Con este escrito quiero explicar los motivos que me conducen a dimitir del Consejo Ciudadano (CC) de Podemos Sabadell.
Ingresé en Podemos en
septiembre del año pasado. Mis motivos fueron dobles. Por un lado,
después de ejercer el periodismo político local durante más de 20 años,
pensé que había llegado el momento de actuar dada la profundidad de la
emergencia social que sufre la ciudad y la gravedad de la corrupción del
caso Mercurio. Por otro lado, Podemos era una página en blanco para
construir una organización nueva, radicalmente democrática, alejada del
funcionamiento burocrático y jerárquico de los partidos tradicionales.
En el curso de estos meses estas ilusiones se han ido disipando.
El Consejo Ciudadano
Los primeros motivos de mi renuncia son
de orden interno derivados de la falta democracia interna. La compleja
situación política de la ciudad -determinada por el cambio de ciclo tras
la era Bustos y la difícil tarea de construir una organización de nuevo
cuño- requería un equipo con experiencia política, flexibilidad
organizativa y capacidad de síntesis. En cambio se eligió como
secretario general a Ramon Vidal, sin experiencia política, un gran
desconocimiento de la ciudad y con una tendencia a suplir estas
carencias con opacidad, autoritarismo y métodos burocráticos que no
tienen nada que envidiar a los partidos de la “casta”.
Este equipo nucleado en torno al
secretario general -cuyo único objetivo parece ser acceder a un cargo
público- se ha apoderado de una sigla que ha concitado las ilusiones de
mucha gente. Esto ha provocado que muchas personas de buena voluntad se
hayan apartado de Podemos y que nuestras asambleas sean cada vez más
reducidas. Hasta que no se produzca una regeneración de la dirección
local de Podemos será imposible que sea un instrumento para combatir la
situación de emergencia social que padece la ciudad y afrontar la
regeneración democrática. Por el contrario, puede convertirse en un
obstáculo al introducir confusión y falsas esperanzas entre la
ciudadanía.
Agrupación de Electores
Las otras razones que me conducen a
presentar mi dimisión pivotan en la errática manera cómo se han
planteado la participación en las municipales.
Primero se apostó por ir en solitario
como Agrupación de Electores, pero sin informarse en los órganos de
dirección estatal sobre las condiciones concretas de esta fórmula. Se
presupuso que podríamos presentarnos con una denominación y un logotipo
que nos identificaría como Podemos. Un espejismo que alimentó muchas
ambiciones. No obstante, en la Asamblea 24 de enero en Can Deu nos
comprometimos a preguntar, en consulta telemática, a nuestros inscritos
sobre las cuatro opciones sobre la mesa: no ir a las elecciones, hacerlo
como Agrupación de Electores, o bien en confluencia con ICV-EUiA o con la Crida per Sabadell,
con quienes habíamos mantenido contactos. Aunque, por mayoría, la
recomendación del CC fue concurrir como Agrupación de Electores.
Tras una consulta telefónica del
Secretario General con la dirección estatal, cuyos términos aun están
por aclarar, se aseguró que sólo nos autorizaban a realizar una única
pregunta sobre la Agrupación de Electores. Este flagrante incumplimiento
de nuestros compromisos públicos y la sumisión a los supuestos dictados
de Madrid, motivó por mi parte un enérgico escrito de protesta en el
Facebook de Podemos Sabadell.
A principios de febrero se realizó la
consulta con esa única pregunta con una baja participación del 17,39 por
ciento de los 1.288 inscritos, la mitad de los que habían votado en las
elecciones internas de diciembre. De ellos una amplia mayoría (86,55
por ciento) se pronunció por la Agrupación de Electores.
Opciones de confluencia
El 21 de febrero se celebró en Cal
Balsach una tormentosa Asamblea donde la mayoría de los participantes se
pronunciaron contra la Agrupación de Electores. Entonces se conocieron
las condiciones de reales de participación en las municipales donde
Podemos no se presenta como tal. Es decir, se había realizado una
votación sin los elementos de juicio imprescindibles para pronunciarse
con conocimiento de causa.
