Anoche en Salvados, en la Sexta, asistimos a un reestreno maravilloso del ingenio narrativo-visual, esa cualidad que tenemos en potencia pero que no se acostumbra ejercer en la práctica. Ese ingenio de alta vibración que de lo plano, aburrido y vulgar, del sobeteo de lo manido, es capaz de hacer una verdadera obra de arte. Cuando a ese arte se le añade conciencia, gracia, sentido de la oportunidad y el valor maravilloso del humor que desactiva los escozores y heridas que la verdad produce por el mismo hecho de no necesitar el edulcorante de la mentira, resulta un verdadero encaje de inteligencia logística, organizadora de ideas e iluminadora de tinglados, que a la luz de esa misma revelación hacen que la verdad se pueda comprender, digerir y hasta disfrutar, por muy cruda que haya sido y siga siendo.
El
23 -F como mascarada digna del carnaval, que casi siempre coincide en
el tiempo con el sobado y malaje aniversario del evento, ya merecía este
tratamiento retrovírico por parte del periodismo de altura. Y así ha
sido, gracias a la estupenda libertad y amable valentía de Jordi Évole.
Hasta ahora los relatos del 23-F han adolecido de ligereza sanadora, inteligente y sabia. O bien eran relatos dramáticos e hipertrofiados o bien eran chirigotas ridiculizantes. Hoy amanecemos más liberados de esas dos ópticas limitadoras. Contar con los testigos del suceso y hacerles participar en una parodia, que tal vez sea menos parodia de lo que pretende, es un puntazo digno de un Francisco de Quevedo, por ejemplo. Ante el programa de anoche ¿cómo no recordar esa anécdota celebérrima en que el genio de Don Francisco, por una apuesta desafiante, fue capaz de decirle a la mismísima tiesa, antipática y rígida reina Mariana de Austria, esposa de Felipe IV, en presencia de toda la corte, que era coja como todos los cojos sin pedigrí? "Entre el clavel y la rosa, su Majestad es-coja", dicen que dijo el bueno de Quevedo ofreciendo a la reina, con galantería y descaro, en la misma proporción, los dos modelos de flor; y se quedó tan a gusto como Jordi Évole anoche después de la emisión conmemorativa de la efemérides de marras, tras la cual, los españoles podemos elegir a nuestro gusto entre el clavel del relato aparentemente serio y la rosa del relato hipotéticamente posible y tan serio como el otro. Pues ninguna de las dos versiones consigue ocultar, como el clavel y la rosa, la evidencia de la real cojera.
Para el observador imparcial y para los sufridores del estado actual de la nación hay una cosa imposible de pasar por alto : la modélica transición debería haber sido solamente el primer escalón para comenzar la subida inmediata al nivel de la democracia verdadera que era para nosotros un sueño teórico jamás practicado, obviamente, no el punto de llegada y asentamiento permanente en el paso de un nivel a otro.
Es una barbaridad permanecer transicionándose toda la vida entre una perpetua dictadura saliente que no se acaba de ir y una eterna democracia emergente que no termina de cuajar. No es lo mismo ponerse el babi nuevo de demócratas sobre los tics de ropas dictatoriales viejas y manchadas de sangre, odio son sordina, rencor y miedo, que ser capaces de cambiar completamente de indumentaria por dentro y por fuera. Poco a poco, sí, vale, pero cambiar de verdad.
Lo que no avanza y se estanca acaba retrocediendo por pura inercia a los viejos parámetros, porque no conoce otros y tiene pánico al riesgo de crearlos. El tonto narcisismo transicionista ha preferido la certidumbre de lo conocido a la osadía de lo nuevo que no ofrece garantías y avales bancarios de que la cosa se mantenga a favor de los vientos propicios y controlados y que exige esfuerzos de creatividad, confianza, actitudes generosas, honestas, flexibles y comprensivas que no existen y hay que inventar y poner en marcha cada día como si fuese el único y el primero.
Lo cierto es que el estado transicional ha terminado por agotarse y morirse de asco en su limitación estirada como el elástico de un viejo jersey. Y el formato de Estado de tránsito ideológico, a lo largo de nueve legislaturas, no ha inventado nada mejor, se ha convertido en una anquilosis paralizada en lo social e hiperactiva en lo 'corrupcional'.
