domingo, 2 de febrero de 2014

El zarzuelero teatro de i pupi

   



       Se ve que a la casa de Borbón, a base de apoderarse de Nápoles y Sicilia y de reinar por aquellos pagos hasta  principios del sigloXIX,  se le pegó el amor por el teatro de títeres tan gracioso, ingenioso y siciliano, que narra fundamentalmente las obras grandiosas del renacimiento, como las de Torquato Tasso o Ludovico Ariosto. L'opra dei pupi es encantadora, pero sólo como espectáculo. Cuando se monta a nivel de institución las marionetas son patéticas y el público abuchea al burattinaio, que es el titiritero, por la torpeza y por el poco respeto hacia el público que se demuestra cuando la opra está muy por debajo de las capacidades del espectador. O sea, cuando es un bodrio.
Es  posible, incluso, que el tirón escénico haya cobrado impuso y auge en la irreal familia real española por el hecho de vivir en una Zarzuela permanente. Son muchos años de dar el cante sin parar , que si Molinos de viento, que si El Dúo de la africana, que si El Tambor de granaderos,  Gigantes y cabezudos, Marina, La Revoltosa, que si La Corte del Faraón, que si  La Tempestad, que si  El Rey que rabió... con ese tute, y casi sin querer, se pasa de la mera afición amateur a tomar posesión de la escena con la profesionalidad más natural, que hasta puede llegar al punto de que ya no se distinga la ficción zarzuelera de la realidad cotidiana, a base de meterse completamente en la piel  de los personajes. Por ejemplo, Letizia, la ahora princesa y antes humana normal, se ha metido tan de lleno en el rol, que hasta  ha cambiado de cuerpo y de cara, como si el glamour de su rango no fuese compatible con su humanidad original. Ya nunca jamás volverá a ser quién era antes de su inmersión en el mundo de la farándula dinástica. Y eso es digno de pensárselo despacito. No es posible cambiarse el cuerpo y que la mente y el alma no se den por enterados ni se resientan por el trauma de la separación entre dos realidades que han convivido y se han ido acoplando durante décadas. Algunas variaciones importantes debe producir el hecho de no reconocerse en el espejo por las mañanas, cuando una viene del despertar desde el reino del subconsciente a donde no ha llegado el bisturí ni llegará nunca -menos mal- y se convive sin fisuras con los contenidos personales de siempre.  Ante la reformateada princesa de Asturias,  a imagen y semejanza del momento dinástico, algo tendrá que opinar la esencia interna que se reconocía como Letizia Ortiz en el cuerpo anterior.  ¿Lo habrá podido asumir o no?
                                        
                                         
Esto viene a cuento del folletinesco asunto de los 'altibajos' de la pareja asturprincipesca, nada menos que confirmados por un comunicado de prensa en plan  radio macuto de la real Zarzuela. Es patético escuchar a profesionales serios del periodismo dedicados al marujeo mayestático, como si este pobre pellejillo de toro pisoteado, descuartizado, apaleado y ninguneado que dieron en llamar España, no mereciese otra cosa mejor. Que si quién lo iba a decir con lo enamorados que estaban. Que quién será el culpable. El príncipe, seguro, que es un soso según opina Letizia en público dejándolo en ridículo o un pinta como su padre y como todos los Borbones menos el pobre Carlos IV que estaba en el limbo. No, ni hablar, la culpable de todo es la plebeya periodista que no aguanta a los suegros y se avergüenza de que su marido siga siendo príncipe de "eso", y no dimita con lo de Urdangarín y su hermana Cristina, porque en el fondo es republicana y se casó, justo, para dinamitar la monarquía, que ella es una rebelde y una anarquista en el fondo, si lo sabremos nosotros que la conocimos en los telediarios de Urdaci... Quita, poddió, ella es estupenda y muy inteligente, es él que se va de picospardos y ella se ha tomado la revancha en plan rockero, cuero, leopardo y látigo mediático. Pues, chica, que se divorcien. Ya, pero es que si se divorcian pagaremos tres casas: la real y las dos principescas que ya no se ajuntan. Dobles coches oficiales, dobles seguratas, dobles palacetes...Deja, deja, a ver si aguantan juntos hasta que pete el rey de su último achaque o tortazo, o llega la república por sí misma, como la primavera, porque ya se haya acabado el invierno con los principios del movimiento coronados y congelados para siempre en algún archivo de la cutreidad histórica, y que recordando el fiasco del pasado nunca maish se repita en el futuro.Y así van los coloquios mediáticos a la deriva del pacá-pallá.

