domingo, 4 de septiembre de 2016

Oh, my God, alucineibol!

El Papa invita a comer pizza a 1.500 pobres tras la canonización de Teresa de Calcuta

Los sin techo fueron trasladados en autobuses durante la noche por la congregación de la monja para participar en la ceremonia y después en la comida

Vista general de la plaza de San Pedro en el Vaticano hoy, 4 de septiembre de 2016, durante la ceremonia de canonización de Teresa de Calcuta a la que asistieron más de 100.000 personas. EFE/Angelo Carconi 

ROMA.- El Papa Francisco ha invitado a comer pizza napolitana a 1.500 pobres, atendidos por las Misioneras de la Caridad en Italia, la congregación de Teresa de Calcuta que ha sido proclamada santa este domingo en el Vaticano.

Los sin techo invitados proceden de los albergues que las monjas de las Misioneras de la Caridad gestionan en Milán, Bolonia, Florencia y Nápoles y han viajado toda la noche en autobuses para participar primero en la canonización y después en la comida, según ha informado la oficina de prensa del Vaticano en un comunicado.
La actual superiora de las misioneras de la caridad, Mary Prema Pierick, llega a la ceremonia de canonización de Teresa de Calcuta en el Vaticano. Delante, la reina Sofia. EFE/EPA/FABIO FRUSTACI
El almuerzo es servido por unas 250 monjas de la congregación de Teresa de Calcula, así como 50 hermanos de la congregación masculina y algunos voluntarios.

Las pizzas, servidas en el atrio del Aula Pablo VI, son preparadas por una pizzería napolitana con su equipo de casi 20 personas y con el equipamiento móvil formado por 3 hornos. 


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Cuánta caridad junta, diohmmío! ¿Y mañana quién les dará la pizza a esos pobres o ya estarán saciados para la semana con el glamour de ser invitados por el evento odierno del Vaticano? ¿Quizás la santa limosna vendrá domani de otra mano caritativa y forrada de pasta para celebrar el santo del día llenando la boca de la injusticia que provoca la pobreza como lacra social, que al parecer era una de las fijaciones de Teresa de Calcuta? La pobreza, Madama Povertá, decía Francesco il poverello de verdad no de boquilla, que renunció como un bobo extremista a comer pizza calentita en casa, para irse a vivir con el pobreterío de Asís, que fue un campanazo de aúpa, sin caer en la cuenta de lo que escandaliza quedarse en bolas en mitad de la Plaza de la Catedral de su pueblo y decir a su padre que ya no se sentía  su hijo, sino hijo de Dios. Menudo loco, qué excéntrico, ¿verdad? No hay que exagerar, que luego no haces carrera, te pones a vivir con los miserables, a curar sus heridas y a trabajar y a pedir ayuda para ellos, y así nunca te queda tiempo para licenciarte en sagrada teología ni en derecho canónico, así no se llega a nada interesante que pueda cambiar las cosas, como por ejemplo a cardenal, a obispo, a papa o simplemente a canónigo. Así no hay manera de levantar cabeza en los elencos de la santa madre iglesia, te quedas en nada y más si ni s siquiera se te ocurre ordenarte presbítero, que no es el nombre de un grupo de insectos, sino el de un sacerdote como diosmanda. Es cierto que a Francisco le gustaba esa vida  aperreada de pobretón por ósmosis, pero es que eso tenía explicación, se trastornó un poco cuando fue a la guerra, cayó enfermo y se rayó muchísimo con el trauma, era demasiado sensible para esos trotes. Y claro a la Iglesia que estaba ya en decúbito prono, le vino de perlas su chifladura, que en vez de ir por lo cañero, como era noviolento y vegetariano natural, la renovación del truño eclesial le dio por lo suave y en vez de quemarlo en la hoguera por hereje y protestón, como acabó la mayoría de reivindicadores medievales y renacentistas del Evangelio, tal que los pobres cátaros, lo hicieron santo para demostrar que la Iglesia sí podía compatibilizar la guerra a saco con la humildad, la pobreza y la dulzura de carácter de la santidad y que lo cortés y compasivo no quita lo valiente, guerrero y lo que haga falta para llevarse el gato al agua.

