar entre todos, a la multitud. Y esa novedad, transida por el vacío y la heterogeneidad, por la falta de una coherencia dogmática es lo que no pueden tolerar de ninguna manera. Por eso, se han inventado un adversario fantasma que es el izquierdista nostálgico de ortodoxias y pureza ideológica, e incluyen en este tótem a todo el que no ratifica su catecismo. A este supuesto adversario, presuntamente tan dogmático como ellos, no lo temen. Lo que temen es la voz libre y radical de la gente atreviéndose a pensar la alternativa al presente y a la opresión (al capitalismo, a la corrupción, a la falta de democracia) sin moldes previos ni ataduras. Y para ello, lo primero que hay que pensar no es la doctrina, sino el dispositivo y su carácter modelizador. Atravesando la selva de símbolos e identidades que constituyen su alienación, deconstruyéndolos y reinventando el espacio de lo común es cómo puede una multitud darse un discurso más allá de los dictados del amo. No buscando un amo (unas identidades) mejor.  Ni necesitando un amo que esté esperando que al fin digan lo que tienen que decir, que les sancione su discurso ni desde la "conciencia de clase", ni desde la orto-hegemonía dictada por un núcleo irradiador. En el siglo XXI establecer una diferencia entre la acción organizada y el espontaneísmo no tiene mucho sentido cuando hablamos de una multitud conectada que no necesita esperar las instrucciones de un centro difusor. Ya no vale de nada crear una jerga nueva, si los aparatos son los mismos. Y, parece ser que en eso coincidíamos todos, teníamos la ventana de oportunidad , el kairós, para que se pudiera iniciar un proceso de subversión generalizada, con la crisis de la representación política que había traído el derrumbe del fantasma del progreso neoliberal. Reconstruir la representación desde una a priori dogmático, desde la ostentación de un saber que ya estaba preparado para sustituir al saber quebrado no parecía la mejor solución, sino un remiendo.

La izquierda de la que hablan los intelectuales orgánicos  de Podemos y sus repetidores es un invento de Podemos y sus intelectuales orgánicos. Nada que ver con la realidad, que es bastante más multiforme y fangosa. Los que tienen pánico de que la gente piense por su cuenta, y por tanto los que tienen interés en enclaustrar a todo aquel que piense en un enemigo reconocible y fácil de batir (la vieja izquierda) son ellos. Yo no tengo interés alguno en este asunto. Y la mayoría de la gente que vi en círculos y asambleas en su momento tampoco. No nos hemos ido muchos de Podemos porque haya traicionado las esencias de la izquierda institucional, sino porque Podemos se ha convertido en un calco de las viejas organizaciones con su doctrina, sus dogmas, su catecismo cerrado a cualquier impugnación de la realidad, su ceguera. Un significante vacío no es un significante limpio de polvo y paja. Por eso, pienso que izquierda hubiera podido ser usado como un significante vacío perfectamente y haberle sustraido su "flotabilidad", su uso recargado de significado que lo desprovee de todo sentido (como democracia, justicia, y tantos otros). La estrategia de Podemos lo que ha conseguido es darle nueva vida como significante flotante, es decir, perder una gran oportunidad de que pudiera integrarse en una una cadena equivalencial contra-hegemónica y emancipadora. El resultado a la vista está. El de la izquierda de siempre: divisiones, grupúsculos, etc. Cada vez más vieja izquierda y Podemos cada vez más atrapado en las rencillas de la vieja izquierda. De hecho, no he visto ese juego en ninguno de los populismos latinoamericanos, que siempre han tenido la sabiduría de usar izquierda como un significante a su favor no como un arma arrojadiza, tal y como lo usa la "derecha" neoliberal y sus demagogos a sueldo, sino al contrario, liberándolo de sus connotaciones desprestigiadas, de su pesado "semema", de su lastre "enciclopédico".

