jueves, 27 de febrero de 2014

El 23-F, el rey y el esperpento

por Luis García Montero

27 feb 2014


El programa del periodista Jordi Évole sobre el 23-F ha conseguido mucha audiencia y una ruidosa polémica posterior. El aplauso, la protesta y las explicaciones desatadas compiten en protagonismo con el debate sobre el Estado de la Nación, otra farsa emitida a la opinión pública en estos días de febrero lluvioso. La diferencia de matiz quizá radica en que los padres de la patria están hoy muy desacreditados, ya casi nadie se los cree, y Jordi Évole merece un respeto general conseguido gracias un periodismo bien hecho. Yo soy uno más de sus admiradores. Los padres de la patria parecen tatarabuelos de un cortijo y Évole representa las mejores posibilidades de una nueva generación.
¿Por qué no me gustó en este caso su programa? Una de las cuestiones más discutidas tiene que ver con el sentido del humor. El asunto da para mucho, ya que hay mil matices entre la sonrisa, la risa y la carcajada, y no es lo mismo que te diviertan o que se rían de ti. En cualquier caso, no creo sensato cerrar la discusión manteniendo que existen cosas sagradas de las que uno no puede reírse o sentenciando que en España falta sentido del humor. Envueltos ahora en los Carnavales de Cádiz, parece ridículo dudar del humor en este maltratado país.
Tampoco creo acertadas las protestas sobre el engaño vendido como producto periodístico. Nadie que viviera aquellos acontecimientos, nadie que esté informado sobre la intentona de aquel golpe a través de los libros, los reportajes y los testimonios de algunos protagonistas, pudo tardar más de dos minutos en darse cuenta del recurso elegido por Évole. Desde esta perspectiva había detalles suficientes para comprender desde el principio que se trataba de una farsa. El programa fue honrado con sus carcajadas.
Pero tampoco me parece aceptable el argumento de que se intentaba explicar que los medios de comunicación fabrican montajes y que las verdades oficiales son un cuento. ¿Hace falta hoy esa explicación? ¿Cuál es el sentido común de los ingenuos? El descrédito generalizado, un descrédito que afecta de manera principal a la prensa. La gente sabe que las líneas editoriales, las noticias seleccionadas y los directores son impuestos no ya por los intereses políticos, sino por los bancos y los grandes grupos económicos que mueven los hilos de la política. Detrás de un director puesto o depuesto está un Gobierno, y detrás de un Gobierno están los bancos o los fondos especulativos. Esa verdad está muy asumida. El reto de hoy, por el contrario, es demostrar que necesitamos y que se puede hacer un periodismo independiente.
Jordi Évole lo ha demostrado en muchas ocasiones. Cuando anunció que iba a dedicar un programa al 23-F, despertó un interés justificado en sus seguidores. Después de tantos años de aquel intento de golpe, quedan demasiados enigmas y silencios que desestabilizan la versión oficial. El papel del rey como salvador de la democracia está más que cuestionado. ¿Por qué fueron cabezas de la intentona militar Alfonso Armada y Jaime Miláns del Bosch, los dos generales más monárquicos del ejército? ¿A qué se debió el desprecio constante del rey hacia Adolfo Suárez en los meses anteriores al golpe? Nunca un rey democrático ha maltratado tanto a un presidente de Gobierno elegido por las urnas.
Son preguntas, por resumir todo un largo interrogatorio, que me he hecho con frecuencia. Me resolvió muchas dudas Santiago Carrillo, con una explicación sensata, en una tarde de rara sinceridad en casa de nuestro amigo Teodulfo Lagunero. Detrás del 23-F, según me contó, hubo una trama política aprobada por el rey para sustituir el gobierno de Suárez por otro de unidad nacional presidido por Alfonso Armada. Como justificación de esa medida, en la que estuvieron de acuerdo algunos personajes seleccionados de la UCD, el PSOE y el PCE,  se pensó en una intentona militar que legitimase ante la opinión pública una solución de urgencia. Miláns del Bosch pensó en utilizar a un golpista de verdad, el teniente coronel Tejero, como anzuelo. Así se cruzaron dos golpes, uno blando, que perseguía una democracia con recortes y tutelada por el rey, y un golpe duro que iba contra la democracia de forma total. La estrategia se rompió cuando Tejero, enterado en el congreso de la solución pactada, se negó a un Gobierno de partidos y exigió la línea dura. El teniente coronel se les fue de las manos a los conspiradores y, de esa forma paradójica, evitó el éxito del golpe blando. Aunque parezca un chiste, me dijo Carrillo, fue Tejero quien salvó a la democracia de un ridículo venenoso para el crédito de los partidos.
Cuando vi la farsa de Évole, no me conmovió lo que tenía de mentira, sino lo que había de esperpentización de la verdad. Valle-Inclán inventó el esperpento porque la España oficial de la Restauración borbónica era una mentira, y deformando lo que ya estaba deformado, es decir, la España oficial, aspiraba a establecer de nuevo la verdad de la España real. El programa de Évole, pese a sus buenas intenciones, ha hecho lo contrario: ha deformado una explicación sensata de la verdad para hacerla compatible con la farsa de la España oficial.
La tristeza es comprobar que ni siquiera Jordi Évole se atreve, tantos años después, a hacer un programa de preguntas serias e impertinentes sobre las puertas cerradas, los secretos y las responsabilidades del rey en el 23-F. Y eso es lo que esperábamos todos aquellos que no admitimos a un monarca, elegido por el caudillo Francisco Franco, como salvador de la democracia española. La risa, en este caso, era más vasalla y menos interesante que las preguntas de un periodista independiente.

