Lo que estamos viviendo es un vórtice de locura. Si nos dejamos arrastrar quedaremos inutilizados. No nos detengamos en la visión apocalíptica de la catástrofe anunciada y en trance de cumplimiento idiotizado, a cargo de máquinas legislativas y ejecutivas que deberán cambiar o desaparecer porque no están capacitadas para gestionar un momento histórico de tal calibre.
Nuestra riqueza personal, nuestros recursos humanos son la mejor inversión que podemos hacer. Cuando falla el sistema, las instituciones, la economía, las leyes, la política, los estados, la única riqueza desarrollable y sostenible es el hombre. Hermanos del mundo y de este país: sólo los hombres cuando despiertan pueden cambiar las cosas. Necesitamos un banco de ideas generoso y sin ningún ánimo de lucro, porque el futuro ya no pasa por la competitividad que enfrenta sino por la cooperación de la supervivencia. Ejemplo práctico lo tenemos en pp. Ha empleado los métodos más sucios que se pueden imaginar para apoderarse del país con una mayoría absoluta, envenenando con mentiras y hasta calumnias a un gobierno que planteaba las mejoras sociales y más cerca de bien común. Es cierto que no hay gobierno perfecto, que tenía muchos defectos y cosas que mejorar, pero el clima y los métodos eran cívicos, respetuosos y bastante más éticos. Ahora le miseria moral campa por el mapa de España y es a los ciudadanos a los que nos toca sacar las castañas del fuego. Es nuestra prueba de madurez histórica. Ahora más que nunca necesitamos asociarnos, debatir, reflexionar juntos a pie de vida cotidiana y aportar lo que no hay: ideas y ética social, que indudablemente necesitan el soporte básico de las ideas y de la ética individuales. Las riquezas verdaderas no se improvisan. Se siembran, se cultivan y se recolectan. Invito a quienes lean esta propuesta a que intenten poner en marcha su creatividad y a compartirla por todas partes: charlando, escribiendo, atreviéndose a ir a los partidos políticos que consideren más acordes con la opción de cada uno y que les presenten esas ideas, esas sugerencias o exigencias, dada la gravedad y la urgencia del tiempo y de los acontecimientos.
Hoy podemos empezar porque cada uno de nosotros invente un modo de resolver el problema de gobierno y de sociedad que nos acosa. Voy a poner aquí unos puntos que creo que podrían ser un empujón inicial o por lo menos unas cuantas ideas para el cambio y el recambio que cada vez es más imprescindible y urgente.
1. Escribir millones de e-mails al Congreso y a la Jefatura del Estado, exigiendo que se llame a los Premios Nóbel de Economía más destacados y que tengan ideas bien claras a cerca del momento actual, como Krugman o Stiglitz, por ejemplo y que personalidades universitarias con experiencia e ideas, como José Luis Sampedro u otros catedráticos de Economía y Sociología de nuestras universidades, con un currículum decente y ético, formasen un grupo que elabore un plan de salida para la crisis. Que además ellos como maestros, educasen a los políticos, les diesen clases en el Congreso y les hiciesen obedecer y aplicar los paquetes de medidas de emergencia.
2. En paralelo, los ciudadanos irían presentando millones de firmas en el Parlamento al Defensor del Pueblo, exigiendo que la Constitución se reforme completamente ya que la que tenemos ha caducado. No se corresponde con la sociedad actual ni con sus necesidades. Y con la exigencia de que aprovenchando la red, los ciudadanos tengan toda la información necesaria acerca de cada artículo y puedan participar activamente con sus sugerencias en la mejora de la carta magna. Tenemos el derecho y el deber democrático de participar en la gestación de un documento por el que vamos a regirnos y sólo el voto es muy poco fiable y manipulable. Hay que participar directamente en la construcción cívica.
3. Los puntos básicos para la reforma de la Constitución que deben cambiarse son: Un referendum sobre la sustitución de monarquía por república. Una nueva ley electoral con listas abiertas. Una nueva ley de partidos políticos, en que la financiación de éstos dependa exclusivamente de los ciudadanos que apoyen cada opción ideológica. Y lo mismo, una ley sindical que obligue a los sindicatos a autofianciarse. También vale para las iglesias y religiones y para las autonomías.
Si una región decide que prefiere ser más autónoma, deberá autofinanciarse y sólo en caso de castástrofe natural o de accidente gravísimo sería ayudada por el Estado. Las demás regiones que prefieran seguir llamándose España constituirían una federación regional con representación en el Parlamento y una condivisión de impuestos, instituciones, leyes, derechos y deberes.
El régimen asambleario sería la base de la nueva sociedad. Es la única manera de que la democracia sea real. Las asambleas deberán organizarse desde la base. O sea, desde los barrios y pueblos. Los representantes de cada asamblea estarán en ayuntamientos, diputaciones y parlamento con voz y voto ético, que pueda vetar las decisiones poco claras o poco sanas para la ciudadanía, previo debate en las asambleas municipales y regionales. Los representantes asamblearios se renovarían cada año, para evitar el apego al puesto. Las dietas para asistir a los debates y votaciones necesarios las pagarían los impuestos municipales de cada participante, que no cobrarían nada por su cargo; así sólo se presentarían y se elegirían peesonas desinteresadas con sus profesiones y sus bienes independientes de la responsabilidad y del servicio gratis. Servir a la comunidad no es un motivo para lucrarse ni medrar, con lo que los contenidos éticos de la sociedad cambiarían radicalmente.
El poder judicial también debería se decidido y votado por la ciudadanía lo mismo que el legislativo y ejecutivo. Así se ahorraría la guerra y parálisis de los tribunales a causa de partidos e ideologías. Los ciudadanos se verían obligados responsablemente a conocer el curriculum de los magistrados para poder elegirles de modo que jamás volvamos a lo que tenemos ahora: una justicia gaseosa parapetada detrás de unos bustos parlantes desconocidos que en cualquier momento defenestran a un juez justo y ético mientras dejan sueltos a los corruptos, delincuentes y prevaricadores o un presidente todopoderoso en plan Dívar que hace de su sayo una toga cuando le venga en gana.
Una ley fiscal que obligue a cambiar los estipendios de los servidores políticos. Que para serlo necesitarán tener una profesión en activo a la que renuncien para ser parlamentarios o ministros, jefes de gobierno o presidentes de la república, cobrando lo justo para vivir dignamente en sus casas de siempre, yendo a trabajar como cada ciudadano, por su cuenta. Nada de seguratas. Porque el político que necesita protegerse de sus conciudadanos no es digno de gobernar nada. Sólo habrá "palacios" para los actos públicos. Nunca habilitados como vivienda de mandatarios. Los palacios públicos son de los ciudadanos porque se mantienen con sus impuestos y deben convertirse en museos, bibliotecas, archivos, teatros, hoteles, centros culturales y residencias vacacionales donde se pueda disfrutar de la belleza y la cultura, por el servicio noble a la ciudadanía y no como "monumento" vacío y nada rentable.
Eso sería el signo de que lo que se llamó "pueblo" antiguamente, se ha convertido en ciudadanía, en seres individuales que se agrupan no como rebaño sino como una orquesta de virtuosos, para armonizar la vida entre todos. Y es esa pedagogía que " normaliza " la excelencia, la que puede cambiar el alma colectiva, porque educa y refina la individual. De ese modo, nunca más tendríamos amotinamientos como el triste bofetón de los mineros asturianos y leoneses ni diputadas groseras como la hija de Fabra. espectáculos abominables que en estos días nos regala el estado político-económicosocial agonizante.
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