Muchos estamos deseando el diálogo, pero es imposible desde el enclaustramiento discursivo al que se nos ha condenado. Yo, al menos, no he encontrado de ningún modo la manera. El caso es que todas aquellas razones por las que pareció imponerse la necesidad de un análisis urgente y un pensamiento ready made parecen haberse desvanecido. La urgencia de ganar las elecciones porque había gente que estaba sufriendo por las políticas de austericidio neoliberal se ha esfumado. Y no, precisamente, porque esas condiciones hayan desaparecido, sino porque como muchos advertimos, el sistema iba a reaccionar contra las torpes y precipitadas estrategias de Podemos reduplicando en bipartidismo y haciéndole caer en las encuestas. Por supuesto, que ha habido cambios y seguirá habiéndolos y la movilización social que ha supuesto Podemos, la dinamización popular, ha hecho retroceder en mucho al PP. Pero lo que se nos prometió, y por lo que exigió silencio y fidelidad no era eso, sino ganar las elecciones. El caso es que, cruel ironía, Podemos va a quedar como un apéndice por la izquierda del bipartidismo, según dicen las encuestas. ¿Para qué habrá servido todo ese potencial político dilapidado? Parece que quien decidió que Podemos no podía parecerse ni por asomo a un movimiento social y debía convertirse en una máquina de guerra electoral ahora habla de que tras las elecciones habrá que revertir el proceso. Quisiera que me explicara cómo, cuando la representatividad política va a estar completamente cautiva de la cúpula bien asentada en las instituciones. Y cuando los círculos, privados de su capacidad de iniciativa y pensamiento, los pocos que queden, son focos de rencillas y rencor tras meses de descalificaciones e insultos. Yo, claro, no lo veo.  




lunes, 10 de agosto de 2015


Podemos, la izquierda, las sillas y el tablero (Apuntes sobre el comunismo, 7)


Leídas entrevistas con alguno de sus principales ideólogos y algunas reacciones tranquilizantes de los miembros de la cúpula mediática y política de Podemos sobre las encuestas del CIS, uno llega inevitablemente a la conclusión de que su único verdadero enemigo en la actualidad es la izquierda, ese espectro plural, heterogéneo e impuro que ellos pretenden petrificar desde su discurso. Hágase un sencillo ejercicio de análisis de contenido -a los que yo soy poco proclive, porque si a un texto le restas su gramática, su idiolecto, y sus jerarquías internas le estás robando su principal fuente de sentido- de la última y difundida entrevista a su Responsable de Discurso y Argumentario (nada menos) y obtendremos algún dato revelador. La palabra izquierda aparece 22 veces, siempre para señalar defectos de planteamiento y estrategia y cómo el novedoso planteamiento de Podemos supera esa vetusta visión de las cosas. Bueno, ¿y la palabra derecha, que en principio podría -según la interpretación oficial del barómetro del CIS, que dice que los electores perciben a Podemos como una fuerza de la izquierda- nombrar al enemigo? Pues sólo aparece 5 veces. Es más, de esas 5, cuatro aparece junto a izquierda, es decir, con el fin de formular una crítica del eje izquierda/ derecha como falso estructurador del campo político, y mostrarlos a ambos como parte del mismo estado de cosas que Podemos pretende desbordar. ¿Y la palabra "casta", que era curiosamente la que fue creada ex profeso para re-nombrar al enemigo en el proceso desbordamiento de la vieja situación sistémica? Pues, “sorprendentemente”, no aparece ni una sola vez. 


Evidentemente, este estudio transversal del contenido usando técnicas de framing, en el entorno de la teoría del  marco discursivo (al que tan aficionados son académicamente muchos de los miembros más destacados de Podemos [véase y véase]), elidiendo el gesto semántico del texto, reconocible en la huellas que la enunciación deja en él, es muy injusto (aquí intenté explicar cómo y por qué): en la entrevista se habla también de la estructura laboral del capitalismo y de sus perversiones intrínsecas y de una forma muy lúcida, por cierto. Pero no es menos cierto que buena parte ella se dedica a hablar de la situación y de la estrategia política, que es la verdadera preocupación, la verdadera pasión, de la cúpula de CQP, a poco que  prestemos atención a sus declaraciones, tuits, estados de facebook o artículos de opinión. 

Siendo sutiles, se puede advertir que cuando razonan estratégicamente, esto es, cuando intentan asentar su espacio electoral contra la izquierda, es cuando más creativos retóricamente (metafóricamente) son . Sin embargo, cuando hablan contra el capitalismo o el bipartidismo, todo suena un poco a difusión alegórica: el discurso ya está construido -libros, cursos, etc.- y nos limitamos a repetirlo machaconamente.


