El PP de Valencia va camino de ser declarado por los
tribunales una especie de organización mafiosa que cobraba a cambio de
protección y contratas públicas mientras se repartían la pasta
contándola, billete a billete, en coches aparcados en callejones oscuros
o en fiestas con vinos caros y volquetes de putas.
En
la mejor tradición de los Corleone o los Soprano, disponía de una
rígida estructura jerárquica que servía para organizar la maquina
recaudatoria, blanquear las ganancias o resolver la disputas sobre
reparto de dinero y territorios que pudieran surgir entre los diferentes
capos antes de que Marcos Benavent se fuera de la lengua, a Carlos
Fabra le volviese a tocar la lotería o la sangre llegase al río o a los
pliegos de condiciones de los contratos de la administración
valenciana.
La relación con la dirección nacional parecía ser de lo
más sencilla: Valencia entregaba puntualmente la pasta que le
correspondía para financiar al partido y sus campañas, atendía como se
merecía a los contratistas vip, llenaba cuando tocaba la plaza de toros
y, a cambio, Génova no hacía preguntas.
Como en la
Cosa Nostra el mando se revela estrictamente piramidal. Los pequeños
“caporégime” dirigen y rinden cuentas ante sus “sottocapos” y éstos ante
algún capo mientras todos se quejan de lo mucho que les roban todos los
demás. La órdenes van de arriba a abajo y el dinero va de abajo a
arriba. Siempre hay un padrino o una madrina que tiene la última
palabra.
Rita Barberá acaba de iniciar un camino
judicial donde no se la imputa por blanquear 1000 euros, como proclaman
algunos de sus defensores mientras la comparan con los cientos de
millones robados con los ERE. Se la imputa por formar parte y ser cabeza
de semejante organización. No pasaba por allí y los malos le pidieron
un favor al que no podía negarse. De acuerdo con los testimonios en sede
judicial y los informes policiales se parecía más a una autentica
madrina que a una simple mulera de dinero negro. La Justicia dirá.
No se puede describir mejor la figura de Barberá y su significado en el pp y fuera de él. Gracias, Losada. En Valencia ya no se distingue entre el gangsterismo Rita Caloret fashion y el cambio climático.
Es cierto, también, que al menos aquí hubo y hay una respuesta ciudadana que permitió el año pasado el cambio de rumbo y de moral pública autonómica y municipal. También es verdad que ha costado un imperio que una parte importante de la ciudadanía se despertase, aunque aun queda otra parte considerable que comparte miseria y falta de ética con la cúpula ppodrida, bien porque pertenecen a la misma escuela mafiosa o bien por pura ignorancia y analfabetismo, político y social.
En Valencia se han batido todos lo records estatales imaginables de la corrupción y del lumpen mafioso de las Españas. A Valencia le va a costar lo suyo rehabilitarse y sacar brillo a su viejo título de capital decente republicana. Es muy difícil sentirse orgullosos de un territorio sometido a un personal deplorable, capaz de soportar y de seguir votando durante casi un cuarto de siglo monstruosidades como las de una banda de delincuentes aposentados en los gobiernos autonómico y municipales, que han utilizado todos los medios más vergonzantes, miserables y criminales para seguir aferrados a los sillones, aforamientos y prebendas que les facilitan aún el lucro más perverso que hemos conocido. Valencia ha sido el emblema vanguardista del plan ppero y Rita Barberone junto a Carlo Fabrini,la madrina y el padrino. Desalmados gemelos.
A Valencia la ha salvado del abismo el valor de una concejala de IU, destinada en la diputación bajo las zarpas, las amenazas, el mobbing,las presiones y ataques directos e indirectos de Rus y el pp. Sin el trabajo discreto, paciente, constante, valiente, generoso, responsable y honesto de IU y, en concreto, de Rosa Pérez Garijo y sus compañeros de investigación, tanto Barberone como Russini estarían todavía gobernando todo el montaje económico y político de la Calle Quart y del clan genovés, donde el sottocapo Mariano y su delegado técnico Bárcenas iban repartiendo sobres y laureles a diestro y siniestro, -dos conceptos derecha siniestra, ya demostradamente inseparables en la luctuosa historia de España-.
