miércoles, 28 de septiembre de 2016

Muy interesante este artículo

¿Periodismo posicionado? 

Los retos ante la llegada del activismo a los poderes públicos.
, periodista en Directa SCCL. @albertmartnez
26/09/16 · (Diagonal)
 
 
 
Los medios de comunicación surgidos a raíz de la ‘crítica a’ las grandes corporaciones mediáticas afrontan un momento crucial. El incremento del número de lectores, especialmente gracias a las redes sociales, los dota de una mayor incidencia y, a su vez, incrementa la carga de responsabilidad y compromiso social que deben asumir. No tendrían más que hacer periodismo en mayúsculas, aquello a lo que renunciaron medios como El País, buque insignia de la genuflexión de la prensa a la gran banca y a los intereses del Gobierno de turno. BBVA, Santander o La Caixa tomaron posesión hace años de su butaca en el consejo de administración de televisiones, radios y periódicos.

¿Y el periodismo en mayúsculas? Cada vez son más aquellos que han entendido que la propiedad de los medios de comunicación ha de estar en manos de los periodistas y es por ello que afloran las cooperativas y asociaciones que agrupan a profesionales de la información que, no solo escriben los temas, sino que en asamblea definen las líneas estratégicas y las portadas. El objetivo: hacer periodismo, que no puede ser otra cosa que periodismo de investigación, situando contra las cuerdas a los poderosos. Tal y como nos recordaba incansablemente el amigo y compañero ­Xavier Vinader, si no fuera así estaríamos ante publicidad o propaganda, replicando acríticamente los comunicados de los gabinetes de prensa de la instituciones.

Hasta hace un par de años ese propósito de fiscalización de los poderes públicos era aparentemente más sencillo, el enemigo del bien común estaba más claro. Con el desembarco en las instituciones de numerosos activistas procedentes de los movimientos sociales se impone una reflexión sobre la potencial autocensura. ¿Pondremos con la misma precisión la lupa en las contradicciones y limitaciones de las ­administraciones públicas en relación a las políticas de vivienda, trabajo, sanidad o educación cuando los gestores son excompañeros de viaje de la PAH o el 15M? Será todo un reto. ¿Caeremos en la tentación de incrementar nuestras vías de financiación a través de la publicidad institucional o las subvenciones? ¿Los representantes de la nueva política llamarán a nuestras redacciones para ‘indicarnos’ enfoques informativos? ¿Es tan ilegítima una presión desde la institución para que nos hagamos eco de una política pública redistributiva como otro tipo de presión para preservar un privilegio? Son preguntas, debates y conflictos que estarán sobre la mesa.

Pero no solo tenemos el reto de fiscalizar al Gobierno, tenemos también la obligación de hacer llegar a nuestros lectores todas las fuentes y elementos de contraste que aviven la capacidad de análisis y de crítica, de transformar el mundo. Se dice, y se puede confirmar la coincidencia temporal con datos, que la protesta en las calles se ha reducido de manera tajante desde la irrupción de Podemos. ¿Es demostrable la relación causa-efecto? Ese repliegue, de confirmarse, nos tendría que poner en alerta. Desde medios de comunicación como La Directa, o Diagonal, debemos trabajar para que eso que se refleja en las calles no se traslade a nuestras mentes. Tenemos, entre nuestros objetivos, la transformación social, mantener activa nuestra masa gris para pasar a la acción, para que nuestros lectores sean protagonistas y no meros observadores de la política hecha por otros.

Para ello necesitaremos de toda la inteligencia, porque enfrente de los recién llegados nuevos gestores de lo público se sitúan con desesperada voracidad los que aspiran a retomar el poder. Un escenario arriesgado y peligroso, pero a su vez apasionante y motivador para los profesionales del periodismo, que tendremos que hacer un esfuerzo para mostrar, desde la independencia, la complejidad y los matices. ¿Nuestra agenda informativa nos situará como periodismo de parte? ¿Es legítimo desde la propia definición de periodismo, situarse al lado de la parte más débil, más invisible? Creo que sí, siempre y cuando seamos honestos y veraces, explicitando las razones de nuestra agenda, de nuestros enfoques y fuentes.

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