Algo muy grave y básico ha debido fallar en el 'ejemplar paradigma' de nuestra hipertrofiada transición, ¿ o no? Si hubiese sido lo que creíamos que era, ¿cómo es posible que estemos como estamos? Sin conciencia asamblearia, ni participativa, ni cooperativa, más divididos que nunca, cada uno a su bola y sin conocer la realidad de que la democracia no es un paternalismo gracioso como afirmó Zapatero hace poco: "cuando el poder se lleva bien con los ciudadanos y los ciudadanos con el poder", sino que el poder legítimo son los mismos ciudadanos adultos y participativos "por ley" y derechos, capaces no sólo de elegir, sino además de poder cambiar de representantes cuando éstos demuestran con creces que no pueden ejercer con acierto y sin abusos la función gestora que se les ha encomendado, e incluso el modelo de Estado por el que regularse.
¿Una democracia lo es con ciudadanos sólo de nombre y para pagar impuestos que mantengan a los gestores con sueldos alucinantes teniendo en cuenta los resultados? Ciudadanos sin recursos ni protección estatal que pagan y han pagado toda su vida y no reciben ni los servicios mínimos. Sin oficio ni herramientas verdaderamente políticas.Abandonados a su suerte pésima por mandato del dinero rampante.
Ya no es la crisis económica como fenómeno global, es que deberíamos reconocer que no hemos cambiado como creíamos haberlo hecho y el toro nos ha pillado con la misma "esencia" de lo viejo camuflado de falso nuevo. Sin una educación ni una pedagogía social que supere el estado de limosna caritativa, de ignorancia general básica y lo sustituya por el Estado de verdadero derecho aplicado a lo social, con el mismo tesón e interés que se aplica al sector económico en privatizaciones ascendentes, y que los ciudadanos no desean como régimen.
Conformarse con votar cada cuatro años no es ser demócratas. Establecerse en una "clase política" y en una "monarquía estable" que los ciudadanos aceptaron como "transitoria" y "provisional" hace 36 años, para evitar los terrores fantasmagóricos del milenio franquista, pero que se ha hecho crónica y no deseada ni refrendada por una mayoría de ciudadanos que no votaron en su día porque eran niños o no habían nacido aún y ahora son víctimas de ese concepto redentor de transición interminable en la práctica, es una aberración que al parecer esa "clase política" no tiene el menor interés en que se cure y desaparezca.
El triunfo "golpista" del 23-F, tapó la vía del crecimiento y desarrollo democrático, sofocó las voces de la justicia sin revisar, en pro de una interinidad transitoria que aún no ha terminado y que impidió por miedo e intereses la revisión inaplazable de la historia reciente. Sólo había que oír a Eduardo Serra, un ex ministro del pp, ayer noche tocando el tema para comprender.
Siguiendo con el paralelismo literario, Jordi Évole también tiene ecos, en su parábola 23-F, de Miguel de Cervantes y de la metáfora de Don Quijote. El loco maravilloso que se enfrenta al mundo torrezno de la vulgaridad mostrando como fantasías imposibles y ridículas los ideales que hacen avanzar al hombre por el camino de la evolución. Todos sus intentos de arreglar entuertos, liberar cautivos, proteger de la injusticia al débil y dedicar su vida a tales menesteres, eran un desastre imposible de encajar en la desalmada realidad que le rodeaba (un ejemplo actualísimo en tan cutre país como éste, con una supuesta 'cultura', donde la chapuza iguala las tácticas de los gobiernos para lograr desarmes terroristas con los propios argumentos para sordos, más próximos a una astracanada de Gila o de los hermanos Ozores o de una peli de Santiago Segura como ese ridículo pasillo de comedia del "sellado" etarra-negociador del otro día. Mísero y palurdo como el mismo pp; tal para cual)
Al final, el guión quijotesco exigía eliminar al héroe de las entelequias al hacerle recuperar la "cordura" y aceptar que se salgan con la suya el barbero, el cura, el Bachiller Sansón Carrasco, la sobrina y el ama. El establishment. El sistema.