Es absolutamente necesario para la regeneración democrática y ética del Estado en general y de la sociedad en particular, que se empiece a contar en la prensa y con grandes titulares la hazaña de quienes han conseguido derrocar la indecencia, para que el enjuague y la desvergüenza dejen de ser los protagonistas sempiternos de todos los titulares y primeras páginas. Quienes han conseguido que sea posible la operación Taula, merecen un monográfico de Jordi Evole, las editoriales de los periódicos y que sus actores sen invitados a entrevistas personalizadas, donde puedan explicar todo lo que encontraron, como lo gestionaron y de qué modo y con qué herramientas lo han hecho. Sería el mejor modo de que los españoles recuperasen la esperanza, el sentido, el valor, la certidumbre de que la honestidad, como el futuro, no nos la dan hecha. Hay que crearla cada día para que sea posible y que si hay gente que lo consigue en las peores condiciones, se puede ser honestos y competentes, creadores de riqueza y morales. Algo que Valencia en este año que llevamos de normalización, sí está consiguiendo, a pesar de los daños colaterales y las heridas purulentas que el pp ha dejado a su paso por el cuerpo social de la Comunidad.
La podredumbre política es más peligrosa aún por las secuelas e improntas con que va destruyendo el alma colectiva que por los dineros que roba. El dinero es una urgencia puntual que puede remediarse con la aplicación de la ley y la justicia y con un cambio de gobierno, pero el mal que se ha ido inoculando, la 'desconciencia' absoluta, la hipocresía obscena y esquizo que oculta en oropeles, devociones y rituales "populares" y "tradicionales", la degeneración, pudrimiento y aniquilación de la conciencia privada y social, es mucho más destructivo y cívicamente letal que una escasez de recursos, que con la misma inteligencia colectiva orientada hacia la ética, acaba por solucionarse mucho antes que la ruina psico-emocional y moral.
Nuestra sociedad también es pesimista, negativa e inoperante porque está más orientada a recrearse en la enfermedad y en el relato morboso de las víctimas sobre la maldad de los virus, que en potenciar la salud y las soluciones eficaces. Cuando se ha encontrado la vacuna y el remedio lo más inteligente y necesario es darlos a conocer y que sus descubridores nos expliquen directamente como se aplica y como mantener la higiene para evitar el contagio y como fortalecer las defensas para no ser víctimas del mal acosador. Y al mismo tiempo se hace una pedagogía de la esperanza, de la certeza en que todo tiene arreglo si no nos resignamos de antemano pensando en que no se puede hacer nada si no se tiene el poder desde una cúpula, olvidando que las cúpulas no se sostienen sin base, y que la base puede funcionar por sí misma sin cúpula, simplemente con un sencillo tejado levantado por ella misma a su medida y no al servicio miserable de intereses cupulistas con aspiraciones de hegemonía y mayoritismo absoluto para dominar y terminar siendo devorados por la corrupción endémica que genera la sacralización interesada de las ideologías de aparato y de poder ética y moralmente insolvente, que a su vez degenera per se en todo entramado oligócrata disfrazado de falsa democracia.
Véase, para más inri, el actual estado del Psoe.