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 Las razones de este artículo me parecen justas, desde la óptica del autor. Muy respetables. Pero no es tan sencillo ni posiblemente oportuno tirar de la manta antes de comprobar que lo que nos vamos a encontrar debajo es un colchón y no un precipicio. Y puede ser, que ante lo que se ha encontrado de fondo el periodista investigador, haya preferido la doble lectura del esperpento valleinclanista, que da muchísimo que pensar,  a la supresión del programa "Salvados" que hubiese sido, sin duda, el recorte inevitable por parte de A3Media, sabiendo de  qué pata cojea el caballo y que la 6ª es de su propiedad. 

Suponemos que Jordi Évole ante la tesitura de arriesgar una serie de programas de investigación imprescindible por editar  un monográfico sobre el 23-F, que ya lleva lo suyo, y es vox populi que el Rey estaba pringado hasta la corona, que machacó a Suárez todo lo que pudo,  -porque sabía que Suárez habría preferido una España sin ese rey y por eso, precisamente, y por todo lo demás, nadie respeta ni  valora a su malestad, como algo serio sino que lo contemplan como el baúl de La Piquer del franquismo- es muy posible que el periodista haya preferido, como en el juicio de Salomón, que la criatura sobreviva antes que el relato de la vieja historia, que está mucho más cerca de la parodia cutre que de una gesta salva-democracias; los españoles lo tienen más que asumido. Lo que desconocen mayoritariamente,  por desgracia, es el valor sanísimo del sentido del humor, que no es chirigota, sino la desdramatización del tremendismo nacional; la sanación de la negrura y del cabreo sordo y de tripas, como elán vital; el humor no quita la importancia a los problemas, relaja la tensión y difumina las fijaciones, las destila y nos enseña a ver matices y bifurcaciones capaces de descubrir soluciones inteligentes lejos de la tragedia como catarsis que es a lo que estamos antropológicamente acostumbrados y cerrilmente inclinados. O mueres o matas. O blanco o negro. O buenos o malos. Y no es eso. Así nos ha ido histórica e histéricamente.

Personalmente estoy convencida de que Jordi Évole no ha querido ridiculizar en ningún momento a los medios de información, sería ridículo y absurdo siendo su profesión y viviendo de ellos. Más bien todo lo contrario: inventando una parodia informativa, de cara a la censura de las altas esferas, que se dedica a eliminar hasta cuentas twitter inofensivas, si resultan molestas para el "sistema" ppero-forring, que es tan superficial y tan hipersensible con las bobadas, y tan insensible e indiferente con los valores humanos y éticos. Esa "broma" aparente no es un escarnio contra los ciudadanos, es una denuncia, no de los medios, sino de las redes de poder y de pasta corrupta -mafia- que los manipulan, los chantajean y los secuestran (los directores cesados de El País y de El Mundo son un buen símbolo del estropicio y si no, ahí está Canal 9, cerrado, una vez utilizado como prensa y propaganda contra los ciudadanos; creer a estas alturas que la pobre prensa es libre, es de una ingenuidad absoluta; hasta lo periódicos on line, necesitan dinero para investigar y cualquiera puede hacerse socio generoso y  publicidad imprescindible, ¿crees que la Sexta estaría todavía emitiendo si no estuviese invitando a sus tertulias constantemente a los mismos personajes de perogrullo con los que es imposible dialogar tcon tres oalabras seguidas sin que te corten, ni llegar jamás a conclusión alguna que no sea al guirigay y el bufido en sustitución de argumentos, que además bloquean cuando otros los aportan, caracterizados por la repetición del mismo mantra en todos los registros posibles? ¿crees que es casualidad? es una estrategia para agotar y dejar la mente inoperante y la sensibilidad saturada sin haber probado bocado alguno y atontar conciencias), redes de poder que fueron las únicas triunfadoras en el golpe bananero y que ahora están en todo su esplendor tras un camino de desguace estatal que empezó su andadura camuflada con la misma democracia bipartidista.
¿Qué puede hacer un informador decente para dar los mensajes en limpio en plena dictadura financiero-fascista cuya censura consiste en quitar permisos y cortar la publicidad sostenedora del capital dominante bajo tal presión? Parodias. Teatro. Lo mismo que hizo Miguel de Cervantes con el Quijote para evitar que la Inquisición le convirtiese en un pincho moruno, esconder el mensaje iniciático de la libertad del pensamiento y de conciencia, de la dignidad, bajo una burla novelada, donde todo es lo contrario de lo que parece. Por eso con la muerte de Alonso, Sancho despierta. Évole ha hecho lo mismo que  hicieron Cervantes, Shakespeare o Aristófanes o Calderón y Lope, o Molière o Dante e incluso Matrix I: ridiculizar al poder con la hipérbole, lo histriónico, lo estrambótico, y con el sentido del humor que el poder no puede comprender y que ve como un chiste inofensivo o una historieta intranscendente de TBO tipo Mortadelo y Filemón o una comedieta tonta. Para esa función se inventó el teatro, las parábolas, los cuentos 'infantiles', los apólogos y la fábula, para desvelar las tramas ocultas del poder y  de los arquetipos que gobiernan silenciosamente el inconsciente colectivo, y para que al leer, analizar, comprender e intuir, el lector y el espectador evolucionasen, tomasen conciencia y creciesen, en una cultura arcaica y ruda, como la nuestra, que parece estar aún anclada en el jurásico cuando se trata de mirar hacia adentro para poder ver las conexiones con lo de "fuera" y llegar a la conclusión de lo poco que sabemos cuando creemos saberlo todo acerca de lo que sea. Nos pasa a todos y muchas veces, no una sola. Por eso se nos muere entre los prejuicios ideo-i- lógicos  y dejá vus la revelación de lo nuevo, de lo inédito, de lo que no atinamos a encajar porque aún no tiene sitio en el almacén de las sorpresas y le buscamos tres pies al gato para poder acoplarlo en nuestro almanaque de aconteceres ya predigeridos y clasificados de ante mano.
De desmontador de ese tinglado íntimo va el humor inteligente y de eso va el programa de Évole. Podríamos recordar el papel de los bufones como desmanteladores de costras asumidas como "normalidad" , con sus rupturas de la lógica que provoca el humor que nos enseña a mirar nuestras miserias lúdicamente, con piedad, que luego aplicaremos a las miserias de los demás si de verdad hemos aprendido las lecciones bufonescas. ¿Pero, qué puedo contarte que tú no hayas estudiado una y mil veces? En el camino sufí se emplean los relatos sobre Nasrudin en ese plan. Sólo que no siempre recordamos lo que  aprendimos. Es natural. La vida es tan rica en experiencias que nos va dejando capas y capas superpuestas, estratos de distancia con otras realidades, que con frecuencia vamos olvidando la frescura del primer enamoramiento, sus lecciones indelebles y la riqueza que nos entregaron en las primeras cosechas.