Pero en este caso parece que Jordi Évole no es tan pesimista como Cervantes y posee el brillo quijotesco de un Don Alonso Quijano renovado con más motivos para la esperanza que aquél, quizás porque este Quijote postmoderno es catalán y aporta el seny que los manchegos nunca tuvimos, tal vez carentes de las balsámicas erosiones costeras, de valles boscosos florecidos plenos de bayas, de fuentes y acequias naturales que riegan la tierra hasta convertirla en huertos de frutas y calçots inimaginables, y, por el contrario, ahí están los 'centralistas' geográficos acribillados por los aires extremos de la Meseta parda y rojiza con
su clima continental extremo, danzando entre tórridos veranos y congeladores inviernos. Así se explica casi todo. Está claro que el medio condiciona lo suyo
Sin embargo, un estupendo revulsivo como esta crisis terminator está teniendo el poder de acercar fraternalmente las dulces periferias a las áridas y hoscas centralidades porque se comparte la misma precariedad, los mismos problemas, el poder solidario de convicción que tiene la necesidad es más fuerte que las ideologías teóricas que no han nacido de la misma realidad que se comparte y afecta a todos por igual, menos a los vampiros del negocio. El caos y los palos de "ciego listo" gubernamental, están logrando pasito a paso que los arrebatos centrípetos se puedan serenar con la suave firmeza centrífuga, que Don Quijote y Tirant Lo Blanc se asocien, que Joanot Martorell, Espríu, Cervantes, Quevedo. Arcadi Oliveres y Teresa Forcades cocinen el pisto-chanfaina del futuro, contando con todos los estupendos ingredientes y aliños como Valle Inclán, Rosalía de Castro, Clarín, Unamuno, Baroja, Labordeta, Blasco Ibáñez, Miguel Hernández, Azorín, Ibn Arabi, Federico Gª Lorca, Aleixandre, Concha Arenal, Luis Chamizo, Mariana Pineda o Fray Luis de León. Que para todos hay hueco en el corazón de una tierra que han intentado convertir en "marca hispánica" desde Carlo Magno hasta Ana Botella y Margallo, pero que no ha habido forma de que se doblegue del todo al marketing publicitario de tan cutre negocio heredado como modus moriendi.
Ahora los viejos celtíberos helenizados, feniciados, romanizados, visigotizados, arabizados, judeizados, pero muy poco culturizados y nunca civilizados por completo, vamos comprendiendo, después de tanto vapuleo, que humor con amor se paga. Y que desdramatizar en serio, juntos, con la búdica sonrisa del entendimiento es lo mejor que puede pasarnos para arreglar cuentas con nosotros mismos y con nuestra historia tremendista, cambiando sin traumas un mejunje pringoso y pringado de ayer para salir del paso, por un auténtico consenso cívico de hoy, limpio, transparente y con vistas a un futuro próximo completamente otro. Que sólo las ciudadanías verdaderas, aptas para la convivencia sin necesidad de pinchos, cuchillas ni pelotas de goma, pueden conseguir si se lo proponen y lo disponen de ese modo. Y que sólo así estaremos Salvados por nosotros mismos, hombro con hombro. Un puntazo y una verdadera pica sin picar ni en Flandes ni en ningún sitio. Una pica-da de orgullos tontos, miserias varias, rencores rancios y vacuidades inútiles en la thermomix de la inteligencia emocional. Salvados por lo único que puede salvarnos: la conciencia despierta y solidaria. Trabajando para y por el bien común en constante escucha activa y dialógica por encima de todos los colores y modelos de ideas.
Retirarse no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepasa a la esperanza.
En las desventuras se reconcilian los ánimos y se estrechan las amistades.
Miguel de Cervantes ('Don Quijote de La Mancha')
- Quina petita patria
- encercla el cementeri!
- Aquesta mar, Sinera,
- turons de pins i vinya,
- pols de rials. No estimo
- res mes, excepte l'ombra
- viatgera d'un nuvol.
- El lent record
- dels dies
- que son passats per sempre.
