viernes, 7 de febrero de 2014

Un toque de atención

He visto y escuchado las dos horas de video en el que Pablo Iglesias como representante de Podemos y Alberto Garzón de IU exponen sus ideas, como presentación de esa nueva perspectiva política que estamos necesitando tanto como el comer. Hay mucha tela que cortar y mucho que debatir y reflexionar.

Lo primero que llama la atención es que se llame 'debate' a un acto donde el debate se redujo a cuatro preguntas, que serían unos 20' como mucho, y el resto del tiempo de dedicase a los discursos de ambos "candidatos" para el cambio. Cada uno por lado sin debatir entre sí. O sea, debate nulo. Más bien un mitin a dos manos.

Alberto Garzón habló tal cual. Fue al grano. Explicó su experiencia y sus frustraciones como parlamentario, analizó con bastante acierto los fallos que ve en el sistema actual en el Congreso y propuso algunas ideas prácticas acerca de una nueva concepción de la economía y de las relaciones tempestuosas con el BCE y la troika. La sensación que me quedó es que tiene una conciencia muy bien dispuesta y la suficiente humildad para servir a la sociedad con honestidad y criterios acertados. Es modesto y serio. Sabe de lo que habla.

Pablo Iglesias es un buen orador. Ameno y ocurrente. Da gusto escucharle dar clase. Eso fue lo que hizo: dar una clase de ciencia política, pero no tuve en ningún momento la impresión de estar en la presentación de nada nuevo. Habló apasionadamente de la pasión como motor de la lucha política, comparó esa pasión con la hinchada del fútbol. Bueno, es un modo de ver la cara más cutre del entusiasmo. Hasta en la cita de Enrico Berlinguer en el emblemático local comunista de la romana Via Delle Bottegue Oscure, cuando suspende un mitin del partido para sumarse a la voluntad popular de ir al otro partido: al de fútbol. Pero de eso, por desgracia, es precisamente de lo que nos sobra por todas partes. Entusiamos con arrancada de caballo de carreras y parones de burro de carga. Como decimos en Valencia d'aixó ja en tenim prou. De eso ya nos sobra. Necesitamos algo más sólido, más consistente que nos ayude a canalizar adecuadamente la pasión, sobre todo la pasión por el dinero fácil de la clase empresarial y bancaria, para no quemarnos en las tracas, sino a no necesitar un devastador derroche de adrenalina para ponernos las pilas y dejar de  ser uno de los países europeos con mejores trabajadores , más horas de trabajo y peores resultados económicos.
Cabría preguntarse si no será por tanta pasión futbolera desbordada, por lo que tanto España como Italia se toman la política con el mismo talante. O sea como un argumento para discutir constantemente acerca de lo mismo, sin poder solucionar nada, porque tanto en el fútbol como en la política, los ciudadanos son meramente espectadores gritones, que usan ambas modalidades para dar rienda suelta a la adrenalina, a la mala leche, a la confrontación y al pasmo en todo lo demás. En realidad en ambos campos, el ciudadano es un mero espectador, un convidado de piedra que paga las entradas y los impuestos y de ese modo hace posible que políticos, directivos y jugadores, vivan de lujo; eso sí, lo pagan con mucha pasión, pero sin capacidad alguna para intervenir en el juego ni en el control de la gestión. Sólo sirven para gritar, protestando o vitoreando, según pinten las cosas.
Lo siento por Pablo Iglesias, pero ese argumento no favorece ni la información acerca de lo que pretende ese neopartido llamado 'Podemos' ni la reflexión ni el debate. Si hay que "poder", estaría bien que se aclarase a qué poder se aspira, qué se va a hacer con él y cómo se aplicará cuando se haya accedido a poder algo más de lo que podemos ahora. Por ejemplo, cómo se enfocará la gestión del paro, la creación de empleo y la fiscalidad, y las energías alternativas y las empresas de energías poco recomendables como el gas y las eléctricas dependientes del petróleo, y la vivienda y cómo hacer que los bancos paguen su rescate al Estado a base de entregar, por ejemplo, viviendas sociales de su parque nutrido por los desahucios,sobre las relaciones con Europa y el mundo del capital, cómo organizará la sanidad para que sea más efectiva y menos dispersa, como será la educación pública y las pensiones y el tipo de economía en medio de una sociedad mercantilizada a tope y sin vergüenza alguna, donde el dinero es el rey y el trabajador, el paria. Qué harán ante el dilema monarquía o república, o con el concordato del Vaticano, en fin...todo eso sí hubiese sido interesante como debate, pero Pablo Iglesias se comporta como un comunicador, un charlista muy culto, ameno y simpático, no como un aspirante a gestor de la cosa pública. 

