jueves, 22 de agosto de 2013

La de Troya

Los camiones llevan piedras al Peñón en lugar de arena

Cándido Romaguera Algeciras 
El tráfico de material de construcción prosigue. El Gobierno dice que prohibirá las rocas si hay una denuncia.
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Es como la Iliada. Pero en chiste malo. Igual que el banco. Malisimo. En este caso el caballo de Troya está orientado al revés por una especie de dislexia rarita. No son lo aqueos los que tratan de colarse en el peñón-Ilión, camuflados de granito de arena, parafraseando el original homérico y salvando las distancias evidentes, sino los troyanos-llanitos los que usan el caballo-camión para pelar las dunas ehpañolas porque necesitan arena para remachar la fortificación y hacerse una extensión de la melena rocosa,  en el mismísimo mar del Este, al abrigo de las corrientes del Océano y de paso montarse la timba de un negocio hostelero que chinche al enemigo y le quite turismo, que sería como levantar el esmalte de la marca Ehpaña y dejar que se oxide el material con el salitre corrosivo de las aguas procelosas y estrechísimas de Gibraltar. 

Lo tremendo del caso es además la actitud traicionera de los habitantes del territorio extra-peñonífero; su pasota e inexplicable falta de "patriotismo", que se queda tan pancha viendo el expolio ecológico de los arenales, lo mismo que el gobierno hace con las tangadas del FMI y del BCE. El capital-camión neoliberal del tangue monetario se lo lleva crudo y aquí no pasa nada. Y eso que se está llevando por delante el futuro de los españoles envuelto en el presente miserable que provoca la excavación recortadora, pero en eso el gobierno tiene los mismos reflejos que los habitantes de la micro área en crisis . Mientras pueda sacar euros a céntimo, tabaco a mitad precio, sobres al por mayor y sueldos vitalicios. Le repampinfla. La crisis. La grande. La que no sólo cabrea, sino que además arruina y deja en el paro y en la calle a los ciudadanos. Algo mucho más grave que un peñón irrisorio que no nos han quitado ahora, precisamente, sino hace trescientos años, justitos, en 1713, y para sufragar los gastos ingleses por la alianza a cambio de que el primer antepasado Borbón de su malestad nos invadiese  a base de dejarnos hechos unos zorros tras la guerra de sucesión con el pariente austriaco, que también tenía lo suyo, y lo quería rentabilizar. Igual que el pariente francés. Es lo que tienen las monarquías y los imperios. Que nunca se conforman con las sucesiones normales, sino que, además, hay que ir colocando hijos, sobrinos, primos segundos y tíos terceros en los tronos de donde sea. Y en este caso, le tocó la china a España, que estaba por los suelos -como viene siendo la tónica desde que Viriato fue asesinado por uno de sus colegas de confianza- .

Los ingleses que son listísimos, se apuntaron a la ayuda española, porque ya tenían un ojo comercial tremendo y se olían que Menorca y el Peñón les iban a dar muchísimo juego en la historia y en el negocio, que siempre van unidos. Y así fue. Con el tiempo tuvieron que devolver Menorca a España por el tratado de Amiens, pero no soltaron el Peñón sino que lo incluyeron en su batiburrillo commonweth, una inmobiliaria que no vendía ni compraba al precio de mercado, sino que directamente, pillaba y afanaba todo lo que podía y ponía los precios al mercado que controlaba y sigue controlando. Y además lo excavaron por dentro y se dedicaron a la cría del macaco gritón como sistema de alarma y en ello siguen.
Al hilo de la saga homérica, para ser troyanos, los ingleses en su versión llanita,  nos han salido mucho más listos. Y los españoles para ser los aqueos en versión impperial, se han quedado muy bajo mínimos exponenciales. Como siempre que han intentado convertir el Peñón en cordillera para ocultar algún contubernio demasiado "cantaor"como pasó en el año 1969 con la corrupción de siempre que empezó a oler a demonios descaradamente en el declive del dictador, no de la dictadura, que como se ve sigue viento en ppoppa y a toda ruina. E igual que ahora, cuando el mismo caso se está repitiendo con la podredumbre del Gobierno y del ppartido que lo sustenta. El Peñón es el recurso ideal para los estados de decrepitud política. Como la "marcha verde" de los marroquíes promovida por el  "hermano"Hassan II de su malestad lo fue en su momento para afianzar al tirano con la invasión del Sahara occidental y la traición indecente del rey en funciones, por enfermedad de su Pigmalión, Franco.

Las tiranías funcionan así. En vez de solucionar el problema, crean, o  intentan crear, otro más vistoso y llamativo. Algo que afecte a la "patria" y distraiga la atención sobre los trituradores internos de esa misma "patria". Para que no veamos el relleno del verdadero caballo de Troya que nos está machacando ley a ley, decreto a decreto, trinque a trinque, mordida a mordida, es estupendo inventarse un conflicto en la anormalidad de Gibraltar, que está muy a mano y hasta se puede pactar con Cameron y la UE una bufonada más digna de Fernando Esteso y Pajares que del Tartufo de Moliére.

Es un juego estúpido que nunca parece terminar. Que sólo alarga sufrimientos innecesarios y el plazo de la caída de unos dioses irrisorios, que distrae, por un tiempo, la mirada de los ciudadanos, pero que a la larga acaba por reducir a escombros la confianza en gobernantes y gestores. Y tarde o temprano las conciencias acaban por reaccionar. Por asociarse y descubrir cuál es y donde reside el verdadero bienestar. La verdadera paz y la felicidad que no se compra ni se vende en los mercados. Y es muy posible que un Gandhi indefenso y sin dinero, se multiplique por los barrios y asociaciones de perjudicados y cambie la inercia de la idiotez, por la inteligencia ética de todos los perjudicados. Y sin necesidad de gritar ni de agredir, la sociedad, despierta por sus mismos maltratadores, empiece a mirar para otro lado, de verdad. A desobedecer y a montarse la vida la margen del parasitismo gestor de ruinas. Y a regalar la arena y las piedras a los llanitos, para que se arreglen el apartamento hotelero en las aguas de un Estrecho que en realidad no es de nadie y es de todos; como la Tierra y el Cielo. Como los mares. Como el aire, como el sol. Nadie, con todo el poder de este mundo, puede impedir que amanezca cada día y que llegue la tarde y el reposo imprescindible de la naturaleza con la noche y su serena oscuridad estrellada o nublada, pero siempre latiendo.

Por fortuna Homero y las leyendas, pasan, como los partidos políticos, los reyes y sus miserias. Pero el alma de los hombres y mujeres libres y justos, hacen posible el milagro de la vida diaria y que las leyendas puedan contarse. Que el día a día tenga sentido infinito. Sin ellos y ellas, todo lo demás es ceniza histórica.

Sólo los grandes espíritus mueven y llenan de contenido el tiempo y las obras de los humanos. La miseria acaba siendo siempre una anécdota superable por la memoria y descolorida por la vulgaridad opaca de su ínfimo valor.

Gibraltar debe ser lo que sus habitantes elijan que sea. Como España es lo que nosotros, sus ciudadanos elegimos no sólo cuando votamos, sino, sobre todo cuando tomamos decisiones cada día para mejorar nosotros mismos y cooperar a la mejora de todos. Haciendo ese ejercicio diario, será imposible que nos gobiernen mediocridades y corrupciones. Y que seamos el público permanente de un corral de comedias bufas y dramáticas. O sea, patéticas.

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