jueves, 15 de septiembre de 2016

Me ha llegado esta invitación a la firma

Retirada del número 778 de la revista del CSIC Arbor

 

A/a del Presidente del CSIC, al director de la revista Arbor y la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC:

La revista “Arbor: ciencia, pensamiento y cultura” es una publicación periódica del CSIC referente a nivel nacional e internacional en el ámbito de las ciencias sociales y humanas. Es  una de las escasas revistas de este tipo que están indexadas en Web of Science (Thomson-ISI) y en SCOPUS lo cual implica, entre otras cosas, una revisión por pares para garantizar la calidad científica, la relevancia, la actualidad y originalidad de los artículos publicados. Se trata de una revista en la que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas muestra su universo intelectual, un vehículo de transferencia del conocimiento científico que producimos, un referente del nivel académico y de reflexión que tiene como institución pública de investigación. Por esta razón, es sorprendente e indignante que el número 778 de la revista Arbor, publicado en marzo-abril de 2016, y que lleva como título  “¿Hay mujeres más allá del feminismo? De la lucha por la igualdad al transhumanismo/posthumanismo” se haya usado como plataforma para propagar ciertos idearios anti-feministas, homófobos y transfóbicos que nada tienen que ver con la calidad científica, la relevancia social y el rigor conceptual.

Desde el título escogido hasta el contenido de sus artículos, es una auténtica ofensa para las personas que nos dedicamos a hacer ciencia en este país y pone en entredicho la trayectoria y la calidad científica de Arbor y del CSIC, además de constituir una provocación evidente para las feministas y un insulto para la ciudadanía que paga con sus impuestos las investigaciones, revistas y herramientas de divulgación de la ciencia pública. Se trata de un síntoma más del proceso de involución que estamos experimentando en lo tocante a los derechos de las mujeres, no sólo en el ámbito académico y no sólo en nuestro país.

Los artículos emplean una estrategia argumental sutil y eficaz que consiste en obviar todo su contenido historiográfico y vaciar de significado ciertos términos teóricos para lanzar mensajes opuestos a su contenido. En este caso se usan conceptos, reflexiones y cuestionamientos propios de la teoría feminista más radical, como es el caso de las teorías de la centralidad del cuidado y de la vida, para llegar a decir todo lo contrario y poner en cuestión la validez de las teorías y los movimientos feministas que se llevan desarrollando desde hace varios siglos. Así mismo se emplean alegatos revanchistas y términos como el de “ideología de género”, que en los últimos tiempos han venido siendo empleados por patriarcas, obispos, movimientos antiabortistas y legisladores, para la desconfiguración del mensaje feminista y su presentación ante la opinión pública bajo el paraguas de la “guerra de sexos”.

En este número monográfico sobre feminismo se ha invitado a colaborar a autoras escasamente acreditadas y que no cuentan con publicaciones previas en el ámbito de los estudios de género y feministas, cuando el propio Centro de CC Humanas y Sociales del CSIC cuenta con numerosas expertas de alto nivel que no han sido invitadas a publicar en este número. En los artículos no se duda en cuestionar la validez del trabajo científico de autoras feministas de reconocido prestigio, algunas de ellas trabajadoras del propio CSIC, ridiculizando su trabajo y sus aportaciones a favor de la igualdad de género.

Como argumento las colaboradoras de este número presentan la igualdad de género como algo ya superado y por tanto ubican al feminismo en el marco de lo inútil, del revanchismo contra los hombres o de las guerras ideológicas, cuando no como un ataque a la familia, a la vida o a las propias mujeres que se ubican “más allá del feminismo” o “más acá de los estudios de género” que se retratan como “víctimas” de la utopía feminista.

Arbor, revista del CSIC, ha invitado a publicar un contenido en el que se incide en la innecesaria acción de la Comisión Mujeres y Ciencia que forma parte del propio CSIC, considerando la “discriminación femenina”, los “techos de cristal” y la “tijera” (véase el uso artero del lenguaje) como un tópico reiterado “ad nauseam”. Una comisión que anualmente hace públicos los datos estadísticos que evidencian de manera contrastada las discriminaciones de género que siguen actualmente vigentes en el ámbito de la ciencia, como reflejo de la sociedad patriarcal. El propio director de la revista Arbor es vocal en esta comisión Mujeres y Ciencia que tanto se critica. Así también en el número de la revista se critica a la asociación AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas), respaldada por investigadoras del CSIC muy consolidadas, cuyo trabajo se trata de ridiculizar en base a los testimonios breves de cinco mujeres.