Es una pena que nuestro "sentimiento trágico de la vida", -que Lorca teatralizó y evidenció estupendamente, con su pedagogía literaria en Bernarda Alba, Bodas  de Sangre y Yerma, por ejemplo-, sea la losa que nos impida levantar cabeza, como el mismo Federico pensaba, lamentaba y acabó por padecer al final. La España agria, obstinada, picajosa y cainita es así, tiene que educarse y aprender terapéuticamente a sonreir pensando más allá de la carcajada de taberna, de los absolutos de lo que 'ya sabemos desde siempre' para que poco a poco desaparezca el tremendismo, el ferrrrvorrrr, la saeta de Machado andando muchos caminos y abriendo muchas veredas, el dramón por todo y la tragedia como epílogo. Para eso, el espíritu catalán se las pinta solo, Els Joglars, la Trinka, Eugenio, Cassen , Buenafuente, Évole...si hasta Woyoming parece catalán... la supresión de corridas de toros...el baile comunitario en el círculo mágico y fraterno de la sardana, la capacidad de asociación diligente y organizada...Dicen que ese don se llama seny, yo creo, modestamente, que es simple inteligencia emocional muy bien canalizada por educación familiar y social. Y hasta a lo mejor podrían los catalanes darnos un master de flexibilidad combinada con la firmeza y un verdadero sentido común que en nada se parece a lo que vende Rajoy y quiere que le compremos: malestares, malsentires y malpensares, por lo de divide y vencerás. Las bases perfectas de la sociedad de consumo compulsivo y motor del sistema que dio el golpe y se quedó con la perra gorda hasta hoy, vendiendo la cabra de la 'normalidad' del desguace de Estado y ciudadanos, que son el mismo motor, el mismo vehículo y el mismo pasajero.
Cataluña lo ha comprendido la primera y está tratando de poner en crisis el timo estatal que nos han vendido como "democracia y libertades", que en cualquier momento se 'chaparán' si no interesan demagógicamente  o estorban a la estabilidad y beneficios del negocio, de la emppresa, como lo definió la Vicepresidenta del cotarro no hace mucho.

En fin, querido poeta, por una vez discrepo de tu artículo, que es como siempre una joya. No porque no tengas razón en lo que dices, que todo es muy razonable, sino porque hay mucho más que ampliar y trascender en lo que se ha  percibido en la epidermis al primer impacto; parece que lo conocido sobre el tema se ha centrado socialmente en un punto geográfico que se mira a través de  la lupa del desconcierto y de la sospecha. Estoy segura de que si se abre el mapa completo, se irá viendo toda la extensión del territorio intencional y la lente de aumento ya no  hará falta. Sólo eso. Un abrazo.

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