La clave es obviamente el tablero. Porque, claro, las metáforas modelizan el discurso y también la realidad. El primer problema del tablero como metáfora es que domina el fair play entre los jugadores. Al final, entre los rivales surge una especie de compadreo respetuoso, paralelo al desprecio común que experimentan por la masa que los observa y su griterío. Una vez en el terreno de juego todo lo demás es exterior, es puro público, pura audiencia. Pero, además, es que la partida de verdad aún no ha dado comienzo. Podemos lo primero que necesita no es ganar la centralidad del tablero, sino ganarse un sitio en la partida. Una partida que ya no es de ajedrez, porque se han multiplicado los oponentes –por eso deja de tener sentido, estratégicamente hablando, llamarlos la casta, como si fueran un enemigo único- sino de parchís o monopoly. Y si juegas con un tablero, si juegas un juego formal y perfectamente reglamentado, en el que toda posible contingencia es subsumible simbólicamente en sus normas, si juegas un juego de tablero, lo primero que necesitas es sentarte con tus oponentes. De pie, se quedan los mirones. 

Primero, fue en las tertulias. Ahora, toca ya buscarlo en los órganos legislativos. Y, claro, con quien se juega la silla Podemos es con la izquierda, no con el bipartidismo, que la tiene bien atornillada. Ése es necesariamente, pues, el trabajo previo. Y de un alcance realmente paradójico: cuanto más intentes diferenciarte de la izquierda para ocupar su silla, más te van a identificar los espectadores del juego con ella - como parece haber demostrado el CIS- porque en ese campo único de enunciación de la política, que es la comunicación, son las sillas y no el imaginario contenido semántico de los enunciados, lo que determina las posiciones y su percepción.

La obsesión de Pablo Iglesias, y de la ideología cqp por extensión, por el tablero y los juegos de tronos implica lógicamente que ellos entienden la lucha política entre posiciones paritarias, entre iguales. Como hemos dicho, en ese caso, lo prinicipal es el cálculo estratégico y simbólico. Es una opción claramente idealista, antimaterialista. No están pensando en jugársela contra el poder, contra la troika o contra las armas nucleares en manos de los Estados guardianes, contra un Otro inconmensurable y disimétrico. Lo que intentan es ocupar un lugar fijo en la partida, el lugar de la oposicón. Es decir, que su contrincante-tipo es la izquierda, que es quien les disputa ese lugar, no la casta que es un jugador necesario. Por eso, Pablo Iglesias cuando se define como militante siempre lo hace contra sus propios compañeros (véase y véase). Con la casta se postula ya siempre con un talante negociador. El proceso en el que está inmerso Podemos en este momento no es el de la lucha contra el capitalismo (estrategia socialista) ni por la hegemonía popular y la radicalización democrática. Lo que toca ahora es una depredación darwiniana entre los de abajo por la silla y no por la victoria en la partida.


Y para llevar adelante esta operación política se ha construido retórica e ideológicamente una disyunción: La izquierda identitaria vs. El hegemonismo. Que es un simple truco retórico, se deduce de que todo postura crítica o discrepante es enclaustrada en esa construcción discursiva sin atender jamás a la trama enuciativa particular, a la especificidad y posible acierto de los argumentos concretos. Digas lo que digas, si no está de acuerdo con la doctrina cqp eres un izquierdista identitario asolado por la pulsión superyoica de la derrota. Habrá que ver si ellos son de los que "fracasan al triunfar", que decía Freud, porque estas cosas sólo pueden saberse a posteriori.


Miren no. Lo que pasa es que no pensamos que el que "Podamos" vaya a estar claro porque nuestro enemigo es la casta y la derecha, no los partidos de la izquierda sistémica, a los que no pertenecimos nunca por la misma razón que muchos ahora nos hemos alejado de Podemos. Claro que si ése fuera el enemigo estaría bastante más claro que se fuera a poder con él. De hecho, por ese motivo hay una serie de intelectuales orgánicos en Podemos cuya única tarea consiste en un construir un anti-izquierdismo a machamartillo. Como hemos visto, no es que no utilicen el doble lenguaje, pero casualmente cuando atacan a la casta citan (comparten) o repiten consignas. Es cuando atacan a la izquierda, al horizontalismo, a la supuesta militancia disidente cuando se les ve emplearse a fondo, innovar retóricamente desde el sarcasmo y la descalificación. 