El caso es que la comedia titiritera sigue su curso desde el verano pasado, cuando el juez Castro empezó a rematar el caso Infanta que ha terminado, a pesar del dijedigo-y- hagodiego de su malestad, con que la imputación infantesca sea igual para todos. Hasta para la realeza siempre con bula exculpatoria. Ahí hay que buscar el origen del argumento de esta bufa Ierusalemme liberata de pacotilla que no es la de Tasso precisamente, sino que huele a una performance más  de la royal family feber que nos aflige, porque están en un sinvivir con lo suyo. O sea, con su permanencia en el juego de tronos, cada vez más en entredicho y más entre abucheo y abucheo sobre todo. Viendo que la cosa no se aplaca sino que gracias a las zalagardas principescas y reales, está que arde, la family ha optado por el plan B, como el pp con sus finanzas. Qué tendrá esa letra segundona e intrigante para que todo lo sombrío y lo dudoso la elija como referencia...

Parece que ese plan B consiste, como el 23F, en montar otra sesión de títeres engañabobos para reivindicar a Juan Carlos como mal menor frente al desbarajuste futurible de una abdicación en un hijo sosainas y bobalicón, -mientras el padre no la diñe, claro-, del que huye la esposa inteligente y guapa, pero en el fondo vulgarota y plebeyaza, hortera y adicta a los  conciertos de rockanroll y al trasnoche, madre irresponsable capaz de abandonar a su estupendo marido y a las niñas en Marivent, en pleno veraneo, estando las cosas como estaban con el ducado del empalme... y demostrando que no está en sazón para ser reina de nada. Además de su deleznable plebeyez, es una histérica que no aguanta el tirón y se marcha a Ginebra con su cuñada la del trinque, huida a su vez de los e-mails de Urdangarín entre demonietas y Corinnas con y por las que hace  todo lo que puede y másh. En fin, una Letizia Yekill-Hyde que desconocía el personal hasta ahora, aunque Jaime Peñafiel ya se lo había maliciado desde el principio. Una Letizia reversible, bifronte como un dios Jano con acento de Oviedo. Madre ferviente de día y yoni furibunda  y desmelenada por las noches. No se sabe aún como le afecta la luna llena a sus cambios, pero hay que temerse lo peor con tanto 'altibajo' por todas partes. Lo que la estrategia zarzuelera del quitaypón viene a temerse, en plan sugerencia subliminal y de cara al foro, es que Letizia-loba puede aparecer en cualquier plenilunio deambulando por Lavapiés, Atocha, Plaza de Cánovas, Caballero de Gracia o por la Glorieta de Bilbao, totalmente ajena y amnésica a las funciones principescas de las que huye a falda quitada, en chupa de cuero y gritos de guerra pandillera. Mientras el príncipe paciente cena con las infantitas, les cuenta la vida de Heidi en los Alpes, casi, casi, como la de los primitos y la tía Cris, en pleno scaping refugiados en Villepastuá de Genève y termina rezando con ellas el Jesusitodemivida, pero en inglés y en francés, para que practiquen por si el exilio se adelanta más de lo previsto. Tiernísimo y lacrimógeno folletín por entregas que ahora, por fin, se destapa del todo, con el comunicado de los 'altibajos'. Algo completamente natural si se contempla la diferencia de estatura entre el príncipe y su circunstancia morganática y monárquico-deficiente, o su costumbre, que decía Unamuno, o sea Letizia.

Vamos, que como definición del problema lo de los 'altibajos' zarzueriles no aclara nada, que es lo que se pretende, como decía Gila con el enano insultón sobre el Land-Rover en las trincheras del enemigo, no mata, pero desmoraliza. O sea, no aclara nada, pero intriga y marea las  tertulias mediáticas, que es lo que se pretende. Aunque sí confirma lo que se intenta ocultar: que todo es un burdo montaje entre los príncipes, los reyes y sus consejeros,  que en vista de la declaración de Cristina en el juzgado de Palma dentro de unos días y del creciente y más que lógico malestar de la ciudadanía realmente estafada, que ya no pasa una y les toma por el pito del sereno en cualquier evento que se les cruce por medio, pretenden distraer con una pantomima a lo lady Dy, la atención social, viendo que las monarquías ya no son tan absolutas como antes y que la 'irresponsabilidad' constitucional del rey es una aberración que los ciudadanos no respetan sino que les indigna cada vez más, como les está indignando que quieran capotear una abdicación y un cese de monarquía para que llegue una república, con un tinglado más propio del Hola y Sálvame , o de Ana Botella en Brasil, o de una exhibición de títeres o de una mascarada carnavalesca, que de una Jefatura de Estado. 
Si , de verdad, la espabilada y discreta Letizia de antaño ha terminado en esas tesituras de destarife, esa monarquía es una aberración destroza personas y debería indemnizar a Leti por el deterioro mental y conductual. Pero si  esa Letizia en plan cómplice está fingiendo para salvar a los suegros, a la cuñada y el trono para su niña  mayor, como Armada "salvó" al rey fingiendo su golpismo en 1981, además de grotesco, tal teatro de marionetas resulta innecesariamente cruel, estúpido, bufonesco e inútil.

                                            

Desde luego tanto si es cierto que Letizia y el Príncipe que la eligió son tan  subnormales como para hacer estos ridículos en serio, como si se lo están montando  en plan La venganza de Don Mendo o Anacleto se divorcia, jugando a distraer al país y que pase por alto la corrupción de la Casa Real que el Rey conocía y protegía mientras en la tele por Navidad trataba de colar como aguinaldo una trola como un castillo, demuestran que nos sobran como reyes y como príncipes de nada y que no están a la altura evolutiva de los ciudadanos que les soportan y les pagan con una paciencia y una generosidad sin parangón, que ya se confunden con gilipollez en estado puro. Estas comedietas impresentables son simplemente un insulto a la inteligencia y propias de una mediocridad que, pese a su origen real, se tumba a sí misma en la fosa común de la astracanada más zafia.

Ya basta, malestades  y altezas varias, esto no es serio, dejen ya de tomarnos el pelo y los impuestos, pírense de una puñetera vez con viento tan fresco como ustedes si fuese posible, aunque no es fácil, y olvídenóos...porfa!

Y no se angustien por el futuro de su economía; nunca les pasará como  al bisabuelo Alfonso XIII o a su hijo Juan de Borbón, o al helénico advenedizo tío Constantino, ustedes ya se han forrado a saco y se han puesto las botas previamente y además, como un seguro vitalicio, tienen el recurso de un verdadero filón con el talento comediante: pueden ser un bombazo si se van a Hollywood o a Brodway. Tanto con el guión del espectáculo  como con la compañía teatral que componen entre todos. Seguro que allí se los rifan. Por nosotros no se priven de un provenir mucho más glamuroso que el de terminar nominados en la Historia patria como Juan Carlos I el Vivales o Felipe VI el Abucheado, colgados en el Museo del Prado como otra apócrifa familia de Carlos IV, pero, -en vista de que Goya no ha repetido reencarnación contemporánea reconocible,-  retratados por El Roto. O por Peridis. O por el Forges. Que son los maestros menos góticos y más flamencos del mundo mundial.

 

TERCERA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA IBÉRICA YA!!!!!!

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