viernes, 16 de agosto de 2013

Alucinando por la playa de Alboraya


(Este montaje de video con canción de Sisa, es la perfecta banda sonora para el artículo que sigue. Ayuda y  mejora la comprensión de la lectura, así como las fotos post-scriptum, que siguen al texto...)

Es una buena playa. En la línea de flotación cromática de la Malva-Rosa. En Valencia ciudad sin ley. Sin brújula, sin sextante ni timón ni timoneles. A pesar de tener un puerto viejísimo,  como la historia misma. Pero con un caos habitual inconmensurable. El caos del exceso y el apabullamiento irracional, como designio de los dioses; de los dioses del caos, por supuesto. 

Nunca sabremos qué excéntricas y cutrísimas divinidades en los Olimpos de la caspa se ocupan de amparar y bendecir a, o de ensañarse con esta bufonada extragaláctica, pero corre la voz de que muy allá no andan de inteligencia ni de divino sentido común esas deidades envueltas en jugo de medusa, en laca para calvas, por ejemplo, con que periponer lustre y brillo sobre la superficie calvorota, por si de paso se infiltra algo de luz entre las dendritas neuronales, que deben ser como bonsais infinitos, recortados sobre la calcomanía del árbol del Edén. Ése que produce la fruta del bien y del mal sin tener nada claro cuál es cuál. 

Así se explica, por ejemplo, que este litoral playero contrate empresas dedicadas a que los ayuntamientos gasten dinero sin ton, pero con mucho son. Son de monedero atiborrado y de sopladora bufante; no deliro. Qué va! Al contrario, me quedo muy escasa de recursos alucinógenos a la hora de describir lo que cada mañana te puede salir al paso si se te ocurre dar una vuelta por la playa de La Patacona, que suena a bailaora flamenca, pero es un escenario marino único para descubrir el efecto sopladora bufante de arenas indefensas y sorprendidas al alba. Y de paseantes agredidos por los componentes del comando terrorista camuflado de empresa de mantenimiento y supuesta limpieza de paseos marítimos.
Me explico. Cuando a los madrugadores viandantes les da por asomarse a ese lugar o por desayunar en alguna de las encantadoras terrazas que hay frente al mar, se encontrarán de golpe y sin que nadie avise del peligro, con un extraño objeto semoviente y ruidosísimo, al que de momento no se localiza, porque está agazapado a traición detrás de una caseta. Pero lo delata una enorme polvareda de origen desconocido. Una podría pensar que aquello sea una tempestad de arena que se abalanza con furia sobre los paseantes, deportistas y acerasentantes, para cegarlos, ensordecerlos y ahogarlos. Pero de golpe, la realidad se nos revela completa y aparece el cuerpo del delito, arrastrado por su cómplice. Una técnica en reproducciones del caos permanente, contratada por el consistorio alborayense. Ella, la tecnóloga del buen tuntún, parece manejar el engendro, pero es sólo un espejismo, es  el objeto, convertido en sujeto, el que la domina totalmente y se apodera de su voluntad. Como un mago negro de la seducción. Como un vampiro del progreso hacia atrás, o sea del retrogreso. El aparatejo se eleva y desciende sin contar con nadie, a su bola,  rugiendo sin piedad ni sordina, contra los montones de arena, haciéndolos polvo, literalmente.
Nubes arenosas se convierten  en arenal descompuesto a la fuerza, que como un boomerang cae y recae ,no sobre su anterior espacio reducido al borde de cemento que separa la arena del asfalto, sino sobre todo en el paseo marítimo entero, que antes del ataque de ese particular sentido de la limpieza estaba impecable. Cuando el polvo en suspensión deja de suspenderse en el suelo,y la calma se ha hecho ya con el chirrido del invento asesino, entonces, la ingeniera técnica en surrealismo puro, se pone a barrer, primero la menguada montaña de arena marginal y luego, el suelo que previamente ha dejado hecho un desastre con su gadgetotrasto poseído por alguna de esas divinidades borderlines que amparan y/o castigan a Valencia y su batería neuronal.

