jueves, 6 de febrero de 2014

Ésa es la clave

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Tiempo nuevo, recetas viejas

EL PAÍS
Tal cual, Iñaki. Así es y así parece. Ya en la primavera de 2011, el 15M, como vanguardia de la "ofensiva" cívica, comenzó la marcha por el cambio en ese sentido. No era un "movimiento de protesta" al uso como señalaron los etiquetadores de la inercia, autoprogramados para colocar sambenitos y moldes, con la vieja mentalidad clasificadora de rutinas, convencida de que "nunca hay nada nuevo bajo el sol", simplemente, por pereza cognitiva y miedo irracional al cambio de métodos perceptivos que ayuden a alcanzar el conocimiento, su análisis, su síntesis y su asociación de ideas realizables en el bien común, que es la finalidad última . Y por su incapacidad para "ver" más allá de los prejuicios. Esa nueva conciencia ciudadana ya venía gestádose lentamente, no nació accidentalmente ni por esporas, como los níscalos después de la lluvia otoñal, estimulada sólo por la rabia y los malos tratos de la plutocracia. La ciudadanía está más despierta de lo que parece, aunque parte de ella, aún no lo ha comprobado en la práctica cívica. 
El gran aporte de esa oleada de inteligencia ética espontánea, fue y sigue siendo,  precisamente, recuperar el diálogo asambleario, reunirse en el foro, en la plaza, en el parque o en la calle. Con la escucha tan dispuesta como la palabra. Y así comenzar el debate que permita gestionar, desde la conciencia, el tiempo nuevo. Así nacieron las primeras comisiones de estudio y documentación que, con la cooperación generosa de informáticos en paro, regalaban CDs en las reuniones de las plazas, con recopilación de datos sobre economía y mercado, sistemas políticos de gestión, historia reciente, análisis de los artículos de la Constitución, leyes injustas y demás documentación necesaria, para que todos, sin excluir a nadie, pudiésemos enterarnos y comprender qué pasa y qué está haciendo con nosotros este sistema ciego y torpe, pero renovable y mejorable, si nos empeñamos en cambiarlo, no en destruirlo, porque la destrucción ya no se contempla como recurso adecuado, sino como repetición de la misma inercia de siempre que acaba por generar reacciones indeseable por parte de "los vencidos" que siempre quedan en las cunetas de las revoluciones que aún no han perdido la 'r' para convertirse en evolución. Ni han comprendido que su lucha no sirve de nada si no se vencen también las propias fobias, envidias, resistencias, fanatismos, violencias, "seguridades", juicios dogmáticos, rivalidades sectarias y manías del ego personal y de grupo. Por eso la mejor manera de educarnos para la democracia y el cambio, es la asamblea, la quedada solidaria, la reunión de iguales, -e iguales somos todos-, la escucha antes que el discurso, para que éste tenga sentido y empatía. El diálogo como riqueza, no como tapadera de  monólogos irreductibles (el domingo pasado Jordi Évole nos mostró en vivo ese modelo de diálogo sofista: dos monólogos frente a frente, que se 'oyen', pero no saben escucharse, porque cada uno lleva como objetivo colocarle al otro el valor subjetivo de sus razones) 

