viernes, 26 de octubre de 2012

Hay cosas que no se compran con dinero ni premios: la coherencia



Marías, ayer en el Círculo de Bellas de Madrid. / SAMUEL SÁNCHEZ

Marías dice “no quiero” a Cultura

El autor rechaza el Nacional de Narrativa por 'Los enamoramientos'. Ya había dicho que no deseaba premios institucionales.
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La resistencia pacífica y la renuncia civil son una herramienta estupenda, serena y ejemplar, para desmontar un sistema corrupto desde la base. Marías lo tiene muy claro. Le quemarían y le dolerían 20.000 euros en el bolsillo, sacados de los fondos públicos, cuando los recortes inmorales dejan en la ruina a uno de cada cinco españoles. Así lo ha dicho. Sin más. 
No quiere. No se vende. No lo necesita. Los otros, los pobres, los afligidos por el monstruo depredator, sí. No es por ideologías, lo ha dejado clarísimo, es por opción; es que su conciencia pesa más que cualquier tentación entrópica y putrefacta. Olé por ti, Javier Marías. Qué buena estirpe en los genes conscientes.
Reconfortan estas noticias de salud social, cuando precisamente ese dinero viene de recortar la escuela, el instituto, la universidad y la cultura de un ministerio que malgasta en proteger las corridas de toros, en eventos pachangueros  , en traficar con el chino mafioso, como en el IVAM de Valencia, mientras se hunde por inanición la educación pública y concertada. Marías se gana la vida con su oficio escribidor y pensador. Marías es un fruto sano de un árbol sano, su padre, Don Julián Marías, profesor y filósofo, al que estudiábamos y escuchábamos hablando y pensando clarisimo,  y explicando la ética, que ahora transparenta su hijo. Javier Marías, bendita sea la rama que al tronco sale.

Y reconocido el gesto magnífico de este escritor, voy a contar lo que habría hecho yo. Habría aceptado ese dinero y en la ceremonia de la entrega, ya con el dinero en la mano, por si las moscas, habría leído una lista de necesidades perentorias muy concretas, en las que  pienso emplearlo. Y una vez hecho eso, diría: Y ahora que me borren de la lista de premiados porque es una vergüenza repartir en premios a quienes tienen de sobra para vivir, el dinero que no se gasta en los que no pueden vivir. Que conste que lo recojo porque sé que en mis manos va a tener un destino mucho más justo y decente que si lo dejo en las manos de este ministerio de Cultura incompetente y sin seso.  Así se garantiza la comida o el alquiler o los medicamentos o los libros de algunas personas. Si lo dejo en manos de los orcos, sé que acabaría en los bolsillos de cualquier trama corrupta o de cualquier vivales indecente. Así me aseguro de que este dinero de los impuestos regrese a sus propietarios y no se quede en el cofre derrochón de piratas impresentables y sin chispa de humanidad.
Quizá, es que como además de escritora, soy mujer , madre y nativa de Virgo, que es un signo muy práctico, tengo el sentido de lo concreto demasiado acentuado. Y creo que lo cortés no debe quitar lo valiente y viceversa. Renunciar al premio y dejarles la pasta es un gesto muy bonito, pero si además de esa renuncia hay un compromiso directo en el empleo solidario de la pasta, el resultado es más completo y fértil. Y alimenticio para los que se pueda ayudar.

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