lunes, 30 de julio de 2012

LA MORAL APOLILLADA EN ALCANFOR

El ministro de Justicia y su catolicismo carnavalesco siguen haciendo estragos. Ahora le ha tocado el turno a su peculiar concepto de la eugenesia antiabortista. Alberto y su tesis interminable. Como la de Nancy, pero sin gracia y sin frescura, más bien con una especie de cinismo tontuso, con el que está barnizado todo lo que nos llega en plan manufactura con el sello inconfundible del pp. 
Abortar un feto a causa de una malformación grave congénita, no será ya posible, pero sí lo será castrar a los deficientes, para que no se les ocurra reproducirse. Amparemos la reproducción de la deficiencia y cultivemos fetos en mal estado, que aun no son individuos, para tener motivos con que justificar el sadismo posterior: sufrimiento añadido para los que vienen a un mundo que los marginará, abandonará, les quitará los recursos a base de recortes inhumanos y además le castrará con la pericia nazi de un doctor Mengele. Ese afán compulsivo de facilitar la función reproductora que profesan tanto el pp como su iglesia vaticana, con el resultado posterior de castraciones y violaciones pederásticas es una de las incongruencias y actos fallidos, más flagrantes y denunciadores de verdaderas patologías sociales, familiares y pedagógicas que sufrimos en este país destrozado por el fariseísmo y el ateísmo meapilas, tan adepto a la limosna hipócrita como practicante de la más inhumana y aberrante injusticia.  

Soy cristiana. Por eso mismo no soy católica. No me gusta el aborto ni puedo bendecir una cosa tan desagradable, porque soy madre de una familia grande, aunque nada rica ni cómoda, y jamás me plantee abortar, no por miedo al "pecado" sino porque cada hijo representaba y representa para mí desde el principio, un regalo de la vida. Pero esa era una libre elección personal que no se puede exigir a alguien que no la tenga. Cada uno tiene una idiosincrasia y unas cualidades o unos bloqueos. No me gusta el aborto. Pero entiendo muy bien a las mujeres que no se ven capaces de asumir la maternidad. Porque la maternidad -como la paternidad- nunca, nunca, debe ser una consecuencia mecánica de las relaciones sexuales. Sino una apertura libre y voluntaria a compartir la vida, el tiempo, la dedicación y la energía. Todo feto no deseado, no querido, rechazado, será para siempre un ser deficitario, enfermo, disminuido, acomplejado, marginal, patológico y deberá hacer un trabajo titánico consigo mismo, que su propia condición de indeseado no le permitiría nunca llevar a cabo. Tampoco creo que se pueda obligar a abortar un feto deficiente que la madre desease tener con todas las consecuencias. Porque ese ser en esas manos amorosas no será un problema para nadie, se educará con un amor enorme y con todos los recursos sanadores que el amor posee. No será ni un estorbo ni un ser infeliz,sino una verdadera bendición, si su entorno le acepta y le cuida con todo el cariño.

Cuando una mujer no se siente en condiciones de asumir el rol de madre se debe respetar su proceso, precisamente para evitar que un ser indefenso se forme en su seno y no tenga que tararse con el rechazo que se grabará a sangre y fuego en su psique y en su cuerpo, desde el inicio de la gestación a través de los miedos ancestrales y el rechazo consiguiente de una madre que no aborta porque teme al delito o al pecado, o al qué dirán, pero no ama ni acepta desde el principio de la concepción el proyecto de ser que está engendrando, que es cuando hay una vulnerabilidad energética mucho más sutil e indeleble para el nascituro. Ya es hora de que se superen los atavismos fanáticos. Un ser humano no es tal hasta que nace, hasta que su primera e individuada respiración le permite contactar con el "pneuma", el aire, que es el vehículo de la fuerza universal, el espíritu santo, el ki, el prana, que hará posible, desde los mecanismos biológicos, que el alma nazca y comience a crecer. ¿Nadie se ha preguntado nunca por qué existe la palabra "desalmado"? Porque hace referencia a seres que no han conseguido desarrollar el alma, con toda seguridad, a causa de la concepción y desarrollo fetal en un clima de rechazo. ¿Cuántas mujeres conciben a causa de una violación y no sólo como accidente, sino como delito del propio marido en una sociedad beata y estúpida que aún mantiene el concepto de "débito" conyugal referido al   hecho de compartir una sexualidad desprovista de amor, sólo desfogue y deseo animal, que da lugar a la concepción inadecuada y aberrante de un ser inocente e indefenso? Si se le pudiese preguntar al ser que encarnará en ese estado, acerca de su deseo de nacer en tales tesituras, nos sorprenderíamos de su opinión. El cuerpo físico-sensitivo, úterodependiente, no es un ser humano, es un recipiente, un traje material, que crece marcado por una genética y un sistema hereditario de reflejos mecánicos. No es todavía una persona. No se mata a nadie porque a las pocas semanas de la concepción se decida impedir que crezca. El espíritu que encarnaría al nacer el feto, lo hará de todos modos en otra circunstancia o con otros padres, tal vez mucho mejores y más adecuados; y sobre todo con la disposición amorosa de acogerle tal como es y como venga.
La moral kakogenésica de Gallardón y su iglesia pagana, moralista pero amorales en la realidad ( en la raiz griega antigua kakós, significa malo, de nula calidad; y eu es el prefijo que indica buena calidad, o sea eugenésico significa de buen nacimiento, y Eugenio, bien nacido, noble) es una de las causas más graves de que este mundo viva asfixiado por la torpeza y la maldad de seres que nacen en condiciones afectivas terribles desde su concepción. Por eso hay tanto monstruo suelto, tanto loco y delincuente gobernando y tanto idiota anulado, que lo soporta y lo mantiene. La Tierra cambiará de verdad cuando los hijos sean deseados, nazcan de padres amorosos, educados, sanos, inteligentes y buenas personas. Responsables y merecedores de educar hijos engendrados con amor y sabiduría. Con espíritu y conexión profunda con él y por ello, entre sí, como pareja. Es mucho más grave deformar las conciencias en la educación rutinaria y pseudomoral con el fanatismo, la falta de información, el miedo y los prejuicios, que abortar el proyecto de un traje material que puede ser sustituido por otro, seguramente en mejores condiciones. 
Es aberrante que una sociedad que no tiene el menor escrúpulo en fabricar y comerciar con armas, ir a la guerra como negocio, mentir, robar y arruinar países, olvidar los enfermos, a los defcientes y a los niños sin escuelas públicas, corromperse y conseguir que se vea "legal" el expolio del prójimo hasta arruinarle, condene a vivir a la fuerza a seres que sólo van a sufrir las maldades de su política deleznable e indecente. 
Puestos a esterilizar y a castrar, ¿por qué, ya que demuestra tanta afición, no empieza el pp dando ejemplo y castra a Rajoy, a Camps o Carlos Fabra o los padres del tal Matías Bevilacqua aunque sea con efecto retroactivo?

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