Alucinando y sin poder evitarlo, me he ido derecha a la criatura autómata, que sigue barriendo la arena en las cuatro direcciones de los puntos cardinales. "¿Esta limpieza quién la costea?", pregunto con un retintín inútil, porque la tecnóloga acostumbrada al ruido de la escupidora bufante, no está para florituras estilísticas ni se entera de los matices tonales. "El ayuntamiento de Alboraya, señora", me espeta con la amorfa indiferencia de quien ya se ha hecho uno con su delito diario y lo asume con toda naturalidad. Como un bostezo mañanero y desganado. "Y por curiosidad: ¿por qué expande la arena con la máquina sobre el pavimento que está limpísimo y luego la barre sin recogerla y la extiende otra vez? Es  por si se me ha escapado algo importante de la maniobra, o por si me estoy perdiendo un sistema nuevo de limpieza en polvo, como el asperón de antes o el ajax de ahora, claro que sin agua y flotando por el aire...no parece que tampoco sea el recolmo de la limpieza ¿no?" "Yo llevo seis años limpiando así". Me dice y se queda tan pancha. Y yo me voy. Con el alucine a punto de nieve. Espeso y denso. Tanto que lo podría cortar como si fuese un tomate o un calabacín o una nube de arena mutante y removida, por esa walkiria como caída de un marciano ministerio de higiene y lógica aplastante.

Me alejo en dirección al mar que, con su insensata y sobona persistencia, está poniendo como una sopa la orilla indefensa del litoral. Espumarajos descarados, salpicaduras sin miramientos, salivazos salinos a traición sobre las gafas de sol o sobre la bolsa que llevo en bandolera con los trastos de pasear: las sandalias y el gorro protector solar. Ondas de H2O altas y orgullosas o rastreras y con segundas intenciones subliminales y sub-arenales. Discretas y tímidas o frescachonas e impertinentes. 
Y pienso, sesgadamente, como de puntillas mentales, en el ayuntamiento de Alboraya y en el de Valencia, que se parecen tanto por la proximidad de la chufa horchatera y de la chufla hortera y corruptoide-empresarial ...Y me entra un escalofrío al imaginar qué puede pasar si cualquier subcontratación  municipal, con tecnólg@s ad hoc, como l@s del barrido por aspersión general, les hace una oferta de máquinas secadoras de orillas mojadas y de tenacillas alisadoras de greñas como las algas o los restos orgánicos del plancton residual... 

Oh, cielos, qué apoteosis, qué colocón de caspa y mugre tecnológica, caca-kleen fashion, para las divinidades olímpicas que premiaron a la ciudad con el momentazo de la America's Cup y sus secuelas ruinosas de cartón piedra y plástico estilo Marina D'Or qué guay... y cutres, cutres como una visita papal rodeada por miles de retretes ambulantes de subcontrata y a euro la descarga fisiológica...Mejor no darles ideas, que las cargan Rita Barberá y el pp, que es como decir Pedro Botero y sus aliños de caldera habitual. 

He escapado de la playa de Alboraya antes de que la técnica especialista en barridos especiales se empeñe en barrer también las dunas y en  fregar y lavar la desembocadura de la acequia de Vera con una vaporeta y lejía con aroma de clóchina; he dejado la playa allí, en su sitio, con el permiso de las cariátides que presiden la sencilla terraza del chalet-museo de Blasco Ibáñez, que tampoco se quedó corto en discreción y moderada exquisitez del diseño. Como buen valenciano, al que ni la barraca ni las cañas y el barro ni su antropología entre naranjos, ni la vuelta al mundo de un novelista culoinquieto, ni siquiera sus fundaciones de pueblos en Argentina ni el barniz de Hollywood ni los jinetes del Apocalipsis despendolados por el globo terráqueo, consiguieron arrancarle el traje de saragüell ni el talante de fallero existencial e inocultable. Por más que despotricó de la ética de los valencianos en sus obras y en sus artículos de prensa, no pudo escapar de su estética mataora, que es una devastación de lo discreto por todo lo alto y lo estrepitoso. Por eso le han dedicado una de las avenidas más rimbombantes de la ciudad. Y más ruidosas. Aunque le hubiese ido como anillo la dedo, que le dedicasen también la Plaza del Ayuntamiento, sobre todo por las mascletás y el show del balcón central que las preside, sin pudor alguno."¿Pa qué tantos remilgos? Cheaé!"
Casa-Museo Blasco Ibañez



 





 
TOTUS TUUS....



....Y LAS CON-SECUENCIAS


Nota alucinatoria:
Y por si no fue bastante heavy el pasado que sufrimos, aún en el presente, he tenido que repetir la bajada de video porque la censura fascista, tan sensible ella en lo que atañe a los sentimientos de su coleto, lo había eliminado de la cabecera del post. Parece mentira que haya tanto tiquismiquis con algo que es del dominio público y una lacra histórica inocultable y que no sean capaces de ver las atrocidades de un tiempo horrendo para los que lo tuvieron/tuvimos que soportar. ¿Acaso se puede ocultar el olor a podrido de un contenedor por mucho ambientador que se utilice, si no se hace una buena limpieza a fondo y no usando la expandidora de mugre y lodo? Quienes hacen héroes de los criminales tienen dos motivaciones posibles: la ignorancia y la incultura del garrulo, incapaz de reconocer la verdad de su propia historia o la complicidad criminal con el "héroe" en cuestión.
El fanatismo y la estupidez son inseparables e incapaces de un sólo indicio de sentido del humor, de autocrítica y de inteligencia. Cretinos consuetudinarios con mayoría absoluta...pobre humanidad, qué karma...y qué lastre para el resto de humanos normales...