Queda ya muy lejos el viejo "tic" del adoctrinamiento de 'masas', del silencio y el aplauso obediente  al gurú del partido y a su "disciplina de voto", o de la estampida violenta del rebaño cuando se siente flagelado y herido por las varas y látigos de los capataces del dinero o de la 'ideología' impuesta desde fuera de la conciencia. 
De esa dinámica, de esa dialógica, están naciendo constantemente corrientes concretas y muy prácticas, en forma de iniciativas legislativas populares y plataformas cívicas, que van uniéndose en un gran canal colectivo, al mismo tiempo que son herramientas pedagógicas inter-cívicas.  Las asociaciones de vecinos de barrio están siendo el terreno más propicio y el mejor abonado para la tarea del renacimiento social; está visto que sólo desde los cimientos se construyen edificios duraderos y que la democracia ejercida sólo en las cúpulas del poder no es democracia, sino una estafa multitudinaria, un timo como un castillo, aceptado por todos con una resignación "natural" que sólo certifica la ignorancia y la ausencia de empoderamiento participativo de los ciudadanos, en el control co-responsable en las funciones  de la gestión pública. Por primera vez en nuestra historia, la ciudadanía está rompiendo el molde de la granja orwelliana y aprende a co-gestionar sus intereses, que son el bien común, muy por encima del egoísmo personal. No como anulación de lo individual sino como práctica y experiencia de que el bienestar de todos incluye el propio bienestar. Eso se consigue porque además de gestionar con la mente y la voluntad, se ha descubierto la importancia y la eficacia de los sentimientos, de la inteligencia emocional, de lo que la antigua medicina filosófica taoista llama El Maestro del Corazón. El principal meridiano de nuestros cuerpo físico y emocional. Y se está descubriendo por sí mismo, uno a uno y en multitud, sin que ningún Confucio nos haya venido a educar ni a informar. 
Así van naciendo células nuevas en el tejido viejo. Ideas realizables que ya no son teoría abstracta y excitadora, que luego, tras los gritos de la rabia y la protesta, se quedan como los refrescos de burbujas; en nada. Que no crecen desordenadas como las del egoísmo, cuya metáfora más exacta es el cáncer y las tumoraciones, sino con armonía, paciencia y regulación serena. Liberadora. Porque la liberación nos llega de la mano de los demás. Ellos, el otro con sus mil rostros,  reflejan nuestra mejor y peor parte. Ellos nos despiertan con sus necesidades y sus penas, sus aspiraciones y búsquedas o con sus alegrías compartidas en las pequeñas cosas, como en los grandes logros,  cuando una ley injusta se deroga o se desbarata, a base de recursos y trabajo persistente, de resistencia activa a obedecer a la barbarie,  o si un desahucio se transforma en dación en pago o en alquiler social a base de dialogar y debatir con los directores de banco, o con el apoyo de jueces justos que aún resisten en no ceder a las presiones de ese gran criminal monstruoso que es el dinero en mano torpes y ciegas por la avaricia y/o la inconsciencia. 

Ahí está ahora el psoe intentando unas primarias que le abran a la realidad, ahí está hoy el perdón ejemplar y generoso de tantas víctimas, a los terroristas de ayer y la conciencia de éstos viendo por primera vez las tinieblas de su culpa a la luz  del alma grande que, superando su dolor y su desgarro, les puede llegar a perdonar y comprender, mirando más allá de su miseria al ser humano atrapado en el delito sanguinario, que creyéndose un "patriota"se convirtió en matarife de su propia carne sólo porque la vio vestida de otra idea distinta. 
Ahí están los amigos catalanes, de frente al absolutismo, abriendo el camino legítimo a la libertad de elegir sin ira ni violencia: con la razón del derecho a decidir sobre sus aspiraciones totalmente lícitas, como las mujeres deciden y reafirman sobre su maternidad responsable o su esclavitud a la mecánica reproductora. Ahí están los alemanes con sus votos poniendo a Merkel en la evidencia del cambio, presionada por sus socios obligatorios socialdemócratas. Ahí están mano a mano Alberto Garzón y Pablo Iglesias, debatiendo sobre la novedad de la urgencia inapelable. Y ellos, sí, escuchándose y sin rivalidades, co-creando espacios nuevos e inéditos, donde la palabra política pueda empoderarse de su verdadero significado: poder cívico. Donde la polis y la civitas adquieran su pleno sentido. Y todo en diálogo. Esa hermosa palabra griega que significa a través de, o mediante, (diá)  la palabra que comprende (logos).