Lo mejor para evitar esa descomposición es la horizontalidad participativa y directa de la ciudadanía.De momento y de cara la institucionalidad, ya contamos con Mareas, movimientos potentes municipalistas y autonómicos en Común, cierta zona incómoda de Podemos, una gran parte de izquierda real en el Psoe, Compromís y IU/UP y con partidos territoriales como la CUP o los vascos cántabros, astures y gallegos. Hay suficiente espacio político para la regeneración del Estado, solo falta coordinarse y dejar atrás el viejo modo de enmarañar y enredar presiones solo para prevalecer a la cabeza de algo ya sin fuste ni función, creyendo que eso es política, porque durante años de ceguera y espejismos, y de inmadurez político-social, lo fue. Al Ppleistoceno ya se le ha pasado el arroz. Se ha socarrado definitivamente, aunque trate de maquillar el torrefacto en el crematorio de su basurero y colocando ambientadores mediáticos que han degenerado también de tanto abusar de ellos.
Ahora se trata de decidir si el entierro es ahora o dentro de unos meses. Si es ahora evitaremos el duelo. Si esperamos meses, a lo mejor el entierro se generaliza y también es el de la democracia, las libertades y los derechos.
La podredumbre política es más peligrosa aún por las secuelas e improntas con que va destruyendo el alma colectiva que por los dineros que roba. El dinero es una urgencia puntual que puede remediarse con la aplicación de la ley y la justicia y con un cambio de gobierno, pero el mal que se ha ido inoculando, la 'desconciencia' absoluta, la hipocresía obscena y esquizo que oculta en oropeles, devociones y rituales "populares" y "tradicionales", la degeneración, pudrimiento y aniquilación de la conciencia privada y social, es mucho más destructivo y cívicamente letal que una escasez de recursos, que con la misma inteligencia colectiva orientada hacia la ética, acaba por solucionarse mucho antes que la ruina psico-emocional y moral.
Nuestra sociedad también es pesimista, negativa e inoperante porque está más orientada a recrearse en la enfermedad y en el relato morboso de las víctimas sobre la maldad de los virus, que en potenciar la salud y las soluciones eficaces. Cuando se ha encontrado la vacuna y el remedio lo más inteligente y necesario es darlos a conocer y que sus descubridores nos expliquen directamente como se aplica y como mantener la higiene para evitar el contagio y como fortalecer las defensas para no ser víctimas del mal acosador. Y al mismo tiempo se hace una pedagogía de la esperanza, de la certeza en que todo tiene arreglo si no nos resignamos de antemano pensando en que no se puede hacer nada si no se tiene el poder desde una cúpula, olvidando que las cúpulas no se sostienen sin base, y que la base puede funcionar por sí misma sin cúpula, simplemente con un sencillo tejado levantado por ella misma a su medida y no al servicio miserable de intereses cupulistas con aspiraciones de hegemonía y mayoritismo absoluto para dominar y terminar siendo devorados por la corrupción endémica que genera la sacralización interesada de las ideologías de aparato y de poder ética y moralmente insolvente, que a su vez degenera per se en todo entramado oligócrata disfrazado de falsa democracia.
Véase, para más inri, el actual estado del Psoe.
Lo mejor para evitar esa descomposición es la horizontalidad participativa y directa de la ciudadanía.De momento y de cara la institucionalidad, ya contamos con Mareas, movimientos potentes municipalistas y autonómicos en Común, cierta zona incómoda de Podemos, una gran parte de izquierda real en el Psoe, Compromís y IU/UP y con partidos territoriales como la CUP o los vascos cántabros, astures y gallegos. Hay suficiente espacio político para la regeneración del Estado, solo falta coordinarse y dejar atrás el viejo modo de enmarañar y enredar presiones solo para prevalecer a la cabeza de algo ya sin fuste ni función, creyendo que eso es política, porque durante años de ceguera y espejismos, y de inmadurez político-social, lo fue. Al Ppleistoceno ya se le ha pasado el arroz. Se ha socarrado definitivamente, aunque trate de maquillar el torrefacto en el crematorio de su basurero y colocando ambientadores mediáticos que han degenerado también de tanto abusar de ellos.
Ahora se trata de decidir si el entierro es ahora o dentro de unos meses. Si es ahora evitaremos el duelo. Si esperamos meses, a lo mejor el entierro se generaliza y también es el de la democracia, las libertades y los derechos.
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