- Salvador Espríu
P.D.
He visto por curiosidad encuestadora, self made, los comentarios sobre este Salvados en distintos foros on line y abundan muchos, demasiados tal vez, molestos por "la falta de respeto" y la parodia que se ha interpretado como una burla a los espectadores.
Mal andamos en madurez y en salud racional-emotiva si todavía hasta Llamazares (un representante gestor) no lo ha comprendido sanamente. Poca capacidad tenemos para asumir otra visión distinta de la que demostramos acerca de cualquier cosa diferente a las programaciones y fijaciones propias, con una extendida carencia de agudeza perceptiva y una tendencia preocupante hacia lo monolítico, sin matices ni variables, que nos "da seguridad", no porque sea mejor, sino porque estamos habituados a oirlo durante años y se nos ha hecho una grabación tan familiar, un callo mental y emocional que ya forma parte de cada uno. El hecho de contemplar algo que nos descoloca, nos humilla y nos enfada, porque demuestra la posibilidad de que nos hayamos equivocado al aceptar como verdadera una ficción, en vez de despertar nuestra capacidad de análisis tanto de nosotros mismos como de lo que vivimos en nuestro entorno. Así se explica que soportemos gobiernos que nos mienten como bellacos, nos pataleen en todos los sentidos y no los mandemos a freír espárragos con una ristra imparable de huelgas generales y una abstención absoluta en el pago y cobro de impuestos hasta que se vayan, que sería enseguida si les pusiéramos las peras al cuarto como merecen. Y es que se acepta mejor una mentira oficial que pasa por verdadera aunque sea una estafa, que aceptar que hayamos podido hacer el primo creyéndola real y sin sospechar su falsedad, algo que es connatural a la condición humana, en la que el error y el acierto forman parte de la misma experiencia y de lo que nunca deberíamos avergonzarnos porque es un aprendizaje que indica que no lo sabemos todo ni somos la repera y que la "visión" o "intuición profunda" de lo oculto en apariencia es parte del conocimiento real, no una condición de echadores de cartas, oráculos todoacién y charlatanes, sino facultades del alma que no están reservadas en exclusiva a videntes y pitonisas, sino que surgen en todos los seres humanos que cultivan sus almas igual que sus mentes y cuerpos. Lo que sí debería indignarnos es vivir en un estado como éste y soportarlo entre chirigotas inútiles y cabreo estéril.
Hay militantes de izquierdas radicales pero teóricos ( que para colmo en sus costumbres son absolutamente derechistas y más vendidos "al capital" y a sus tics injustos y viles, que Judas al Sanedrín) que consideran la risa una ofensa a la inteligencia y despreciable el humor que no es destructivo y amargo y que no sea una saeta insultona contra "el enemigo". Aseguran que a ellos les mantiene en pie sólo "la lucha" y la "mala baba", creen que no se les escapa una y llevan fatal el "fracaso" de comprobar que no es así. Este programa les ha debido fundir los cables y los habrá descolocado por completo: Un símbolo denunciador como Évole, no puede hacerles algo semejante sin ponerles a cien, debería haberlo hecho sólo para pardillos ultraderechistas, que a su vez piensan lo mismo en plan boomerang. Coshas de la marca Eshpaña en la que los extremos se parecen tanto que no se les distingue entre sí hasta que levantan el brazo en horizontal o en vertical con mano tiesa dispuesta para el bofetón y el "ñas", o con mano cerrada para el puñetazo. Qué le vamos a hacer...con un poco de suerte en otro par de siglos o tres, lo mismo ya hasta no se enfadan tanto por tan poco...y hasta consiguen menos cabreo sordo, menos zancadillas y rivalidades y un poco de eficacia para educar pirañas por medio de leyes justas y decisiones adecuadas a cada problema, aplicando la indignación donde toca y no donde cae por inercia casual como el gordo de la lotería, sin el más mínimo amago de pensar un pelín más allá de las tripas y su hipersensibilidad infantiloide y egocéntrica por ósmosis. ¡Cuánto cuesta aclararse!, tras siglos y siglos en el mismo plan.
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