No sé si es por la costumbre de limosnear chuleándose que tiene el catolicismo, pero es como si la caridad fuese entendida como una especie de "aquí te pillo y qué te limosneo y dáte por contento con la dádiva de lo que me sobra; más que saciar tu hambre lo que de verdad me interesa es lo bien que me siento cuando limosneo y ya  ni te cuento el gustazo que da contarlo en los periódicos del mundo mundial, que la cosa es así, ya Jesús lo decía, según parece "a los pobres los tendréis siempre con vosotros", cosa que no es nada extraño, no tanto porque haya gente que nunca puede  salir de pobre sin ayuda , sino que eso sucede precisamente porque hay mucha más gente que no está dispuesta a trabajar por erradicar la pobreza, ni a compartir su tiempo con la familia humana más olvidada por el poderío social, económico y político y ni a reducir gastos tontos y derrochadores, ni siquiera a dejar de escaquear impuestos para compartir sus bienes materiales y su cariño con sus hermanos, ni estados y gobiernos preocupados de  que haya justicia social. Por eso la Caridad bien entendida dicen los sabios eclesiales que empieza por uno mismo y luego, ya veremos lo que queda para los demás. 

Otra cosa es lo que diría Jesús viendo al sopetecientos sucesor de Simón el Galileo, el pescador cortito de entendederas, un poco bocazas y de genio demasiado brusco e irreflexivo, haciendo estos picnics caritativos desde su palacio y su Jefatura de Estado Pontificio, repartiendo pizza a troche y moche entre los hambrientos de la Roma del siglo XXI para celebrar la santidad de otra mujer que decidió asumir la pobreza como solución del dolor humano, aunque tampoco está muy claro si de verdad era lo que parecía o si no parecía lo que era. 

No sé qué diría Jesús, la verdad. Pero cuesta poco imaginarlo sabiendo como era él, lo libre que era su pensamiento respecto a estos dilemas y la lúcida y peligrosa ausencia de pelos en la lengua que tenía. Y lo curado de espantos que  deberá estar a estas alturas de la eternidad y teniendo en cuenta la historia del papado católico, apostólico y romano-imperial a través de los últimos 1750 años de mili que lleva la cosa del  sacro  imperio marcando tendencia en plan trending topping y camuflándose de todo para adaptarse a los avatares del poder de este mundo que tanto dice despreciar por sus maldades y hay que ver la resiliencia con que lo asume y lo bien que lleva este trajín, qué capacidad ecológica, qué adaptación al medio, qué pasada!! A Dios rogando y con el báculo dando. Por no hablar de cilicios, flagelos y penitencias alucinantes y espectaculares. 
Entre la espada y la cruz, siempre esa iglesia, hecha una templaria y metida hasta el cuello en el cenagal para bendecirlo todo, desde las armas y los ejércitos con sus capellanes y vicarios generales castrenses, hasta los dictadores más sanguinarios y sin perder comba, oye, qué naturaleza, qué resistencia, y qué manejo del potencial, martirizando a tutiplén y en vida a los más lúcidos, virtuosos, sabios y buenos y haciéndolos santos en cuanto petaban para apuntarse el tanto de su cooperación a tal estado de gracia, con la lógica natural de la teología militante: esos santos jamás habrían alcanzado las cumbres de su santificación sin una madre iglesia exigente, estricta y en plan thermomix, que los pusiese  a caldo. Ya que desde Constantino el martirio perdió muchísimo, vamos, que perdió todo el glamour, ya colocada la  jerarquía  eclesial con rango principesco en las alturas del Imperio con el título de Pontifex se habían perdido las posibilidades de santificarse express por el martirio, con el poderío que ese título concedía...