Se entendería que esa foto del video con el cadáver del dictador, molestase a la sensibilidad de los ciudadanos si en vez de un dictador sanguinario y sin piedad, ególatra y asesino con premeditación y alevosía , se hubiese tratado de un hombre justo, bueno, clemente y civilizado. Pero, sentirse molestos por la foto de un cadáver que vivió para exhibirse y para hacer posible ese show postmortem como si hubiese muerto un santo... aparte de ser patético es una idiotez absoluta. Además de ser un absurdo incomprensible que en pleno siglo XXI la muerte siga siendo un tabú. ¿Qué es un muerto? ¿Qué queda del ser que le habitó y se largó porque ya no era posible seguir metido en un brick arruinado? ¿Por qué se tiene ese culto a los muertos, si cuando están vivos no se repara en despreciarlos, contar chistes sobre ellos, hacerles la puñeta, ponerles a parir o machacarlos si no responden a lo que se pretende de ellos? Qué infantilismo y qué inmadurez. Qué fetichismo estúpido. Qué hipocresía. Lo mismo sucede con muchos matrimonios y parejas, o con los padres, madres o hermanos que se han pasado la vida haciendo puré al otro/a, lo agobian, lo engañan, lo controlan, lo espían hasta durmiendo, lo utilizan, lo manipulan, le ponen cuernos, lo arruinan o lo ponen enfermo a disgustos hasta que revienta, ah, pero si se muere, entonces, cuánto "amor" de repente, cuánto respeto, cuánta admiración...y qué atrocidad y qué sacrilegio aludir a los defectos del muerto. Porque entonces, aunque haya sido el egoísta y maltratador más grande que se ha conocido, hay que llorarle con muchísimo respeto. La muerte lo ha convertido en material intocable y sagrado. Pues no, si alguien tiene motivos para sentirse hasta aliviado de esa desaparición es muy justo que pueda expresarlos. Y en el fondo es lo que sienten muchos, pero jamás lo reconocerían delante de alguien. Por rutina tradicional programada. Por imagen ridícula, ante los que conocen la realidad del caso. Sólo es barniz y chapuza. Pringue emocional. Sólo eso.
A los cuerpos muertos hay que enterrarlos o incinerarlos. Y lo que se sintió por ellos en vida, y como se les trató y como fuimos tratados por ellos, cuando eran seres completos, es lo que cuenta.

Cuando el difunto ha sido una gran persona para todos, está claro que nadie va a tener malos recuerdos de él. Y lo mismo ocurre al revés. También hay personas muy dobles y esquizofrénicas en sus conductas, que con unos fueron buenísimos y con otros unos sádicos, según sus intereses o manías. Pues cada lado de su realidad tendrá adeptos en ambos sentidos y es absurdo que se puedan censurar las experiencias. Y mucho menos meterse en las páginas o correos electrónicos del prójimo para reivindicar la cara de la moneda que uno vio en el muerto, sin tener en cuenta qué vieron y sufrieron los demás. Ya vale con la dictadura del hackerismo sin pies ni cabeza. Sin sentido. Tiránicas y pasadas de tiempo. Como todas las dictaduras.

Hay que querer, ayudar y no hacer sufrir a los vivos y dejarse de poner en un altar al fiambre de alguien que fue tan pobre, frágil e inconsistente como somos todos. La propia muerte lo confirma y en su sabiduría igualitaria, nos hace otra vez materia de desecho, escombro temporal; nadie se escapa de ese trance, aunque lo viva cada uno como pueda. Y de un hombre y de una mujer lo que queda de bueno en el recuerdo son sus actos justos, su limpieza de alma, su mente sensata y noble, incapaz de engañar, de burlarse, de abusar, y la bondad de su corazón incapaz de hacer daño ni herir con desprecio, fraude y falsedad. Con crueldad y actos criminales justificados y ocultos en la pompa y bajeza del poder o del intrigar.
Sólo queda lo que se ha amado y lo bueno dado sin pedir nada a cambio. Es el único equipaje que se puede llevar al más allá y que produce para siempre respeto y ternura en el más acá. Un presente que nunca es recuerdo, sino un sello grabado e indeleble en el alma y en el corazón de los demás.
Menos apegos idiotas y más honradez.
                                  


                                                                                                     

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