¿Y las  bases, las jamás reconocidas bases de Podemos? (“… hay que parar con la idea de que las bases... no son bases, Podemos es un partido de sucesión de ciudadanos, o sea cualquiera se puede inscribir, el voto de todos vale lo mismo”) Pues ahí, alertando de errores que la cúpula no reconoce. Probablemente, lo único que suceda es que los objetivos no son los mismos. Las bases quieren el poder, la cúpula quiere Poder. Aquí el artículo (o su ausencia) determinan y mucho. La gente –de la que las bases podrían ser una magnífica representación metonímica (por contacto) antes de pasar a la representación metafórica (por sustitución)- está harta del jueguecito, del tablero y de asistir calladitos a la partida.


Evidentemente, ninguna pureza en esas bases, ni ninguna nostalgia de pureza alguna por mi parte. Entre las bases hay quien no está en la cúpula simplemente porque no supo jugar sus cartas. Lobos solitarios, excluidos de IU, gente con ambiciones personales que vio en Podemos su ventana de oportunidad y que están también muy resentidos. El empeño por no ir en coalición con las iniciativas municipalistas es síntoma de ello en muchos casos. Pero el dar una de cal y una de arena, a ver si consiguen una posición de fuerza sin ruptura, también. 

Al final, acaba resultando que el único antagonismo es interno: la obsesión de la cúpula es la izquierda y la obsesión de los críticos es la cúpula. Y siempre será así, porque no se trata del tablero, se trata de la silla. Por eso, los elegidos no se afectan mucho por las encuestas. Ellos quieren poder, no el poder. Y las encuestas implican que van a tener silla ante el tablero. Para eso eran las listas plancha patrocinadas. ¿Qué sentido tiene, lanzar una lista y llamarla "equipo del líder", cuando es para ocupar cargos legislativos, no ejecutivos, como si fuera un equipo de gobierno y saltándose además las circunscripciones territoriales, si no es para garantizar las sillas a los fieles en la partida?


Después de Tsipras, el temor es que el populismo haya invertido el viejo adagio guerrillero izquierdista. Ahora toca: de victoria en victoria hasta la derrota final. Y la casta, tan campante, brindando con champange y acordándose entre risas del susto que se pegaron en 2014, antes de darse cuenta de no eran el enemigo, sino sólo un eslogan para presentarse en público y coger un pedacito del pastel de la agenda.


Cuando se empezó a hablar de la política de la gente decente, algunos –puede que de forma un poco precipitada- vinimos a entender que era la hora de la política para los que no sentíamos pasión ninguna por la sucia política, por el trepismo y la lucha descarnada por el poder y el dinero. Es decir, para la inmensísima mayoría, que se movilizó como nunca antes. Hacer política no significaba luchar de una forma denodadamente egoísta por encarnar la representación porque ésta iba a estar escindida de sus privilegios tradicionales, tanto durante el "mandato" como posteriormente (las puertas giratorias). Pero ya parece que lo advirtió Platón (la cita se le atribuye): "No hay nada de malo con que haya gente a la que no le gusta la política, simplemente, serán gobernados por aquellos a los que les gusta".


Es extenuante tener que luchar continuamente contra aquellos a los que crees que nunca hubieras debido contar entre tus enemigos porque ellos te consideran su enemigo a la mínima que intentes pensar por tu cuenta, porque pensar por tu cuenta debilita al que se considera al enemigo frente al enemigo que se debía considerar como tal. Clarísimo todo. Muy Jerry Lewis. Carl Schmitt ha arrojado una inmensa luz y claridad sobre el actual proceso político. Están consiguiendo lo que el matador de toros ante su noble oponente: que los dejemos solos. Eso sí, no en una arena mortífera, sino ante un tablero, con DVD –dos cajas edición de coleccionista, que la otra es para regalar a miembros de la realeza cuando te invitan a beber de su champagne- y mando a distancia.


Dicen el Comité Invisible que la diferencia entre el 1% que domina y el 99% sojuzgado es que ellos están organizados. Ya quedan pocos meses para que acabe este infernal ciclo electoral que parece poder servir de excusa para todo. Probablemente, después sea el momento de inventar otra cosa. Porque si el caso de Grecia no ha sido suficiente, veremos con nuestros propios ojos en casa que la promesa de que se puedan cambiar las cosas formando parte de la organización de los organizados no tiene sentido ninguno. Ni defender a Tsipras porque, pobre, cómo se iba a enfrentar al BCE y el FMI si no tiene armamento nuclear. En eso, sí les doy la razón: el argumento muy de izquierdas no parece.

La secuencia en imágenes:


La imagen de fondo en el Twitter de Íñigo Errejón

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