Así que para no perder las buenas costumbres la Iglesia, siempre tan sacrificada por sus hijos, una madre siempre es una madre, aunque lo disimule para no dar que hablar, pues hále, a sacrificarse por la prole y a conservar el don del martirio en plan íntimo, doméstico, casero...pellizco de monja fashion. Como cosa de familia, todo es por amor, claro que sí, por ejemplo, las cazas del hereje condenado a la hoguera eran una terapia estupenda que impedía que el hijo afectado se condenase, así que se confesaba y recibía el perdón por todos sus pecados heréticos y la liberación de recaer nunca más en tentación alguna; desde la hoguera su alma que la absolución y la catarsis de las llamas, habían dejado mano a mano como los chorros del oro, volaba al cielo, a veces, hasta sin pasar por el purgatorio, que después de Ratzinger resulta que ya no existe. Eso significa que el control de calidad del sistema y el derecho de admisión in the paradise, ha mejorado muchísimo. Ya no hay que purgar nada, sin trámites  se va directo al cielo o al infierno, aunque hay quien sospecha que la tierra es de verdad el infierno que hace innecesario el sadismo del purgatorio, y que la   encargada y recepcionista del local, mejor cualificada es precisamente la religión, cuanto más fanática, cruel y represora, más competente y mejor cancerbera. 

Por eso de vez en cuando le toca montar algún sarao caritativo y por simple autoinciensamiento se dedica a acoger una docena de refugiados bien limpitos y a ser posible, católicos, más que nada por delicadeza hacia los de otros credos y no violentarlos políticamente siendo salvados por el jefe de estado de una iglesia ajena que ha viajado expresamente para ver desde lejos c como van los campos de internamiento de prisioneros fugitivos de la hecatombe provocada precisamente por los colegas del gobierno mundial, que hay que mirarlo todo, no se vayan a molestar por la intromisión en asuntos tan mundanales de un Estado tan espiritual que no debe estar en los enredos frivolones de una guerra que no para.  O también montando el festival de la pizza sacrosanta para que ningún pobre de Roma que entre en el cupo de los 1500 seleccionados por la lotería de la limosna papal se queje de que la iglesia no atiende a los pobres con mimo y detalles de madre; eso sí, mañana seguirán pidiendo en las calles o en las puertas de las iglesias, -en la de San Pedro del Vaticano no, que es el palacio presidencial del Estado y la guardia suiza no deja, que hace muy feo-. 

Mientras tanto los teólogos estudian cómo traducir según los signos de los tiempos, y sin herir susceptibilidades, ese pasaje tan puritano y exagerado del evangelio en el que Jesús dice que cuando reces o ayunes para serenarte y limpiarte por dentro, te pongas guapa y sonrías y no des importancia externa ni te engrías por algo tan natural como tu relación personal con el espíritu y que cuando des limosna y hagas buenas obras procures que tu mano izquierda no se entere de lo que hace tu mano derecha. Es que hay que ver que radical era ese Jesús. Así no hay fieles que aguanten. Menos mal que para eso se fundó la Iglesia cuando el ya no estaba, para poner orden en su caótica forma de ver el mundo al revés, para enmendar la plana a sus exageraciones -a ver como se queda el cuerpo místico cuando va y dice que "en el reino de Dios los últimos serán los primeros y viceversa", ¡cómo se puede decir algo así y pretender salir vivo de un sínodo episcopal-fariseo como era el Sanedrín!-. ¿Cómo estaría el mundo si lo que dijo e hizo Jesús no hubiera sido corregido y revisado por esa madraza que es la iglesia, animada, protegida y promocionada por el Emperador  Constantino y toda la serie de emperadores que hasta consagraron y nominaron  al mismísimo Cristo como Pantocrator, o sea, como todopoderoso y jefazo de todos los imperios presentes y futuros? No lo quiero ni pensar!


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