En los textos publicados se hace un ataque frontal a reivindicaciones, movimientos y luchas sociales que legítimamente se han venido realizando y que tanto han contribuido a la justicia social, como los movimientos LGTBQI, considerando las teorías deconstructivistas y queer como propuestas peligrosas y perniciosas para el orden social y, de paso, confundiendopersonalidad, identidad, género, orientación sexual y sexo, entre otras cosas.

Por tanto, se trata de una publicación que va en contra de uno de los 6 pilares del European Research Council (ERC) y del programa Horizonte 2020 relativos a la promoción de la igualdad de género en la investigación. Es una publicación que no ha podido pasar por los sistemas de evaluación por pares, que no cumple con los filtros de calidad científica a los que estamos sometidas las personas que nos dedicamos a la investigación incluyendo errores de citación, expresiones burdas y coloquiales y que carece de cualquier argumentación sólida dentro de los parámetros del feminismo, de la filosofía, de la antropología o cualquier rama de las ciencias sociales y humanas. Se trata de una publicación doctrinal, apologética, ideológica ya que para defender todas estas ideas no se realiza un análisis pormenorizado de las distintas teorías feministas para criticarlas, no se propone una argumentación basada en investigación de campo o en casos de estudio y tampoco se plantea un análisis teológico profundo del papel de las mujeres. Entre las referencias usadas en estos artículos están los papas de la iglesia católica, citados en calidad de expertos en feminismo o ecología, los documentos de la congregación para la doctrina de la fe y los escritos de Escrivá de Balaguer, en los que se esencializa a las mujeres y se restringe su aportación a la sociedad a su papel biológico como madres o como religiosas. Son textos de un marcado carácter anti-feminista, en cuanto identifican los logros de las universitarias e investigadoras como fruto de su propia naturaleza femenina y su esfuerzo personal, sin que nada se deba al movimiento sufragista, feminista o por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Hace tiempo que en ciencias sociales se parte de la base de que ni el lenguaje, ni por supuesto la investigación, son acciones neutras. En esta carta no tratamos de pedir una censura a personas de determinadas creencias o filiaciones políticas, ya que vivimos en un contexto en el que impera la libertad de expresión. Lo que defendemos es que no se permita la publicación de textos ofensivos que transmiten una ideología anti-feminista, homófoba y transfóbica empleando para ello un medio sostenido con fondos públicos para la divulgación y la transferencia de conocimiento científico. Por lo tanto pedimos la retirada del número monográfico de Arbor que nunca debería haber auspiciado una institución como el CSIC, ya que sus autoras disponen de otros medios y foros más adecuados para la publicación de este tipo de textos. Además, nos gustaría conocer las medidas que va a adoptar la dirección de la revista Arbor, la comisión Mujeres y Ciencia del CSIC y la presidencia del CSIC para evitar que vuelvan a fallar todos los sistemas que garantizan la calidad científica y que se vuelvan a publicar este tipo de escritos anti-feministas. Además les invitamos a que contesten a las siguientes preguntas:

-          ¿Cómo está funcionando el sistema de revisión por pares de la revista?

-          ¿Por qué el CSIC permite que se critique de manera deliberada y no argumentada a sus propias científicas, echando por tierra carreras de investigación de contrastada solvencia?

-          ¿Por qué la revista Arbor del CSIC critica a las propias científicas del CSIC, a la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC de la cual es vocal el propio director de la revista?

-          ¿Por qué se ha invitado a publicar a académicas que no están suficientemente acreditadas en el ámbito de los estudios de género, cuando el CSIC y las universidades españolas cuentan con científicas del más alto nivel? ¿Por qué se dedica un número a este tipo de doctrinas, que carecen de todo rigor científico y filosófico, destinando herramientas y recursos públicos?

-           ¿Por qué justo ahora se permite este insulto y esta provocación a las científicas, a las profesionales, a las mujeres, a las personas LGTBQI? ¿Cómo debemos de interpretar que la publicación de opiniones tan insultantes hacia la mayoría de la población no haya hecho saltar las alarmas y no produzca ningún tipo de rubor?

A no ser que se puedan dar respuestas claras a estas preguntas la conclusión más obvia a la que conduce la lectura de este número es que esta es una muestra más de cómo los sectores más reaccionarios de la sociedad, especialmente las alas más conservadoras del Opus Dei, están copando ámbitos de decisión política y científica y, en este caso, empleando instituciones, revistas y recursos públicos para transmitir su mensaje antifeminista y homófobo contraviniendo todos los principios de investigación científica, insultando y provocando a la comunidad LGTBIQ, a las científicas, a las feministas y a la ciudadanía en general.

