El FMI y los caraduras
Hace casi 13 años
estaba yo en Praga junto a otros miles de jóvenes de todo el mundo.
Protestábamos contra el FMI y el Banco Mundial que celebraban allí su
encuentro anual. La prensa de todo el mundo y por supuesto lo
tertulianos españoles nos llamaron radicales antisistema y conocimos las
bondades democráticas de los antidisturbios de Václav Havel. Hoy, sin
embargo, parece que buena parte de los grandes creadores de opinión se
han unido a los antisistema. Miguel Ángel Revilla decía ayer en twitter
que habría que declarar persona non grata a Christine Lagarde
(medida eficaz donde las haya) por pedir a España que se reduzcan los
salarios un 10% y parece que, ahora, los periodistas apóstoles del
extremo centro y la corrección política están escandalizados de que la
directora del FMI cobre más de 380.000 euros al año. Vaya caraduras.
Esos
nuevos fichajes del radicalismo antisistema eran los que celebraban que
Rodrigo Rato estuviera al frente de esa entidad internacional sin
legitimidad democrática porque favorecía a los “intereses de España”.
Son los mismos que, con distintos matices, asumieron como medidas
necesarias los recortes sociales recomendados por el primus inter pares
de la Troika europea y los mismos que llamaron populistas a los únicos
gobiernos del mundo que se han atrevido a decirle que no al FMI; los
gobiernos de izquierdas de América Latina.
Recuerdo
perfectamente cómo esos periodistas de la corte española atacaron al
presidente de Ecuador y jalearon las agresivas entrevistas que le dedicó
la televisión pública. Pero Correa no es Rajoy; responde a las
preguntas y sabe hablar. Correa explicó que en su país dijeron no al FMI
subiendo los impuestos a los ricos (y en particular a los bancos)
duplicando así la recaudación tributaria, haciendo gratuitas la sanidad y
la educación, subiendo los salarios reales, suprimiendo la autonomía
del banco central y auditando la deuda (que quedó reducida a un tercio).
Hoy ese país ofrece contratos a doctores españoles para dar clases en
sus universidades y cientos de ellos van a cruzar el charco. Eso es
enfrentarse al FMI y no las lágrimas de cocodrilo de estos días pero
claro, los nuevos antisistema dirán que defender la soberanía es
populismo, igual que los directivos de las empresas del Ibex 35 decían
en mayo que criticar sus sueldos era populismo.
En
nuestro país, los partidos pro-troika (PP y PSOE) han aplicado con
tesón las recetas de la ahora tan denostada institución económica, que
han presidido tanto socialistas (DSK) como populares (Rato). Aunque
ahora jueguen a la gresca parlamentaria por el caso Bárcenas, en las
cuestiones cruciales PP y PSOE estuvieron siempre de acuerdo; reformaron
la Constitución para limitar la soberanía económica de nuestro país,
aprobaron reformas laborales contra los trabajadores y, hace apenas un
mes, llegaban a un acuerdo de Estado para demostrar a Europa que España
es un país responsable en el que sus dos grandes partidos saben cumplir
las órdenes diligentemente.
Los
partidos pro-troika y sus opinadores en los medios, en versión clásica o
en versión magenta, son los responsables de haber tratado de hacer
creer a la gente que vivió por encima de sus posibilidades y que la
sociedad tenía asumir la carga de la crisis (la deuda de los bancos se
transformó en deuda nacional) padeciendo los recortes. Eso es lo que
decía el FMI que había que hacer. Si ahora ponen el grito en el cielo
porque el FMI quiere bajar aún más los salarios o porque su directora
cobra casi veinte veces lo que una familia media española, lo mínimo que
se les puede llamar es caraduras.
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