La conciencia se abre paso inevitablemente y es el nuevo continente que estamos descubriendo, no como antaño, con un sólo navegante aventurero y sus carabelas, sino con la humanidad en pleno. Unos ahora, otros mañana. O pasado mañana. Unos en Europa, otros en Asia, o en África o en América...Es la respuesta universal del alma humana y del anima mundi a la globalización de los abusos del mercado del dinero, perpetrados por los que han vendido sus almas o aún no las han desarrollado lo suficiente como para sentirlas en medio de sus programaciones autómatas.  
No disponemos de otra herramienta más poderosa que el amor inteligente o la inteligencia del amor. Y esa herramienta se incuba en  y nace del alma. Que a la vez es nuestro puente al infinito, entre una historia moribunda y una realidad metahistórica que nace entre traumas y estertores de lo viejo, y que está por hacer. Latiendo. Iniciándose. Desarrollándose, cuajando su corporeidad y su novedad absoluta e ignota, y que depende de nosotros, exclusivamente. De todos/as. Algo que Pierre Teilhard de Chardin, el hereje antropólogo que fue condenado al silencio, ya adelantó en  El fenómeno humano, primero y en El medio divino, después. Como lo "vio" Karl Marx en su análisis social camino del futuro sin clases sociales, no por "socialización" de la miseria, sino por expansión del bien común,  o como lo descubrió y adelantó Nikola Tesla en el campo de la energía gratis para todos y en directo. Todos ellos nacidos en el mismo siglo y en secuencia, como si tomasen la alternativa uno del otro: primero Marx,(1818) después Tesla (1856) y después Teilhard (1881), curiosamente el primero y el último tienen los mismos números en su año de nacimiento. Las casualidades suelen ser 'causalidades' y sincronicidades. Es como si la misma evolución hubiese colocado las piezas orientadoras: primero poner orden en el egoísmo y la injusticia social (Marx), segundo, facilitar unas fuerzas físicas limpias que ayudasen a la liberación del consumo agotador de fuentes de energía "sucia", empobrecedora y contaminante (Tesla) y tercero, el encuentro con el sentido existencial de nuestra especie, más allá de corsés, hacia lo completamente nuevo e ilimitado (Teilhard)...No es extraño que estos tres seres magistrales fuesen puestos en entredicho, perseguidos y ninguneados por los poderes del mundo, entendido como manejo y mentira constantes para obtener bienes parciales y perecederos como propiedad privada, dogmática y explotadora.

Pero no son sólo los sueños maravillosos de un poeta social, espiritual o científico los que resolverán nuestro día a día. Ellos, como Buda, Lao  Tsé, Jesús, Gandhi. Luther King o Mandela,  no vinieron a solucionar lo que nos corresponde solucionar a nosotros, sino a descubrirnos las herramientas en origen, que luego podremos modificar, mejorar  y ampliar. 
La poesía del conocimiento, la filosofía solidaria y la ciencia ética de vanguardia son el aire que nos puede mantener vivos y activos, pero la vida necesita que esa poesía sutil que impregna la verdadera inteligencia, se realice como obra concreta, como victoria del hombre sobre su animalidad, con hechos que al realizarse transforman, equilibran, fortalecen, unifican y liberan a quienes los realizan y quedan como referencia transformadora para la especie. No maltratando ni suprimiendo la animalidad, porque nos suicidaríamos con ella, sino canalizándola, educándola y aprovechando su fiereza como combustible del motor de la nueva civilización. Como energía motriz, como biomasa racional-emotiva. Haciendo que la percepción del yo animal se convierta, mucho más que en un "saber" acumulativo e inerte, en el conocimiento profundo, vivo y respetuoso de nosotros mismos y del medio que habitamos, y que implica la visión de todos en mí y conmigo/yo en todos y con todos. Mientras el sentido del proceso lo pone el alma fundida con las demás almas en la misma tarea, en la misma justicia solidaria y plural, en los mismos logros sincronizados por el flujo cuántico del mismo amor. De lo mínimo a lo inmenso y viceversa.




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