Castigada por contestar a Mari-hu-ano Rajoy pinchando el globo del optimismo en su último colocón, con mi arranque de bufona habitual, tantas veces incomprendido, la hackeridad ppera me ha inutilizado la cuenta de twitter, acusada de mandar correos inapropiados a destinatarios que no les gustan. Me lo tomo como si me hubiesen concedido la Cruz de San Hermenegildo, premiando mis "sufrimientos por la patria". Qué dihguhto y qué honorrrrr...ains!
Hé aquí, a quien quiera reirse un rato, el habeas corpus del suceso; la verdad es que me he sorprendido yo misma. No me imaginaba que habían sido tantos twits en tan poco tiempo. Pobre Rajoy, entiendo, perfectamente, el shock-cortacircuito, en medio de su jornada triunfal. Es que Mariano y shu mundo dan mucho juego. Y a mí lo de los twits me recuerda, en plan metátesis cuantitativa y diléxica colateral, al twist en los guateques de mis quince años. Ha debido ser por un ataque de nostalgia que me ha pillado a traición y he confundido mandar un twit con bailar un twist. Es que no somos nada. Y menos en pantuflash y forro polar.
P.D. Antes de que no os aclaréis con el nombre advierto que "Rosa Velarde" era mi pseudónimo twittero las pocas veces que se me ha ocurrido entrar en ese zoco escaparatista de los lugares comunes y que ya no volveré a visitar, porque, como al Juez Garzón, los magistrados de Twittrunal Shupremo me exigen en inglésh que me arrepienta de lo que he hecho clickando en unash autoculpash raríshimas que no reconozco y como no tengo conciencia de haber hecho nada distinto a lo que he hecho otras veces, pues va a ser que no firmo esa "culpabilidad" censuradora y mordorish causha. Renuncio encantada a la twittidad. Ellos se lo pierden y yo me lo ahorro.
Hé aquí, a quien quiera reirse un rato, el habeas corpus del suceso; la verdad es que me he sorprendido yo misma. No me imaginaba que habían sido tantos twits en tan poco tiempo. Pobre Rajoy, entiendo, perfectamente, el shock-cortacircuito, en medio de su jornada triunfal. Es que Mariano y shu mundo dan mucho juego. Y a mí lo de los twits me recuerda, en plan metátesis cuantitativa y diléxica colateral, al twist en los guateques de mis quince años. Ha debido ser por un ataque de nostalgia que me ha pillado a traición y he confundido mandar un twit con bailar un twist. Es que no somos nada. Y menos en pantuflash y forro polar.
P.D. Antes de que no os aclaréis con el nombre advierto que "Rosa Velarde" era mi pseudónimo twittero las pocas veces que se me ha ocurrido entrar en ese zoco escaparatista de los lugares comunes y que ya no volveré a visitar, porque, como al Juez Garzón, los magistrados de Twittrunal Shupremo me exigen en inglésh que me arrepienta de lo que he hecho clickando en unash autoculpash raríshimas que no reconozco y como no tengo conciencia de haber hecho nada distinto a lo que he hecho otras veces, pues va a ser que no firmo esa "culpabilidad" censuradora y mordorish causha. Renuncio encantada a la twittidad. Ellos se lo pierden y yo me lo ahorro.
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