Por favor, firma si estás de acuerdo con esta carta. Difúndela y házsela llegar al Presidente del CSIC, al director de la revista Arbor y a la Comisión Mujeres y Ciencia.
presidencia@csic.es; arbor@csic.es; av.carrascosa@csic.es
Esta petición será entregada a:
  • Presidencia del CSIC
  • Director de la revista Arbor
  • Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC  

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Comentario de este blog:

Normalmente firmo muchas propuestas y peticiones colectivas en el terreno del bien común sin darles demasiadas vueltas, pero en este caso me lo estoy pensando por algunas razones que me parecen lógicas y justas.

a) No he podido leer aún ese número de la revista Arbor. Y ante una polémica de este tipo no cuadra con mi sentido ético apoyar o desechar una idea cuyo contenido completo desconozco, solo por el hecho de que personas, seguramente muy cualificadas, quieran hacer desaparecer el número de esa revista porque a su juicio no es aceptable el contenido de la misma. 

b) No soy partidaria de las censuras de nada precisamente porque nací y viví mi juventud en el franquismo, y padecí, hasta que murió la dictadura, el veto constante a toda manifestación de libertad de pensamiento y de expresión y sé por experiencia que la censura de las ideas es nefasta e inútil, además de retrógrada e inquisitorial. Empobrecedora y fomentadora de la miseria intelectual y moral. Y nada práctica, porque en vez de lograr la uniformidad de criterios que pretende, consigue lo contrario: el enconamiento de posturas y opiniones en vez del debate y la escucha mutua;con ello salen perdiendo la lucidez y la capacidad de entendernos y mejorarnos mutuamente, entre todas y todos. 

c) Convertir el feminismo y la paridad en un dogma "sagrado", lo mismo que si lo hiciésemos con los DDHH, la dignidad, el amor o la libertad, sería un contrasentido y paradójicamente un modo muy poco femenino de entender las cosas, sino más bien una forma machista e impositiva de funcionar. El mundo femenino no es afecto a la prohibición, precisamente porque las mujeres durante milenios hemos sido las víctimas absolutas de esa estúpida atrocidad. 
Sucede lo mismo con la imposición forzosa de las lenguas. El lenguaje para que se aprenda y se practique necesita la libertad, el afecto y el cariño. Por eso es cada vez más frecuente que los idiomas se empiecen a aprender en las guarderías y parvularios con toda naturalidad, jugando y aprendiendo sin imponer ni forzar ni castigar. Eso es el modo femenino y afable de vivir y de educar; femenino no significa solo "género", hay mujeres nada femeninas y hombres de sensibilidad mucho más femenina que muchas mujeres. Somos mucho más que una clasificación y unos rigores normativos. 

d) Como no soy partidaria de criticar sin construir y creo en la terapia social de la dialógica, me parece mucho mejor fomentar el conocimiento  objetivo  del asunto, con una invitación y unas propuestas concretas para el diálogo antes, que suprimir algo con un acto de poder y fuerza fáctica, desde "arriba", sería crear un espacio en los medios, para impulsar un debate público al respecto, en el que el feminismo explique en la base -de "abajo", valga la redundancia-, los fallos que  ha encontrado en esa publicación, haciendo posible que también se lean los textos considerados ofensivos y malintencionados, sin que nadie piense en nuestro lugar. 
Estoy segura de que algo así aportaría mucho más a la sociedad que una prohibición de la que nos llega solo la ira y el enfado de unos cuantos y cuantas sin que tengamos los datos objetivos porque no hemos podido tener acceso al "habeas corpus". Y comulgar con ruedas de molino no es precisamente una herramienta para alcanzar la madurez social y política que nos falta.

Tal vez sería mucho más práctico que se colgasen en la red los textos que se desea censurar y se hagan comentarios sobre ellos, donde además de los científicos/as desde ambas posturas, pueda opinar, preguntar y responder, la ciudadanía. Creo que de ese modo se evitaría una guerra de intereses ideológicos para defender precisamente a las mujeres, que no desean guerra ni enfrentamientos, sino acuerdos, respeto y fluidez en las relaciones interpersonales y sociales en general. 

No veo acertada esa petición de firmas en tales tesituras confusas y no la  firmaré. Los medios y los fines deben tener, a mi juicio, la misma sustancia ética. No es femenino un mundo que amenaza, presiona, reprime, veta, censura o castiga lo que no se atreve a intentar comprender, aunque sea lo que no le gusta ni le merece la pena.

No ha sido en vano que en España no haya habido nunca reforma protestante ni Ilustración, ni revolución social seria y asamblearia,  ni constitución decente que haya superado el año de vigencia práctica y real. Nuestras democracia, libertad e  igualdad, como nuestro republicanismo, son aun infatuadas ilusiones románticas. Nos queda muchísimo por aprender y experimentar juntas y no enfrentadas ni manipuladas, seguramente con la mejor intención, no lo dudo. Desde la guardería a la universidad.





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