martes, 17 de marzo de 2015

Castello di Maniace


                 Resultado de imagen de Fotos del castillo de Maniace


                                               
                                                 Sic transit gloria mundi


Su talento existió alguna vez. Vi su perfil de mármol,
fotos en gris, glamour deshilachado  en cuenta gotas,
sobre los muros viejos.
Balada y neblitud para una soledad de tiempos y de nubes
que se vistió de sombras y códices remotos
o de curiosidad renacentista; para acabar así
como se acaba un emigrante kurdo
que apenas multiplica kilómetros por nieve
o balas y emboscadas por frontera. Como acaba un obrero
desahuciado. O un fugitivo ahogado en el Estrecho.

(La muerte es la igualdad del equilibrio
y pone en su lugar todas las cosas.
Por eso la inventamos con hondura de abismo
y sal marina; luego
cuando se han consumido los motivos y los porqués del viaje
se sueltan las amarras y se invoca su nombre.
Y se realiza.
Ella siempre obedece aunque lo disimule)

En aquellas paredes obsoletas tan sólo permanece
la mueca desolada de un espejo
y el paladar ajado de unas fresas al óleo.

Al muerto le dedican un parque con su estatua
y un vídeo repetido sobre el último intento
de aferrar esa vida que fue una escapatoria
mientras fingió vivir
entre las propias trampas que impone el personaje
para no llegar nunca al hombre verdadero.
Tan denodado esfuerzo lo merece. Que no resulta fácil
resistir los cuchillos de tanta perfección
y los laureles que reporta la nada
sin cómplices ni iguales que endulcen la amargura
y acompañen el tedio de ese no ser
forzado en el estar,
cuando ya sólo quedan sonrisas olvidadas
en el congelador de la memoria
y pereza mecánica en los dedos
para bordar la piel con el hilo feliz de la ternura
que nunca se probó ni supo darse.

Y tiene que doler sobremorirse así,
en brazos del vacío,
sobremorirse en manos de la inercia,
sentenciado de mármol,
convicto de cipreses invernales
imputado anodino
de mentira adobada y truco añejo
en figuras lamidas  por la  niebla.

La nada rimbombante con su orquesta y sus coros
la nada del ayer y del ahora
la nada de mañana
en pose de holograma repentino,
fingida al  otro lado del espejo.



(Geografías de interior. 1998)

No hay comentarios: