lunes, 1 de octubre de 2012

VER LA MOTA EN OJO AJENO Y NO VER LA MOTO EN EL PROPIO

Hemos llegado a un punto álgido y terrible para la sociedad española. Una ciudadanía al borde de la desesperación y un Parlamento bloqueado por el caos mental, por la distancia entre diputados y la ciudadanía. Por el miedo y la inseguridad. Los politólogos afirman que la indignación no se centra contra el gobierno, sino contra el Parlamento. Y no lo acaban de entender. Los ciudadanos sí saben lo que dicen. Porque un gobierno lo tiene que aprobar el Parlamento y sin esa aprobación no puede gobernar. Y hay muchas maneras de quitárselo de encima con legalidad. Por ejemplo, ¿qué tal una huelga de diputados que renuncian a sus escaños y dejan  solo al pp en el hemiciclo? ¿Es válido un gobierno sin apoyo de las demás fuerzas políticas en una democracia? 
Sería un puntazo que los diputados no pperos renunciaran a sus cargos y a sus sueldos que no es de recibo seguir cobrando por hundir al país que te paga para no hundirse y se uniesen a las manifestaciones mientras denuncian al Ejecutivo por incumplimiento de promesas y por incumplimiento de su juramento oficial: han jurado respetar la Constitución y servir a su país y no lo están haciendo. Han roto la Carta Magna desde la primera página donde dice :"Todos los españoles son iguales ante la ley y tienen los mismos derechos". Mentira. Perjurio. Hay españoles que se llevan los dineros fuera con la bendición, perdón y comprensión fiscal del gobierno y la mayoría es despojada a base de recortes, de los derechos fundamentales a la escuela, a la salud, al trabajo, al subsidio de paro,  a la atención de dependientes e incluso a la vivienda expoliada por la banca filoppera. Tampoco son iguales ante la Ley, porque pueden ser detenidos en cualquier manifestación sin haber hecho nada, mientras el yerno del rey, Camps, Matas, Fabra, Blasco, Dívar, o la santa patrona de EMARSA Rita Barberá o Correa y todos los etcéteras adjuntos, se pasean libremente bendecidos por esa justicia que "es igual para todos", pero renquea y se escora más a favor de unos que otros. Descaradamente. Y eso, a las señorías no pperas, tampoco les quita el sueño. Su silencio o sus tímidos apoyos a la indignación ciudadana no favorece precisamente la confianza de sus votantes. Así que no sé por qué se extrañan tanto de lo que pasa. 

No es populismo ni ganas de montar pollos. Qué mas quisiéramos los ciudadanos que tener en el Parlamento verdaderos representantes de ésos que como Nicolás Redondo son capaces de renunciar a su escaño, bien ganado en 20 años de cárcel franquista, porque su partido estaba traicionando su conciencia y engañando a sus votantes. Pero eso no abunda, por desgracia. Es una excepción cuando debería ser lo normal. Lo que abunda son vividores parlantes, aburridos por decreto. Inhábiles solidarios, números en una lista pensada por el partido, no por ellos ni por los electores, que tragan con todo y cobran por tragar y hacer la vista gorda. No nos representan. Es más que obvio. Han tragado con marrullerías presupuestaria, con deudas públicas para autofinanciarse,que luego quieren que paguemos todos. Por eso queremos que reaccionen y cambien de rumbo o se vayan a casa, disuelvan este ejercicio parlamentario y se convoque un referendum para reparar las goteras de la Constitución que ya son demasiadas, y después otras elecciones generales. Y revisar la sostenibilidad real y no crediticia, de los compromisos con la UE y al nueva relación federal entre regiones y nacionalidades que impida otra vez el descontrol y los abusos de las taifas políticas parapetadas en las autonosuyas ¿Eso es un "peligro de populismo" o dar cumplimento a la Carta Magna en toda su vigencia, licitud y legitimidad? 

Si deseamos una lícita cooperación asamblearia de los ciudadanos en el Congreso no es para invadirlo, ni para ir contra la legalidad, sino para legitimarla, respetarla y compartirla. Para que además de legal, sea moral y cívica. Para que no se vuelva nunca más a gobernar de oído y a ojo de buen cubero, como hasta ahora. Para que la justicia y la economía sean de verdad un bien común y no una amenaza y un infierno para los desastidos y un cielo protector para los poderosos.

No es tan difícil comprenderlo si se da un mínimo de cociente intelectual sin pretensiones de superdotados. Si se ha podido sacar el graduado escolar o no se es analfabeto voluntario de solemnidad, entender lo que necesitan y reivindican los españoles es de una lógica evidente, como eso de que blanco es y gallina lo pone o de cuál será el color del caballo blanco de Santiago. 
La idea de participación asamblearia debería animar y alegrar a las señorías, porque facilitaría muchísimo la tarea del gobierno, que en vez de andar en los mundos de Yuppy, estaría siempre aterrizado en la realidad que debe gestionar. 

El "enemigo" no es la ciudadanía. Ni las siglas de un partido o de otro. El enemigo es la falta de inteligencia, de transparencia, de ética, de herramientas válidas, la inflexibilidad y la mala conciencia de quienes saben que están mintiendo y deben fingir que dicen verdades "institucionales"que los hechos desmienten. Y se nota cantidubi. 
El único enemigo serio es pretender que un país que necesita una talla 50 para vestirse se intente apañar con una 38 diseñada en el rating de Wall Street y comercializada en Berlín y Bruselas al paso de la oca cegata, mientras que los sastres aborígenes se visten en su talla perfecta y en los talleres de Christian Dior. Queremos un ajuste de tallas y un cambio de la sastrería. No es mucho pedir ¿verdad?
Así que si falta harina para el  pan, tampoco se pueden cocinar galletas. Hay que ver lo que ha tardado el Versailles español en comprender la receta de galletas a la "Tullerías", una especialidad que nunca nos permitimos cocinar cuando tocaba porque estábamos muy distraídos quitando el moho a las "caenas" capeto-borbónicas. Casi como ahora, pero al revés.



La casa se empieza  por los cimientos y no por los tejados.

TERCERA REPÚBLICA FEDERAL DEMOCRÁTICA ESPAÑOLA, YA!!!

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