sábado, 28 de marzo de 2015

Un mensaje cristalino

 

28 mar 2015

por Jorge Bezares



Durante los últimos tres años y medio, la principal política que ha implementado el Gobierno del PP en el Campo de Gibraltar –por no decir la única- ha sido el hostigamiento sistemático de Gibraltar.
De lo poco que el Ejecutivo de Rajoy ha hecho en esta zona, la reedición de las políticas fracasadas que protagonizó el franquismo en la década de los sesenta del siglo pasado contra el Peñón, que desembocaron en el cierre de la Verja en 1969, es sin duda lo más relevante.
Las largas colas en la frontera -con la excusa de controlar actividades ilícitas como el contrabando de tabaco- que han perturbado la vida de gibraltareños y campogibraltareños durante la presente legislatura, son la marca PP en esta comarca gaditana.
Patrocinado por la Mesa del Tabaco, que ha pagado la factura de la necesaria propaganda que ha justificado la vulneración sistemática del libre tráfico de personas y mercancías que sostiene a la UE –los reportajes sesgados, faltos de un mínimo rigor y no contrastados han sido continuos en los medios españoles-, el Gobierno fió el avance en la zona del partido que lo sustenta a este acto de patrioterismo.
Después de cosechar sufrimiento ciudadano y perjudicar al comercio a ambos lados de la frontera, que es para lo único que han servido estas políticas, el resultado de las elecciones andaluzas supone una mensaje muy claro para el Gobierno de Mariano Rajoy y José Manuel García-Margallo: el PP ha perdido estrepitosamente los pasados comicios en los siete municipios del Campo de Gibraltar, incluido el bastión algecireño, que ha sido el más pertinaz en sus desbarres contra Gibraltar, cuando en los de 2012 ganó en cuatro de las localidades de forma contundente –el PSOE solo le superó en San Roque, Jimena y Castellar-.
Es la constatación, en definitiva, de un fracaso estrepitoso, que, de prologarse, no hará sino perjudicar las expectativas electorales del propio PP en las elecciones locales en los siete municipios campogibraltareños. ¿Van a tener que montar los dirigentes populares contrarios a este disparate un motín a bordo para poner fin este suicido electoral?
Es verdad que existe el contrabando de tabaco, pero no se puede combatir matando moscas a cañonazos, sin discriminar entre contrabandistas y ciudadanos honrados de ambos lados de la frontera, sometiéndolos a todos a unas colas inhumanas para exhibir fortaleza ante los más débiles, para justificar políticas trasnochadas.
Existe corrupción –España está entre los países más corruptos de la UE-, pero a nadie se le ocurriría someter a todos los españoles a medidas coercitivas diarias para atajar esta lacra, que, por desgracia, también forma parte de la marca España.
Y ya puestos, la campaña que necesita de verdad esta comarca gaditana, que tiene una de las tasas de cáncer más altas de España, es una que ayude a la ciudadanía a dejar de fumar, ya sea tabaco de contrabando o de estanco. Y, dándole una vuelta de tuerca más, podrían estudiar con más profundidad cómo incide la contaminación de las grandes industrias en el espeluznante mapa oncológico de la zona.
Este mensaje cristalino de las urnas también necesita que la Junta de Andalucía, que estará de nuevo en manos socialistas, haga acuse de recibo en sus justos términos. Aunque no ha apoyado totalmente esta policía de hostigamiento disfrazada de política de Estado, el nuevo Gobierno andaluz puede y debe hacer mucho más para poner fin a esta situación miope e impostada de defensa de la integridad territorial de España, que solo ha servido para retrasar el tiempo nuevo que puede llegar de la mano del diálogo, la cooperación y la concordia entre gibraltareños y campogibraltareños.
No es de recibo que Gibraltar haya abierto una posible puerta a la cooperación con el País Vasco tras la visita al Peñón del portavoz del Grupo Vasco en el Congreso, Aitor Esteban, que solo vino a conocer la realidad gibraltareña –y por ello ha sido duramente reprendido por el PP-, y Andalucía esté contemporizando ante proyectos que pueden ayudar a que, de una vez por todas, se combata más decididamente el paro, que en el Campo de Gibraltar alcanza el 40% y está por encima de la media andaluza y regional.
Todo para que el paro se convierta en la prioridad absoluta de las administraciones públicas en la zona, y también para dimensionar, a través del diálogo y la colaboración, la lucha contra el contrabando de tabaco. Pero alejándolo del patrioterismo trasnochado que solo ha traído dolor y más retraso económico, a cambio de aprehensiones en la frontera que un contenedor o dos en el puerto de Algeciras convertiría en ridículas. Que pongan los contenedores en cola y verán donde está la trampa y el cartón, de tabaco, por supuesto.

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