Una ciudadanía es mucho más que un pueblo. El "pueblo" fue siempre la víctima propiciatoria del poder. Porque el pueblo es un conjunto abstracto, una masa desinformada e influenciable, que ha sido siempre dirigida y manipulada por quienes acumulan dinero, poder e información. Hasta quienes "luchan" por el pueblo acaban por hacerse sus amos cuando el pueblo delega en ellos para no involucrarse y vivir cómodamente sin más responsabilidad que votar cada cuatrienio.
Los pueblos están condenados a ser masa por su propia dinámica y bajísima implicación social. Condenados a ser el sustento material de quienes les oprimen y en seguida se olvidan de sus deberes ante los compromisos y las trampas de la política profesional. El pueblo nunca madura porque la madurez implica individualidad. No se madura en masa, sino de uno en uno.
El ciudadano ya no es masa. Es el individuo despierto, maduro y responsable de sí mismo y por eso capaz de asociarse y construir, no sólo un pueblo, sino una sociedad. Es el individuo solidario.
Aunque no lo parezca al pueblo le amalgama el egoísmo colectivo e interesado que llaman patria, limitada y diferente de las demás. Y por eso muy celosa de su "importancia" frente al resto de patrias. Por eso dispuesta a la rivalidad y a la guerra porque sólo reconoce su "pueblo" como cosa suya. Por eso tan manipulable y los gobernantes practican la demagogia para identificarse como portadores ilustres y representantes quintaesenciados de los pueblos.
La ciudadanía es la cooperación voluntaria, responsable y ética de los individuos libres, que son los ciudadanos. El ciudadano tiene poder sobre sí mismo, está informado no por lo que le cuentan solamente sino por lo que va descubriendo y reflexionando a partir de lo que ve, lee, escucha y experimenta más allá de las apariencias. El ciudadano no se disuelve en la masa, sino que se agrupa en asambleas donde se debate, se acuerdan y se toman decisiones importantes para la comunidad ciudadana. No se aferra a "su" patria como único valor, porque el ciudadano pertenece al mundo y el mundo le pertenece; cuanto más cívico, inteligente, respetuoso y generoso es, mejor convive con la diversidad y sabe respetar y considerar como a sí mismo a los demás ciudadanos del Planeta. El ciudadano se implica completamente en los asuntos de la "polis", es decir, una cualidad sine qua non del ciudadano es la implicación directa en el servicio a la comunidad, que empieza en lo inmediato y llega al Estado, como las ondas concéntricas que se forman en el agua cuando cae en ella un objeto contundente, como son las decisiones participativas, que comienzan en lo próximo y llegan hasta lo remoto.
Es muy importante que vayamos evolucionando desde la masa egolátrica, cerrada en sí misma y centrípeta hacia la ciudadanía solidaria, abierta y centroexpansiva. Y eso se va consiguiendo derrotando la resignación, el conformismo, dejando de creer en esa tara del "somos así desde siempre", que se repite como un mantra de padres a hijos y se convierte en una maldición que deforma y desajusta las cualidades hasta convertirlas en defectos, pero defectos hasta apreciados porque son "nuestros" y eso hace despreciar las cualidades que no tenemos ,envidiarlas, ridiculizarlas o perseguirlas, en vez de producirlas para mejorar nuestra condición sin necesidad de fastidiar a otros para ponernos en su lugar o hacer menguar las virtudes los demás par que destaque nuestra miseria. Es como envidiar y despreciar al maestro que te puede enseñar a pensar, a leer a escribir, a conocer la naturaleza, los números, los fenómenos físicos y químicos, la geografía y la historia, en vez de aprender. Y no siempre un maestro es una figura de "prestigio" reconocido por la farándula informativa, que se puede basar hasta en los reality de la tele y sus majaderías; la mayoría de las veces el maestro es simplemente "el otro", el que con su conducta o sus ideas no siempre agradables ni dignas de alabanza, remueve en nosotros el pensamiento, la emoción, los procesos cognitivos, la crítica y el análisis. Al ciudadano despierto toda experiencia le resulta aprovechable y pedagógica, por esa razón no es enemigo de nadie, aunque otros sí lo consideren "peligroso", sencillamente porque ve un poco más y entiende mejor.
Un ciudadano jamás será un misántropo. Su esencia es la filantropía. La amistad desinteresada y misericordiosa con el hombre. Más bien es el "pueblo" el que practica la misantropía en masa. Y la desconfianza aberrante y miedosa hacia lo diferente.
Por ejemplo, en la Rusia de la revolución, jamás una ciudadanía habría masacrado a nadie porque no fuese adepto al nuevo régimen. En Nicaragua, en cambio, durante la revolución sandinista, no hubo ni una sola pena de muerte. Los "prisioneros" fueron a vivir obligatoriamente a comunidades cívicas donde se educaron y cambiaron de óptica ante la evidencia del civismo y el respeto, cuando recibieron clases de historia, de sociología,de economía, de ética y pudieron leer. Y debatir y ser escuchados y aprender a escuchar. Entonces terminó el analfabetismo sistemático que es el que nos priva de la información real. Y de formarnos como seres libres y autónomos capaces de asociarse, trabajar juntos y compartir la vida para mejorarla sin perder ni un gramo de verdadera libertad.
No queremos una revolución social sin una evolución humana, porque esas "revoluciones" se alimentan de sangre, injusticia, sufrimiento y lágrimas. Un círculo vicioso que a lo largo del tiempo sólo ha conseguido repetir el mismo modelo de sistema autoexterminador.
Evolución humana y social. Ése debe ser el objetivo.Porque no es posible la una sin la otra.
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