LAS VACACIONES POMPEYANAS DEL FISCAL GENERAL DEL ESTADO
El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce,
está disfrutando de sus vacaciones de agosto como invitado en una de las
casas más espectaculares de la Costa del Sol. Es un lujoso palacete en
Marbella construido a imitación de una villa romana de Pompeya, la
ciudad que fue sepultada por la erupción del volcán Vesubio. La
exclusiva vivienda, copiada piedra a piedra sobre el original, tiene
incluso termas y está valorada en unos quince millones de euros, según
una fuente que ha asistido a alguna de las lujosas fiestas que celebra
su propietario. El anfitrión del fiscal general del Estado tampoco es un
cualquiera. Se trata de José Manuel Serrano Alberca: un
millonario abogado, experto en recalificaciones y urbanismo, que a
principios de los noventa fue salpicado por un escándalo político, el caso Renfe (o caso AVE). Sus empresas fueron las principales beneficiadas de una oscura operación inmobiliaria que costó una millonada al Estado y que en su momento provocó la dimisión del ministro socialista Julián García Valverde por
su gestión unos años antes como presidente de Renfe. Serrano Alberca,
que había sido jefe de García Valverde, compró unos terrenos en San
Sebastián de los Reyes (Madrid) que poco después vendió a Renfe por 58
veces el precio pagado. Las plusvalías de aquella operación rondaron los
700 millones de pesetas que hoy lucen al estilo de Pompeya.
En Marbella, donde el ilustre invitado del palacete pompeyano es la
comidilla del verano, hay quien compara las vacaciones de Torres-Dulce
con las de Luis Bárcenas: "Uno en las termas de Serrano Alberca, otro a
la sombra de Soto del Real".
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