viernes, 27 de marzo de 2015

Cuando el timón social lo lleva el Loco del Tarot



Este era el joven piloto que ha estrellado el avión en los Alpes en plan kamikaze.

La fisionómica es la ciencia antropológica que estudia el carácter y las tendencias, potenciales y aptitudes de los seres humanos, a partir de los rasgos físicos, de las proporciones corporales, especialmente del rostro, el rictus, la mirada, el movimiento y su expresión. No es éste el lugar ni el momento para explicar todo lo que esa interesante especialidad aporta. Quienes estén interesados ya se ocuparán de buscar datos e información. Aquí sólo vamos proponer un ejercicio simple. Tanto como una pregunta. Imagina que vas a comprar un billete de avión y cuando estás en la ventanilla un tipo con este aspecto llega allí y se identifica. Resulta que es uno de los pilotos que va a conducir tu vuelo. ¿Comprarías el billete a pesar de todo o cambiarías de compañía aérea? Ahora, sigamos preguntando. Eres jefe de personal de Lufthansa o de Iberia, y estás dedicado a la selección de profesionales para tripular aparatos. Concretamente de pilotos. Si encontrases a alguien con ese aspecto con muy buen expediente técnico pero con esa mirada y ese gesto ¿le contratarías sin un previo estudio intensivo de su curriculum psiquiátrico?
Me pregunto qué les pasa a los seleccionadores de personal. Cuáles son los criterios fundamentales que emplean para elegir a los pilotos. 

Para ser piloto no sólo hay que ser muy fino con manos, pies y reflejos, resistentes físicamente al poder de los "ges" y buenos peritos en la maquinaria volante. Sobre todo eso hay que ser equilibrado. Dueño de los propios impulsos y saber distinguir las señales y los estados internos de estrés que indican cuándo hay que descansar y cuando hay que seguir. No es suficiente con ser un joven amable, soñador y ambicioso, obsesionado por volar y muy deportista, con sentido del humor y 600 horas de vuelo. Además hay que tener salud e higiene mental. Un frikismo, por ejemplo, que es una obsesión absoluta por un tema en concreto por encima de todo, aunque sea el vuelo, impide el equilibrio e indica fijaciones y desórdenes que pueden derivar en adicciones a sustancias, por ejemplo, para conseguir estar siempre en racha y a punto del O.K. y el  tally-ho! del piloto de caza Se puede ser muy amable y muy gracioso y ser un friki. No es malo, pero no es adecuado para trabajos de responsabilidad donde el orden mental y emocional es el fundamento de la profesión si la seguridad de miles de personas va a depender de su pericia y del dominio de una sana inteligencia sobre cualquier proceso racional o emotivo que presente disturbios y note los síntomas que indican el imprescindible  stop. Por ejemplo médico, cirujano, piloto, conductor de autobuses, trenes o metro, taxista, arquitecto e ingeniero, capitán de barco, vigilante de seguridad, militar, policía, bombero, político, maestro, psicólogo o gestor de alimentos, como cocinero o dietólogo, banquero. Para todas esta profesiones de riesgo social, el estudio fisionómico debería ser el primer test y no la última reflexión tras un desastre monumental.

Pero ¿ acaso puede esperarse tanto cuidado en "bagatelas" cuando el criterio de la empresa o del gobierno está en manos de las máquinas de hacer dinero y en la prisa por la rentabilidad inmediata? ¿Qué se puede esperar de una sociedad en la que los beneficios sólo son bursátiles y en la que los seres humanos valen menos que un bono de inversión rentable?

