jueves, 19 de marzo de 2015

¿Se puede salir del euro? ¿qué pasaría después?

por Juan Torres López

19 mar 2015



Desde que Syriza ganó las elecciones se han multiplicado las amenazas contra Grecia, sobre todo por parte de Alemania, y la que siempre se presenta como la peor es obligarle a salir del euro. Incluso se ha acuñado una palabra, Grexit, para referirse a ello.
La mayoría de los medios de comunicación y los políticos y economistas apegados al poder asocian ese “castigo” con los males más terroríficos, pero lo curioso es que nunca responden a dos preguntas esenciales: ¿Puede salir un país del euro? y, en caso afirmativo, ¿qué pasa cuando un país abandona una unión monetaria como la europea?
¿Se puede salir del euro?
Aunque cueste trabajo creerlo, en ningún lugar está escrito cuál sería el procedimiento que habría que seguir para que un país saliera del euro, bien por propia voluntad, bien porque fuera expulsado. Legalmente, no hay posibilidad de salirse de la moneda única europea. Los Tratados contemplan la posibilidad (mediante procedimientos lentos y engorrosos) de abandonar la Unión Europea pero en ningún caso se menciona que un país pueda salirse del euro.
Es algo verdaderamente sorprendente y que quizá demuestra mejor que ninguna otra cosa que el euro es una verdadera trampa. ¿De qué otra manera se puede denominar a algo en donde se puede entrar pero de donde no hay manera de salir?
Por tanto, si Alemana se plantea de verdad que Grecia deje el euro o sencillamente expulsarla, debería explicar por medio de qué procedimiento ocurriría eso.
No tengo la menor duda de que si a Alemania le interesara que Grecia o cualquier otro país saliera del euro impondría esa decisión de la manera que fuese. Pero lo cierto es que al día de hoy no hay protocolo legal previsto para ello y la pregunta que uno se hace entonces es evidente. ¿Cómo puede ser que una país tan previsor y que defiende tan bien sus intereses como Alemania permitiera que no se contemplase en los Tratados europeos la posibilidad de que un país salga del euro o de que se le pueda hacer salir, sobre todo si, como dicen que pasa ahora con Grecia, su comportamiento atenta contra Europa y su moneda? ¿No será que lo que buscaba Alemania era que nadie saliese motu propio o sin grave conflicto, encadenando a los demás países a una moneda bajo su completo dominio?
Estaría bien que Alemania explique al resto de sus socios cómo haría salir a Grecia del euro, haciendo de su capa un sayo, por qué no introdujo procedimientos de salida en su momento y por qué no propone ya que se apruebe un protocolo para el caso, si es que de verdad piensa hacer que Grecia salga del euro.
En cualquier caso, el  economista Roger Bootle, director ejecutivo de Capital Economics,  ha elaborado una guía para señalar los pasos que habría que dar para salir del euro sin demasiados problemas y sus consecuencias concretas. Un análisis que fue galardonado en 2012 con el Premio Wolfson y que concluye diciendo que, aunque tendría perdedores y ganadores, “el efecto neto global sería claramente positivo para el crecimiento futuro y la prosperidad de los actuales miembros y para el resto del mundo”. “Puede que la gente no esté de acuerdo sobre si es bueno abandonar el euro, pero la contribución del Premio Wolfson -dice Bootle- ha sido demostrar que puede llevarse a cabo”.
¿Qué pasaría si un país saliera del euro?
Como he dicho, quienes defienden el status quo europeo, es decir, los intereses de Alemania y los grandes capitales, suelen asociar la posible salida de un país del euro con todo tipo de males: hiperinflación, explosión de la deuda, empobrecimiento, quiebras bancarias… el desastre.
Es evidente que una decisión de ese tipo comporta siempre una perturbación grande y que en ningún caso está exenta de riesgos y problemas, incluso cuando hay procedimientos previstos para que se lleve a cabo. Mucho más, lógicamente, cuando no los hay, como acabo de señalar. Pero eso es una cosa y otra las falacias y mentiras que se inventan para confundir a la opinión pública y asustar a los pueblos, vinculando la eventual salida de una moneda única como el euro con todo tipo de calamidades.
Lo mismo que son muchos los economistas de prestigio que han denunciado el mal diseño del euro y sus consecuencias fatales (los premios Nobel Allais, Stiglitz, Krugman o Sen, por ejemplo) muchos otros han demostrado que salir de una unión monetaria no es necesariamente una tragedia sino incluso más bien lo contrario.
El economista Jonathan Tepper ha estudiado 69 rupturas de uniones monetarias producidas en los últimos cien años y ha comprobado que la mayoría de ellas se produjeron con baja volatilidad y rápidamente (A Primer on the Euro Breakup: Depart, Default, and Devalue as the Optimal Solution). Según su análisis, cuando hubo bancos centrales que no financiaron inadecuadamente los déficits de los gobiernos, lo que vino después de la salida no fue alta inflación sino crecimiento económico y un impacto negativo agudo pero breve. Sobre los países de la periferia europea afirma que, aunque se trate de casos singulares, a la vista de la situación en la que se encuentran y de la experiencia histórica, dejar el euro sería una de las mejores cosas que les pueden suceder.
El profesor de la Universidad de Berkeley Andrew Rose ha analizado 69 países que dejaron uniones monetarias desde la II Guerra Mundial frente a 61 que continuaron en ellas durante el mismo periodo (Checking Out: Exits from Currency Unions). Concluye que los primeros tienden a ser más grandes, más ricos y más democráticos, aunque sufren algo más de inflación y que hay pocos eventos dramáticos en torno a la salida.
El economista francés Jacques Sapir afirma al concluir sus análisis sobre los posibles efectos de la salida del euro que decir que eso disminuiría un 30% el poder de compra, que doblaría la deuda o que produciría un empobrecimiento masivo solo es propio de ignorantes o de personas que saben lo que dicen pero que optan por jugar la carta del pánico entre la población para mantener sus intereses (Les conséquences d’une sortie de l’Euro).
Mi opinión es que una moneda única europea sería algo muy positivo pero solo si se diseña bien y va acompañada de la necesaria unión política. Pero me parece muy negativa, sobre todo para los países de la periferia como España, tal y como está constituida. Por eso consideré en su día un error que España entrase en el euro.
Hoy día creo que las cosas son más complicadas. No es lo mismo no entrar que salir, sobre todo, cuando se ha querido a propósito que salir conlleve un tremendo conflicto institucional. Me parece que ahora es obligado y más deseable luchar con decisión por cambiar las condiciones en que funciona el euro (algo que nunca ha hecho un gobierno español), recurriendo mientras tanto a fórmulas intermedias como la emisión de una moneda complementaria. Solo si esta vía es inútil creo que debiera plantearse (aunque siempre que se tuviera un gran apoyo social para dar ese paso y en ese caso sin miedo) abandonar el euro.
Pero es tanta la torpeza de las autoridades europeas y tan estrecha y egoísta la estrategia alemana que no se puede descartar que en cualquier momento estalle un conflicto económico o político en Europa que haga saltar el euro por los aires.

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