domingo, 1 de julio de 2012

ERNESTO CARDENAL, UN PREMIO PARA QUIEN LE PREMIA

Revolución, Dios, poesía… ¿son una misma cosa en su vida? ¿O tres versiones de algo supremo? Para mí son lo mismo, sí. Revolución es lo mismo que predicaba Jesús. Hoy hay teólogos que dicen que el reino de Dios que él predicaba era una expresión semejante al concepto actual de revolución, es verdad. Una revolución subversiva, que en el caso de Jesús fue lo que le llevó a la muerte. Significaba también un cambio político y social. La juventud de hoy sigue diciendo “otro mundo es posible”, y yo también lo creo, como lo creyó Jesús. Es posible, y necesario. Y, como dice el obispo brasileño Casaldáliga, también otra Iglesia es posible. Hasta hay quien dice que otro Dios es posible.


Entre Wojtyla, que le echó a usted la bronca nada más bajar del avión en su visita a Nicaragua, y Ratzinger, ¿con quién se queda?Bah, son iguales. Ratzinger ha puesto en práctica las mismas políticas pontificias del otro. Es igual que Wojtyla. O peor.


Si lees la Biblia, verás todo el tiempo a un Dios subversivo. Jesús de Nazaret, lo mismo. Así que, en efecto, estamos obligados a la subversión, pero… en cuanto a lo de creyentes o no creyentes, pues no es sólo eso que he estado diciendo antes de cristianismo y marxismo. También el Islam… mire, hay un teólogo sufí del siglo XIII que dice: “Para llegar a La Meca hay muchos caminos; si uno está en el Sur, La Meca está en el Norte. Si está en el Norte, La Meca consiste en ir al Sur. O al Este, o al Oeste. Pues para llegar a Dios, lo mismo. Hay muchos caminos. (Ernesto Cardenal; un poeta de 87 años tan humano como divino)
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Aquí va un botón de muestra para ver un poco el rastro de un hombre-poesía. Un poeta esencial. Como son los poetas de verdad. Implicados en lo humano hasta convertirlo en divino y viceversa. Cuando le pidieron que se describiese a sí mismo como si se viese desde fuera contestó que no tiene ni idea de como se le pueda ver desde fuera ni le importa, que no acostumbra a perder el tiempo en contemplarse, con lo interesante que es la vida y todo lo que hay que vivir. Eso sólo puede sentirlo y decirlo un ser despierto y sabio. Un poeta real, que es en lo que se convierten los hombres y mujeres despiertos y sabios.
Amó muchísimo a las mujeres de las que se enamoró en su juventud. Era muy enamoradizo hasta que se enamoró del infinito y se llenaron todos huecos. Y aprendió a vivir convertido en amor. Vivió años de experimentación y descubrimientos. Un día de pronto se tropezó con la luz, lo dejó todo y se hizo monje contemplativo...por un tiempo. Hasta que le llegaron y pudo reconocer como vocación los gritos de dolor de su pueblo. Nicaragua. Y siguió su vía contemplativa en medio de los sufrientes, con el evangelio y la poesía hechos carne y comunidad, acampados en la islita de Solentiname, en el centro del Lago Nicaragua. Aterrizando civismo y solidaridad en el centro inhóspito y letal de la dictadura somocista. Jugándose la vida cada día se acostumbró a bendecir y a valorar cada brizna de presente que la vida nos permite saborear. Y el resultado de la destilación del tiempo y la gracia, sigue siendo un poeta. Simplemente eso. Un poeta que no puede resignarse a la complicidad con la barbarie, que hace tiempo descerrajó las trampas del egocentrismo, para ser universal. Como el amor. Como la inteligencia. Como la luz del ser que se adentra en el noser para que todo sea posible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me caen bien estos curas "revoltosos" que se ponen del lado del pueblo y son incómodos para sus jerarquías, pero por otro lado veo algo incoherente en su postura: critican (con razón) a sus jerarquías y niegan fundamento a su autoridad pero a la vez se mantienen bajo su tutela, un poco como adolescentes rebeldes pero que cada día se sientan a la mesa de sus padres.


¿No sería más coherente que abandonaran las estructuras eclesiales con las que no están conformes? Podrían hacer como tantos curas católico-romanos que han resuelto sus contradicciones acogiéndose a iglesias del campo episcopal o anglicano.

Sol Ruiz dijo...

Personalmente creo que Ernesto Cardenal no es un cura rebelde ni contestario ni inmaduro.Es un místico de lo natural. Despierto y libre. Un ser bastante por encima de normas y chanchullos religiosos. Creo que le da más importancia al trabajo humano con sus semejantes, los más pobres, que a cambiarse de religión. Por eso no necesita irse a ningún otro rollo religioso.Se encuentra bien donde está. Y desde ahí ha hecho de todo: desde maestro, obrero y pescador a hasta ministro de cultura.
Es un poeta verdadero. Y los poetas, los místicos y los que se entregan al amor más sublime, no tienen códigos. Tampoco rebeldía. Simplemente son libres y lúcidos. No necesitan recetas. Son tan originales que nunca se repiten. Es otro plano. Nada más.