El Tarot es una herramienta de conocimiento psicológico que Jung manejaba muy bien porque descubrió en él todo un tratado de paradigmas y de estructuras psicoemocionales  bien definidas que llevamos "instaladas" en el inconsciente, lo mismo en el personal que en el colectivo. La  primera carta no tiene número. No está en el orden de las demás. No es previsible ni computable. Describe a un sujeto que va feliz con un hatillo colgado en el hombro, caminando hacia el abismo y mirando a lo alto. También está encandilado con asaltar los cielos sin ver la trayectoria de sus pasos. Es la foto fija de la locura. También de la libertad absoluta del que se ha liberado de todas las ataduras. A ese estado sólo se llega por dos caminos: por la humildad liberadora y lúcida del sabio que elimina los miedos y los estados ansiosos o por el del trastorno mental-emotivo del loco y del sociópata. Es evidente que nuestra 'civilización' está lejísimos del primer prototipo y perfectamente definida en el segundo. Es el Loco el que gestiona el poder del mundo en este momento. Es el Loco el que maneja el subconsciente y el mundo onírico sembrando irracionalidad apetecible por medio de la imagen y el sonido, por medio de la obsesión y las fijaciones, como vehículo de la idea, sustituyendo a la palabra, que necesita un proceso más analítico de asimilación y adaptación al medio. El verbo, el logos, es demasiado concreto para la manipulación perfecta, mejor la impermanencia veloz de la imago y el sonor por saturación. Desde donde la manipulación se nota mucho menos o no se nota nada. No da tiempo ni espacio suficiente para pararse, percibir y descodificar. Más sombras chinescas anulando la intuición y poniendo en su lugar el mensaje destructivo de una manera imperceptible. El canto a la extinción lo encontramos en las series de tv: crímenes, sangre, auptosias, huesos, esqueletos, vampiros, la amenaza como única posibilidad de distracción y divertimento. El mal per se. Sin notarse. Gota a gota. Una serie detrás de otra y un telefilm detrás de otro de la misma serie, además en una cadena que, para remate, por ejemplo se puede llamar hasta  divinity. 
Las expectativas humanas se han reducido a reproducir paradigmas de películas y series en la vida real que ya empieza a no distinguirse de la ficción, que es propiamente el síntoma básico de la esquizofrenia. Dr. Yekill & Mr. Hyde a sus anchas y mano a mano con toda naturalidad. Aquí toca el hombre/mujer ejemplar, aquí toca el monstruo/monstrua. Y de repente, sin que nadie lo pueda prever, un chico que vive solo, con apariencia normal y un perfil fb, pilla un rifle y hace una masacre en Noruega en un campamento de verano y otro, esta vez alemán, coge un avión y se suicida acompañado por 149 inocentes que no podían imaginar que el copiloto de su viaje fuese un clon del Loco del Tarot ni un Andreas Terminator. Seguramente sucedió porque nadie se fijó en su rostro, en su mirada y en su gesto. Es ahí donde el Loco, en su peor versión de sí mismo, deja su autógrafo indeleble, con la rúbrica disparatada de las tinieblas, del rencor contra la vida, dela envidia de la felicidad que el bienestar aparente no le concede porque en realidad la felicidad no depende de lo que se tiene y se puede perder, sino de lo que se es y nada ni nadie puede arrebatar, una vida que le iría de maravilla, si no fuese porque su pobre cerebro está invadido por ondas letales imperceptibles que, a través de la sugestión manipuladora de la imagen y determinadas secuencias auditivas y frecuencias vibratorias, han derribado sus paredes y la protección imprescindible de la lucidez. Del equilibrio. Y le han dejado indefenso y vulnerable, a disposición de un terrorismo invisible, que no es cosa política, sino infernal y de manicomio. Un juego horrendo y monstruoso, de una época que acaba y, ya moribunda,  no se resigna a su final. Quiere morir matando. Pero la vida es más fuerte, lo resiste todo, se regenera a sí misma y hace del extermino el compost del futuro.
Y como las pequeñas hierbas y flores diminutas, así la vida vuelve a renacer con sus colores, nueva y fresquísima, entre las grietas de lo derrumbado en el asfalto, cuando llega la primavera, el sol ilumina y la brisa reparte la alegría de la regeneración. Entonces el arquetipo del Loco se da cuenta de que por fin es libre porque es sabio y no por el modo destarifado de enfermo mental y deficiente psicoemotivo a disposición de la soberbia, la crueldad y la estupidez inducidas. Total para nada. Encima eso. Para nada.


Confirmado el pronóstico del Loco del Tarot



El copiloto ocultó que estaba medicado y de baja el día del siniestro

Luis Doncel Montabaur 
El fiscal asegura que Andreas Lubitz no comunicó su situación a su empresa y que la policía ha encontrado el parte de baja roto. No hay carta de despedida o razones que expliquen lo ocurrido (El País)


                            

                                  

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