El CC decidió rectificar y explorar in extremis
la confluencia. Se planteó una reunión absurda con las dos polaridades
políticas y las dos plataformas ciudadanas, cuando se sabía que esa
confluencia era imposible y que debíamos optar por una de ellas. Por
ello propuse realizar dos reuniones separadas que fue rechazada. Como
era previsible Crida de Sabadell y Procés Constituent se desmarcaron e ICV-EUiA y Sabadell Guanyarà, que ahora también se ha descolgado del proceso, se apuntaron a esta operación.
La confluencia con ICV-EUiA presenta
muchos inconvenientes. La coalición se rompió en dos grupos municipales
al inicio del mandato. Más tarde ICV se fracturó tras la renuncia de
Carme García y el regidor Carles Marles emigró al grupo mixto. Ahora
asistimos a una dura batalla interna en EUiA. La regidora Marisol
Martínez se negó a aceptar el resultado de las primarias e impulsa una
candidatura fantasma que intenta suplantar el espíritu de la lista
barcelonesa liderada por Ada Colau y cuyo único objetivo es mantener el
acta de regidora. Podría afirmarse que este es el precio a pagar por la
renovación y regeneración de ambas formaciones, pero también
interpretarse como un signo del declive de una coalición que necesita
desesperadamente de Podemos para salvar los muebles electorales. En
cualquier caso, esta renovación puede peligrar si comparten candidatura y
proyecto político con un grupo de arribistas que, sin duda, les
ocasionarán graves problemas en el próximo mandato.
La otra opción de confluencia era la
representada por la Crida. Una alternativa rupturista y asamblearia, que
recoge el trabajo de oposición realizado desde 1999 por Entesa per Sabadell.
Además, su composición sociológica resulta complementaria con la de
Podemos. Mientras la Crida está formada por jóvenes, de las zonas
céntricas de la ciudad, Podemos lo está por personas de edad madura y de
los barrios periféricos. Quizás el principal obstáculo radicaba en que
la Crida está vinculada a la izquierda independentista y Podemos no es
independentista. Un escollo que podía haberse sorteado con un acuerdo
sobre el derecho a la autodeterminación. En cualquier caso, esta opción,
donde hubiera participado Procés Constituent, no llegó a explorarse.
Oportunidad perdida
Siempre he defendido una amplia candidatura de las fuerzas a la izquierda del PSC
para que la ciudadanía visualice una alternativa política y para que el
nuevo ciclo estuviese dirigido desde la izquierda. Sin embargo, no se
dan las condiciones mínimas para ello. A dos meses de las municipales no
hay tiempo para preparar una operación de confluencia con las mínimas
garantías políticas, más allá del reparto de los puestos de la lista y
unas esquemáticas propuestas programáticas. Se trata, pues, de un
acuerdo entre las cúpulas locales de estas formaciones, por mucho que se
quiera vestir de candidatura ciudadana, como han criticado Procés
Constituent y Sabadell Guanyarà.
Abandono la dirección local de Podemos
con amargura y decepción ante una oportunidad perdida. Por último, hago
público este escrito antes que se proceda al reparto de los puestos en
la lista conjunta, para que no se diga que me voy porque no se me ha
concedido la silla que para muchos es el principal objetivo de la
actividad política. Y regreso a mi actividad como analista político que
había puesto entre paréntesis, durante mi corta militancia en Podemos.
Sobre Antonio Santamaria
Soy periodista y escritor. Nacido en Melilla (1959), resido
en Sabadell desde 1966. Redactor del 'Diari de Sabadell', colaboro en
diversas revistas culturales como 'El Viejo Topo', 'Cuadernos de
Alzate', 'Temas para el Debate' o 'Transeuropéenes'. También he
publicado varios libros sobre nacionalismo e identidad como 'Foro Babel,
el nacionalisme i les llengües a Catalunya', 'Los nacionalismos, de los
orígenes a la globalización', 'Pi i Margall. Federalismo y República' y
el reciente 'Els orígens de Convergència Democràtica de Catalunya'.
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