viernes, 16 de septiembre de 2016

La asfixia de Sánchez



por Fernando López Agudín
 
16 Sep 2016 



Sostiene Rubalcaba, desde su flamante nuevo puesto en el consejo editorial de El Pais –su entrada ha coincidido con la salida simultánea del grupo Prisa de tres destacados periodistas – que se está creando un clima asfixiante en el PSOE. Ignoro si es así, no trato con los inquilinos de Ferraz, pero como observador, sí puedo afirmar, que a quien se está intentado asfixiar es a Pedro Sánchez. Desde los tiempos del gobierno de Juan Negrín, asfixiado por Besteiro, nunca se había vuelto a revivir en el socialismo español aquel ambiente que resumía el dicho, “si te das la vuelta, te la clavan”. Presentar al líder socialista como verdugo cuando es la víctima, es la penúltima secuencia de una conspiración que terminará en octubre con su derrota o su victoria.
El pretexto aducido contra Sánchez es que limita la libertad de expresión del líder extremeño Fernández Vara, deseoso de que el PSOE se abstenga a la hora de votar la investidura de Rajoy. No se debe olvidar que Vara fue militante del PP antes de hacerse socialista. Sin embargo, si se repasan todas las hemerotecas, videotecas o audiotecas de estos nueve últimos meses, se puede comprobar que por tierra, aire y mar no ha cesado de hablar contra la línea política aprobada por unanimidad en el comité federal del PSOE. Eso sí, sin dimitir de los órganos de dirección ni ser sancionado por Ferraz.
Llama la atención el momento elegido para denunciar la supuesta censura de Sánchez. Imposible ayudar más a un Rajoy muy acorralado por la corrupción generalizada del PP. De ese campo de minas –Soria, Barberá, Matas, Gürtel, Rato, tarjetas blacks– que enmarca la agenda de la Moncloa, le liberan estos  dirigentes que buscan que el Partido Socialista se abstenga a primeros de octubre, en la investidura del presidente en funciones. Nada más lógico, dado que sería casi imposible justificarla,  si continúan estallando escándalos corruptos en el Partido Popular.
Máxime cuando Sánchez insiste en su tentativa de lograr un gobierno que envíe al basurero de la historia a un partido que tiene como emblema un ave carroñera como la gaviota que se alimenta de la basura. No es puro azar que Susana Díaz arremeta contra Sánchez justo en la víspera de su reunión con Iglesias. Sobre todo, cuando sus compañeros Griñán y Chaves, con los que trabajó codo a codo, pueden verse condenados a años de prisión e inhabilitación si el tribunal ratifica la petición de la Fiscalía. Con un gobierno progresista, basado en un acuerdo entre el PSOE y Unidos Podemos, no sería posible ningún cambio de cromos penales entre PP y PSOE en el Tribunal Supremo.
Nadie se engaña salvo algunos ingenuos o voceros de Ferraz. La cuestión de la abstención es la clave política desde el 26 de junio. Tanto que ahora revienta en el PSOE. Porque cuando se habla de la libertad de expresión de Fernández Vara se está exigiendo que se convoque ya un comité federal, después de las elecciones vascas y gallegas, que aborde no un debate sobre la abstención sino sobre cómo abstenerse o, lo que es lo mismo, el precio de la abstención. Lo que se está cuestionando es la legitimidad de Sánchez para encaminar al PSOE hacia un gobierno progresista o unas terceras elecciones que el ibexsocialismo estima como extremadamente perjudiciales para ellos.
Hace unos días, una persona leal a Sánchez me preguntaba qué podría hacer el líder socialista para salir de la encerrona que le preparan en octubre. Le dije y lo mantengo, que sólo dándole la vuelta al ultimátum que le plantean cabe que pueda salir victorioso de este desafío. Seguir adelante en su objetivo progresista, pactando con Unidos Podemos, a ver si aquellos que hoy intentan asfixiarle, se atreverán mañana  a cumplir sus graves amenazas. Tienen mucho que perder si no asfixian ya a Pedro Sánchez, pero perderían mucho más, e incluso podrían perderlo todo, si en esta tentativa por asfixiar al secretario general acabaran asfixiando al PSOE.

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