Para rematar la faena, Iglesias acaba reconociendo y confesando el móvil de esta carrera suya recién estrenada hacia el poder: le gusta ganar. Qué bien, igualito que al pp y que al psoe. En eso coinciden todos los mismos perros con los diversos collares. Y ganar ¿para qué, si se desconoce la importancia de la palabra servir, que es exactamente lo que debe hacer un responsable político y es justamente la que nunca mencionan en sus discursos? Las mismas trazas de los de shiempre, pero encima, sin un mínimo programa de intenciones de servicio público que explique de una vez qué equipaje práctico nos propone, al contrario, clama y despotrica contra la manía de presentar programas de partido, porque nunca se cumplen. Entonces, pensamos que si teniendo las cosas claras y programadas es tan difícil llevarlas a cabo ¿qué ocurriría cuando ese 'Podemos'  llegase a su meta, que es ganar, y no supiese por donde empezar... porque no tiene  ni la menor idea de como se hace el trabajo de gestionar una sociedad empíricamente? Desde luego no se gobierna a base de clases de politología ni de citas ilustres, ni de anécdotas ni de pasión ni de ganas de ganar ni de horas dialogando por dialogar, que es muy bonito en sí mismo, pero que a efectos de gobierno necesita servir para algo más tangible. Se hace a base de proyectos concretos nacidos de la base objetiva: la escucha a los ciudadanos. Y eso es lo que hasta ahora no ha hecho todavía ningún partido "político", siendo la Polis el objetivo del servicio a la ciudadanía que se ha convertido en privilegio contra y a costa de ella. 

Pablo, querido, esto tuyo no cuela. ¿Sabes por qué? Quizás sea porque hay más Pablo Iglesias que proyecto político que sirva a los ciudadanos y que no se sirva de ellos para lograr lo que más le gusta tanto a un comunista experto en retórica como al liberalismo más desatado: ganar el poder a costa del ciudadano sufridor y nunca protagonista de su propia historia. Que andas un poco verde aún en el distinguir donde termina el sueño de tu nombre y tu apellido, tan evocadores, y donde empieza la realidad. 

No es por chafarte, que me pareces estupendo y totalmente respetable, pero no como cabeza pensante de una iniciativa tan urgente como la renovación del panorama político-gestor de los habitantes de este mapa peninsular en el extremo suroeste de Europa, dolorido y cansado de tanto traqueteo. Nos merecemos otro impulso 15M con más ideas realizables que ideologías flotantes en la nubes. El cabreo y la protesta no son un fin en sí mismos, que sería como tirar el café y quedarse con la cucharilla y el sobre vacío del azúcar, después de removerlo en el fondo de la taza. Falta más interés por preguntar a los ciudadanos qué necesitan y escuchar sus respuestas, que por endosarles discursos divertidos con soltura tertuliesca, donde todo es pasión por ganar mientras nos perdemos en un mar de confusas imprecisiones.

De momento Alberto Garzón gana por  1-0, (ya que el fútbol parece ser un referente importante en el fervor pabloiglesiano), porque al menos sabe de qué está hablando. Aunque también a IU le faltan hervores importantes, como unir de verdad a toda la izquierda, como ser capaz de dialogar con el psoe y no preferir al pp como socio sólo por odio visceral a la social democracia, como rechazar todo lo que no lleva el puño en alto, la dureza de una lucha que no funciona, y el talibanismo del único poseedor de la verdad sin bordes ni matices, al mogollón leninista, en lo que recuerda mucho más a la iglesia católica y al Kremlin que al sabio y ponderado Karl Marx.


Lo realmente positivo de este encuentro entre los dos jóvenes líderes de la nueva izquierda electoral es haber inaugurado un espacio nuevo en el que es posible que IU comparta mesa y mantel con otra sigla distinta, más caótica, y ante la que ha quedado la mar de bien. Gracias a ambos, por demostrarnos una vez más que la mejor forma de gobierno es la asamblearia constituyente eligiendo directamente a sus representantes e interlocutores, sin necesidad de partidos, que son una ruina y una fuente de corrupción, donde la sensatez solidaria de la ciudadanía logra en una tarde lo que el Parlamento no consigue en una legislatura entera: por ejemplo, parar desahucios, poner en marcha recursos  y realojar  familias tiradas a la calle por cualquier banca sin conciencia pero con los bolsillos a rebosar.


No hay comentarios: