miércoles, 26 de febrero de 2014

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Faltan los grandes debates

EL PAÍS

Es cierto, Iñaki vuelve a tener razón, como es habitual en su comedida y caballeresca lucidez de siempre. Faltan debates en los que cada participante tenga nivel cognitivo similar al resto. No es el caso de este toreo de salón enmohecido que lleva tres décadas y pico en desigual y mediocre apogeo. Los niveles de los ponentes desconocen la ley de la igualdad ética e intelectual, que la ramplonería efervescente e imperante ha dejado fuera de juego. 
El debate del Estado de la Nación está concebido con dinámica estática de corral y gallinero. No como una herramienta creativa y cooperadora. A falta de una guía ética que regule el asunto, se ha inclinado por la estética más garrula: el feísmo partido-narcisista. O sea, un gran pavo real, que es el que de momento manda y tiene la mayoría absoluta por el mango. Ese pavo, pavísimo actualmente, más pavo que nunca, abre sus plumas y las expande  con su chillido invasivo por el rincón más amplio del espacio corralero acompañado por el cacareo ronroneante de sus pavos y pavas seguidores, más otras gallinas y gallos adjuntas/os que comparten el mismo fervor. El resto de ponentes son gallos de pelea. Enfadados, fundamentalmente, porque no son el pavo real del momento, que es una especie de Miss Universo plenipotenciaria, un estatus al que todos aspiran en el mejor de los casos para arreglar todo lo que consideran problemas y meteduras de garra del pavo mandón, que en italiano se califica con mucho acierto, y especial sfumatura, como pavone. Que equivale al aumentativo de pavo. Es decir, un pavo mucho más pavo de lo normal.   
                                            
                                    
                                               

 Uno de los imperativos del espectáculo es la exclusión radical de cualquier signo de humildad y de atención a las demandas y sugerencias de los demás ponentes, que se consideran una falta de valor, de autoridad omnipotente y de dotes de mando. El pavone comme il faut debe ejercer de tirano absoluto, de encantador de posibles serpientes, mariquitas, avispas, hormigas, larvas y lombrices de tierra, centrado solamente en el eco y la potencia de su discurso o no podrá cumplir con su rol arrollador como mandan los cánones. Cuentan que hace tiempo hubo dos casos en los que el pavone del momento procuró escuchar y corregir defectos para mejorar el gobierno del corral, tendía alas, pico y garras a los contrincantes para poder cantar a coro los acuerdos que mejorasen la estabilidad de todos los habitantes del espacio corralero, y ambos fueron expulsados sin contemplaciones antes de terminar sus mandatos, hasta con el rechazo enfurecido de  su propia claque. Es el ritual imperecedero. Llevan siglos así y hasta ahora no ha habido ningún indicio de cambio posible. Nunca solucionan nada y los problemas agudos que preocupan a los habitantes corralinos, a base de sesiones de ese tipo, se convierten poco  poco en males crónicos  y en costumbre que ya se asume como 'normalidad democrática'. 

¿Cambiará algún día esa liturgia de la vacuidad gritona, exhibicionista e ineficaz? Seguro que sí; sólo será necesario que los habitantes del corral comprendan la inutilidad de los graznidos y gorgoritos, el despliegue de plumas y fantasmadas, que se asocien y comiencen en grupos solidarios a reflexionar y a arreglárselas entre todos para solucionar sus necesidades y sus derechos, pasando de perder el tiempo embobados con el espectáculo, haciendo elucubraciones inútiles y votando de una vez por todas, en las elecciones del gallinero, a quienes menos cacareen y mangoneen, pero que trabajen en la calle, de verdad, con ellos, y por el bien común por encima de cualquier color del plumaje. Exigiendo listas abiertas para elegir libremente a quienes lo merezcan y no elegir jamás pavoni que desconocen el corral y el gallinero, porque se aíslan en su pompa de jabón en cuanto se sienten por encima del resto, pero viven de comerse el pienso y beberse el agua de todos los que ponen huevos, incuban, hacen el compost, cuidan de los cachorros, de las crías y de los miembros más viejos y cansados del corral y llenando de cacas ociosas y abundantísimas todo el entorno. Entonces comprenderán, por fin, que el mejor debate es trabajar juntos porque la armonía cooperativa que respeta derechos y dignidad, hace posibles los logros concretos, las soluciones justas a cada problema porque está enraizada en la realidad no en los vapores de la demagogia ( del griego dhemos (pueblo) y agogía (arrastre, rapto, seducción), y esos son los únicos argumentos válidos que hacen que cualquier debate valga la pena. 

De momento, al escuchar el eco del corral ayer mismo, se observó que no todos los aspirantes a pavone son iguales. Parece que algunos tienen más interés en solucionar los problemas concretos de los pobladores corralinos que en llegar a pavone supremo. O en poner a parir al actual, y eso que se lo merece cum laude. Ha hecho todo lo que está a su alcance por ser el nº 1 de lo peor, consciente de que le es imposible batir records en positivo se ha tirado a la bartola desde el primer momento y ahí sigue. A la cabeza del hit parade.

                                           

Dicen que a Franco, como a Hitler, le pasó algo parecido, fue un niño enclenque y miedica, un pasmarote en su adolescencia, un mediocre en la escuela y en la Academia de Infantería, a donde lo ingresó su familia para quitárselo de encima y que lo educasen otros, que sus compañeros de armas le llamaban  "Paca la culona" para ridiculizarle cruelmente y en cuanto se vio con las dos estrellas de teniente comenzó el desquite, y fue a saco hasta conseguir ser el pavone más destroyer y sanguinario de nuestra historia y el que más duró, sobre todo porque consiguió convencer al corral de que sólo él podía gobernarlo con éxito de bala a quemarropa, cementerio, kiryeleison y tedéum
La mala baba que producen la frustración y los complejos de inferioridad es muy resistente y obsesiva. Por eso, ojo, con el pavone actual que a la mediocridad con poderes añadidos por ilusos la carga el diablo. O si no, ahí queda Aznar, su guerra de Irak, su burbuja encementada y su FA-ES. 
Y todo por falta de disposición y de cualidades para hacer verdaderos debates con los que  organizar la realidad no el wonderland de la mentira como oficio "político". O sea, la demagogia. El lobo feroz  de los pueblos-caperucita que no despiertan ni se convierten en ciudadanía, en comunidad de ciudadanos libres, conscientes, responsables, solidarios y éticos.
 

Peridis

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