jueves, 13 de febrero de 2014

Economía sensata

                                        

Escuchamos, leemos y hablamos cada día sobre este concepto que se nos ha hecho tan próximo y tan intrincado e incomprensible: economía. Nos han dicho que es la clave de todo y  a él se dedican vidas, carreras y haciendas, y por él surgen negocios alucinantes minoritarios y en paralelo, curiosamente, ruinosas crisis para la mayoría de los habitantes del Planeta. Nos han convencido de que la economía es una maraña llena de enredos y retruécanos matemáticos y estadísticos para expertos. Y sin embargo en su raíz etimológica es algo simple, al alcance de todos. Deriva de la combinación de los términos griegos oíkos (casa) y nomos (reglas, norma, ley). Oikonomía es simplemente "funcionamiento de la casa". Nada de "país", "nación", "patria", "estado" o "empresa". Casa. El orden que regula la casa. Lo concreto de cada día. La "casa" como educación básica, como cuna del civismo más elemental e imprescindible. Pero esa idea también sugiere algo importante: el orden y la norma, el funcionamiento de todo empieza por uno mismo, por la propia casa. Si cada "casa" y cada individuo, funciona con un orden, unas reglas y una normas adecuadas, armónicas, justas y sanas, es imposible, en primer lugar que la convivencia social sea de mala calidad y en segundo lugar, que un país esté en la ruina, que un estado sea una piraña o que un gobierno o un parlamento o un partido político o una jefatura del Estado, se conviertan en la cueva de Alí Babá. 
Hay que fijarse en que el inicial concepto oikonomía no hace ninguna alusión directa  al dinero, sino al método para funcionar bien, al desarrollo de herramientas de comportamiento y acción que facilitan las reglas, la normativa y viceversa, disponer de herramientas que facilitan la acción y el comportamiento adecuados para regir la propia casa, el propio entorno. Uno mismo y su responsabilidad civil (civil, deriva del latín  civis=ciudadano, que unido al resto de cives, (ciudadanos) componen la civitas= la ciudadanía, la ciudad vista como institución y Estado, mientras que la ciudad como construcción material habitable y transitable es la urbs/is, la urbe, lo urbano); es importante que recordemos o aprendamos, si no lo sabemos, estos significados básicos, para comprender mejor lo que vivimos y lo que nos imponen vivir, sin más base que la ignorancia, la barbarie del desconocimiento, que conduce a la rutina del analfabetismo estructural, ése que habla sin saber lo que dice y que mal vive, por ello, sin sentido ni significado, sólo acumulando baratijas de todo tipo, como es una información destarifada que llueve a cántaros sin permitir espacio ni tiempo ni capacidad intelectiva para descodificarla. Ese tipo de analfabetismo produce monstruos, como el goyesco sueño de la razón. Y esos monstruos se acaban apoderando del propio sistema desprovisto de significado, que los ha puesto en marcha. En la película  Matrix lo explican muy bien. Una humanidad vacía y analfabeta estructural, que desconoce el significado de lo que hace y le sucede, no vive, vegeta. Por eso necesita "cuidadores" que la "conduzcan" y al mismo tiempo, la exploten. La tragedia es que esos cuidadores esos oìkonomoi, administradores de la "casa" humana, son igualmente analfabetos estructurales, pero "instruidos" mucho más a conciencia en ese tipo de analfabetismo, especializados para más inri, en fragmentos del "saber", que les impide la visión holística del conocer. Conocer es dejar de ser analfabetos. "Saber" leer y escribir no es lo mismo que conocer el significado y la trascendencia de lo leído y escrito.

Por tanto, podemos comprender que lo que llamamos economía y tratamos como una ciencia, es sólo una praxis teórica, o sea, un imposible realizador, que más bien debería quedarse en simple financierismo empresarial,de una parcialidad tan mínima e insignificante real, que a la hora de la verdad, es un estorbo en vez de una ayuda.Una parte solamente de la oíkonomía, del funcionamiento de la casa universal, local, pública y privada. La Economía real es el sistema dinámico y comportamental de gestión para vivir. No sólo en plan contable, sino por encima de todo, pedagógico, educacional, social y familiar, en donde, como en casa, el afecto y el interés de unos por otros, como miembros de la misma familia humana, deben ser el motor primordial.  
Observemos a las familias en estos tiempos deshumanizados: ellas y su oikonomía son las mejores gestoras, las más eficaces, las que encuentran salida y organización en el apoyo mutuo, en el compartir generoso, en la preocupación por los miembros más débiles. Falta dinero, sí, pero ellas siguen adelante, haciendo verdaderos milagros hasta obtener recursos de la nada. ¿Qué significa esa realidad? Que el Estado, la política, el ayuntamiento, el sindicato, la monarquía, la república y la empresa, fallan cuando dejan de ser afectuosos y próximos a su gran familia que es un país, un continente, un hemisferio y un Planeta.

¿De verdad, de verdad, estamos tan convencidos como parece de que es el dinero y sus rifirrafes el único y más importante problema de esta crisis? ¿No será que el analfabetismo estructural nos ha invadido, nos está embruteciendo las entendederas y está tratando de invalidar nuestras capacidades lúcidas de autogestión, imprescindibles para que la gran gestión comunitaria sea posible?

                                              

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