Rosa María Artal
Partía el corazón ver el desconsuelo y la rabia de
familiares de las víctimas del Yak 42 aquel final de mayo de 2003. El
día 26, un avión ucraniano de la UM Airlines se había estrellado en
Turquía con 75 personas a bordo, entre ellas todo el pasaje: 62
militares españoles. Regresaban a casa tras una misión en Afganistán y
Kirguistán de 4 meses y medio.Y habían advertido reiteradamente a sus
allegados de las lamentables condiciones en las que viajaban. El
comandante José Manuel Ripollés remitió a un amigo un correo electrónico 4 días antes del accidente mostrando
su preocupación: "Son aviones alquilados a un grupo de piratas aéreos,
que trabajan en condiciones límite (...) la verdad es que sólo con ver
las ruedas y la ropa tirada por la cabina te empieza a dar taquicardia".
Ripollés era hermano de una compañera de TVE, que sería incansable en la exigencia de responsabilidades.
El relato era similar en los distintos escenarios. Familias compungidas
en las que nos colamos los periodistas, esta vez para saber las quejas
previas de las víctimas y la impotencia de sus seres queridos.
Velatorios sin el fallecido, o aquel entierro en Valencia en el que un
padre roto empujó el féretro de su hijo en el nicho con una expresión
difícil de olvidar. Ocurre que las víctimas se ven de forma distinta
cuando se asiste a su tragedia, a la vida que dejan, a la sensación de
la fatalidad eludible y es algo que deberíamos saber comunicar.
Llegó después el funeral de Estado en Torrejón de Ardoz.
A toda prisa. Con presencia de los reyes y el príncipe de Asturias, y
retransmitido en directo por las cadenas de televisión de ámbito
nacional. Se declaró luto oficial, con sus banderas a media asta. Y se
entregó a las familias unos ataúdes con los restos que no siempre
correspondían a sus parientes. La chapuza de las identificaciones, para
llegar a tiempo al solemne funeral, ha quedado inscrita en los anales de
la ignominia patria.
Y comenzó un lío jurídico –no
es exagerado emplear ese término- en el que el ministro de Defensa en
ese momento, Federico Trillo, quedó absolutamente exonerado. Incluso
revalidado. Mariano Rajoy le defendió reiteradamente, Trillo fue diputado por Alicante, y comentó que las urnas le habían avalado.
Ahora se ha conocido el dictamen del Consejo de Estado aprobado
el 20 de octubre. El 3 de enero, desde el 20 de octubre. Por unanimidad
de la Comisión Permanente reconocen oficialmente -por primera vez y
después de 13 años- la responsabilidad del Ministerio de Defensa en los
hechos. Afirman que “el accidente pudo haberse evitado si estos (los
responsables de Defensa) hubieran cumplido con su deber de velar por las
condiciones en que viajaban los soldados”, según informa El País.
Diario que ha adelantado la noticia, la ha relegado después por alguna
minucia de Podemos y no es fácil encontrarla en el resto de los medios.
Salomónicamente, según suele decirse, el Consejo de Estado admite la
responsabilidad pero no la inculpación, tampoco ahora hay delito.
Murieron 62 personas, que podrían seguir vivas de cumplirse las normas.
Por cierto, nadie nos explicó por qué se contrataban esos aviones
deplorables, disponiendo el ejército español de aparatos adecuados. Las
consecuencias de tamañas irregularidades han quedado muy difusas.
La demanda económica contra la compañía ucraniana sí prosperó
estipulando indemnizaciones. Las penales no. En 2012 se declaró el
sobreseimiento de los seis altos mandos militares imputados. La Sala de
lo Penal de la Audiencia Nacional ratificó el archivo de la causa. No
había delito, sentenció.
En el proceso por las
identificaciones, resultó condenado a tres años de prisión el general
médico Vicente Navarro y a 18 meses los comandantes sanitarios José
Ramón Ramírez y Miguel Ángel Sáez. Por un delito de falsedad en
documento oficial al haber adulterado las identificaciones de 30 de los
62 militares fallecidos. El general murió antes de cumplir condena y los comandantes fueron indultados por Rajoy de
su inhabilitación que implicaba la salida del ejército. Tampoco
ingresaron en prisión, al ser pena inferior a dos años. Pagaron la multa
de 900 euros.
Federico Trillo sigue de Embajador de España en Londres.
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Sigue sin tener explicación que un partido político capaz de hacer tanto mal a un país,volviese a ganar unas elecciones en 2011. Y no sólo por las incontables indecencias previas del gobierno Aznar, sino también por la responsabilidad directa en la provocación del atentado de Atocha, consecuencia directa de la guerra de Irak, que aquel torpe y paranoico presidente inauguró con Bush y Blair, y cuyas consecuencias, como siempre acabaron pagando los españoles y españolas. Las eternas víctimas de la ceguera de una incomprensible mayoría.
Vale,ahora, (a buenas horas mangas verdes) el Consejo de Estado -otro muermo inútil y carísimo, cuya finalidad está por ver, ya que es un simple hangar de lujo para políticos en paro por haberlo hecho globalmente fatal cuando gobernaron- se despacha con una afirmación de comedia bufa, que al Ejecutivo y a su casa fundadora, el pp, les trae completamente al fresco, como les ha traído durante 13 años el dolor de las víctimas, sus fatigas para aclarar el crimen y la responsabilidad del Estado en aquel accidente que, una vez estudiadas las desastrosas condiciones del avión y del contrato, hubiera sido un milagro que pudiera volar hasta España.
Con todos los horrores adjuntos, estos estropicios nacionales, que no episodios, tienen una lógica:la discapacidad política y la amoralidad absoluta de esos gobernantes, pero lo que no tiene lógica alguna es que les sigan votando con holgura suficiente para permitirles seguir haciendo de su capa un sayo y que cuando los votos no alcanzan, un partido socialista les facilite la jugada y les permita gobernar.Que lo haga C's, sí tiene lógica porque tienen la misma pasta desalmada e insensata que el pp, simplemente son una extrema derecha mejor maquillada. Por eso aquí no hay facciones extremistas como Aurora Dorada o Le Pen, aquí ya están gobernando desde hace cinco años camuflados de 'legalidad', eso sí, moralmente desechable y éticamente ilegítima, pero con todosh losh papelesh en regla, faltaría mash, sólo que esas menudencias a millones de españoles parecen no preocuparles en absoluto. Y eso es lo más grave porque España nunca tendrá arreglo mientras la sociedad haga tabula rasa electoral con esta gentuza. A derecha y a la izquierda "moderada", según demuestra, por desgracia, también. La socialjetocracia, lo mismo que la derecha más bestia, se está luciendo. Las víctimas siguen ahí, aumentando cada día.
Me encantaría ahora mismo despertarme y comprobar que todo es una pesadilla, que España nunca, jamás, podría ser esto.
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