domingo, 4 de agosto de 2013

El FMI y los caraduras

 por Pablo Iglesias
 
04 ago 2013
 
 
Hace casi 13 ael_fmi_ayuda_a_europa_a_tragarños estaba yo en Praga junto a otros miles de jóvenes de todo el mundo. Protestábamos contra el FMI y el Banco Mundial que celebraban allí su encuentro anual. La prensa de todo el mundo y por supuesto lo tertulianos españoles nos llamaron radicales antisistema y conocimos las bondades democráticas de los antidisturbios de Václav Havel. Hoy, sin embargo, parece que buena parte de los grandes creadores de opinión se han unido a los antisistema. Miguel Ángel Revilla decía ayer en twitter que habría que declarar persona non grata a Christine Lagarde (medida eficaz donde las haya) por pedir a España que se reduzcan los salarios un 10% y parece que, ahora, los periodistas apóstoles del extremo centro y la corrección política están escandalizados de que la directora del FMI cobre más de 380.000 euros al año. Vaya caraduras.
Esos nuevos fichajes del radicalismo antisistema eran los que celebraban que Rodrigo Rato estuviera al frente de esa entidad internacional sin legitimidad democrática porque favorecía a los “intereses de España”. Son los mismos que, con distintos matices, asumieron como medidas necesarias los recortes sociales recomendados por el primus inter pares de la Troika europea y los mismos que llamaron populistas a los únicos gobiernos del mundo que se han atrevido a decirle que no al FMI; los gobiernos de izquierdas de América Latina.
Recuerdo perfectamente cómo esos periodistas de la corte española atacaron al presidente de Ecuador y jalearon las agresivas entrevistas que le dedicó la televisión pública. Pero Correa no es Rajoy; responde a las preguntas y sabe hablar. Correa explicó que en su país dijeron no al FMI subiendo los impuestos a los ricos (y en particular a los bancos) duplicando así la recaudación tributaria, haciendo gratuitas la sanidad y la educación, subiendo los salarios reales, suprimiendo la autonomía del banco central y auditando la deuda (que quedó reducida a un tercio). Hoy ese país ofrece contratos a doctores españoles para dar clases en sus universidades y cientos de ellos van a cruzar el charco. Eso es enfrentarse al FMI y no las lágrimas de cocodrilo de estos días pero claro, los nuevos antisistema dirán que defender la soberanía es populismo, igual que los directivos de las empresas del Ibex 35 decían en mayo que criticar sus sueldos era populismo.
En nuestro país, los partidos pro-troika (PP y PSOE) han aplicado con tesón las recetas de la ahora tan denostada institución económica, que han presidido tanto socialistas (DSK) como populares (Rato). Aunque ahora jueguen a la gresca parlamentaria por el caso Bárcenas, en las cuestiones cruciales PP y PSOE estuvieron siempre de acuerdo; reformaron la Constitución para limitar la soberanía económica de nuestro país, aprobaron reformas laborales contra los trabajadores y, hace apenas un mes, llegaban a un acuerdo de Estado para demostrar a Europa que España es un país responsable en el que sus dos grandes partidos saben cumplir las órdenes diligentemente.
Los partidos pro-troika y sus opinadores en los medios, en versión clásica o en versión magenta, son los responsables de haber tratado de hacer creer a la gente que vivió por encima de sus posibilidades y que la sociedad tenía asumir la carga de la crisis (la deuda de los bancos se transformó en deuda nacional) padeciendo los recortes. Eso es lo que decía el FMI que había que hacer. Si ahora ponen el grito en el cielo porque el FMI quiere bajar aún más los salarios o porque su directora cobra casi veinte veces lo que una familia media española, lo mínimo que se les puede llamar es caraduras.

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